Los caminos posibles a la elección de noviembre
Por Federica Sánchez S. Académica Departamento de Política y Gobierno,U. Alberto Hurtado
A última hora del lunes pasado cerraron las inscripciones de candidaturas presidenciales en el Servicio Electoral y se encaminó en tierra derecha la carrera presidencial. De todas las alternativas que se verán en noviembre, las tres opciones con mayores chances de llegar a La Moneda son también las candidaturas más novedosas en varios aspectos. Veamos por qué. Gabriel Boric y Sebastián Sichel representan, quizás, el ideal de recambio generacional que la ciudadanía chilena le viene reclamando a los partidos tradicionales, puesto que ambos ganadores de las primarias legales tienen 35 y 44 años respectivamente. El candidato de Apruebo Dignidad encarna la esperanza de una nueva izquierda que se ilusiona con su capacidad de movilizar a los sectores jóvenes del electorado como lo hizo con las primarias donde sacó más de un millón de votos. Por su parte, Chile Vamos o Chile Podemos+ irá a las elecciones presidenciales con un candidato que no viene de la derecha clásica, sino que es un independiente quien, pese a haber formado parte del último gobierno de Sebastián Piñera, surgió originalmente de las filas de la DC. De la Democracia Cristiana también proviene la recientemente consagrada candidata de la ex Unidad Constituyente, hoy Nuevo Pacto Social - Yasna Provoste - única mujer en competencia, que al igual que Boric proviene de regiones y se muestra orgullosa de su origen diaguita.
La candidatura de Diego Ancalao fue impugnada por unanimidad en el Servel por haber presentado 23.161 firmas ante un notario fallecido en una notaría hoy inexistente. La Lista del Pueblo, que aún no se anima a llamarse partido político, terminó saliendo de la competencia por la presidencia con un escándalo digno de lo que la ciudadanía le recrimina a la política tradicional. Finalmente, Gino Lorenzini tampoco podrá ser de la partida por no haber cumplido con los requisitos para inscribirse como independiente, en tanto, había estado asociado al Partido de la Gente dentro de los nueve meses previos a esta inscripción. Así las cosas, la campaña empieza con siete postulantes a la moneda en el marco de un proceso constituyente que comenzará a intensificarse luego de la inminente aprobación del reglamento.
Ahora que finalmente sabemos quiénes serán los protagonistas, podemos hacernos una idea de las dinámicas y dificultades que enfrentarán los candidatos. Conociendo cómo se distribuye el electorado chileno y teniendo en cuenta sus patrones de participación, es fácil aventurar que un éxito en primera vuelta es muy poco probable para cualquiera, de manera que la elección presidencial se terminará por definir en diciembre. Pero ¿entre quiénes? A la centroizquierda se le presenta posiblemente el escenario más complejo de todos, dado que sus dos principales competidores representan las candidaturas más “moderadas” de sus espacios políticos. Esto los mueve hacia el centro en búsqueda de votantes, superponiéndose en el espacio que le es propio a la ex Nueva Mayoría. A pesar de haber ido juntos a la consulta ciudadana el pasado 21 de agosto, los coqueteos del PS con Apruebo Dignidad le vienen quitando el sueño a la DC que teme una fuga de votos por la izquierda hacia Boric. Para sumar incomodidades se enfrentan ahora también a la candidatura de MEO quien eligió abrirse del pacto que integraba para embarcarse solo en la carrera presidencial. La experiencia de las elecciones de 2017 está fresca en la memoria de este conglomerado; cuando no pudieron ponerse de acuerdo y fueron separados, los resultados no estuvieron a la altura de sus expectativas. Para Sichel las cosas tampoco estarán mucho más fáciles, ya que en la derecha más conservadora del pacto perderá votos hacia el Partido Republicano, votos que serán difíciles de compensar con el centro porque no le queda mucho más espacio ideológico hacia donde moverse. En términos generales, el que parecería tener el camino más despejado es Gabriel Boric que cuenta con un amplio respaldo en la izquierda aun si en este espacio hay una oferta mayor de candidatos. En los últimos años, el Frente Amplio se consolidó como fuerza política demostrando que tiene un caudal de voto propio, que es capaz de generar alianzas estratégicas con liderazgos afines y que está empeñado en asegurarle a su electorado que no es un partido como cualquier otro.
Si algo aprendimos este año es que no siempre los resultados son los que se anticipan y que, aunque podamos medir la intención de voto, el ejercicio del sufragio es personal y secreto, por lo que siempre hay espacio para la sorpresa.
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