Los demócratas
Supongamos que como en Estados Unidos, en Chile podemos dividir el espectro político entre republicanos (todo lo que está a la derecha) y demócratas (todo lo que está a la izquierda). Analizando los resultados de las elecciones presidenciales en Chile, en términos relativos a la población de 18 años y más, entre 1990 y 2017 “los republicanos” bajaron ocho puntos porcentuales (de 35,9% a 27,2%), y “los demócratas”, en el mismo período, bajaron 21,5 puntos porcentuales (de 44,2% a 22,7%).
¿Por qué “los demócratas” perdieron a su electorado?
Una razón es el efecto del voto voluntario. Ir a votar no es neutral en términos socioeconómicos y las elecciones se han vuelto sesgadas hacia los sectores de más altos ingresos, que usualmente es un electorado de derecha. Esta es una razón paramétrica. Sin embargo, hay otras razones más estructurales. En primer lugar, el problema constitucional. Año tras año desde los 90, el sector “demócrata”, aunque ganaba las elecciones y el Parlamento, en realidad perdía. Porque dada la inflexibilidad constitucional, no era capaz de transformar en política pública su ideario, el que se fue desdibujando cada vez más.
Ahora bien, muchas veces pudieron haber hecho posible su ideario, pero por falta de convicción no lo empujaron. Las fuerzas políticas “demócratas” son bastante diversas en todos los países, y en Chile la balanza de poder político se inclinó hacia quienes preferían un neoliberalismo con rostro humano por sobre quienes empujan una socialdemocracia en la medida de lo posible. Las razones de esto son múltiples, entre ellas, el mismo problema constitucional. Como lo único que se podía hacer era lo que la Constitución (y sus partidarios) permitía, las políticas tipo “neoliberalismo con rostro humano” tenían más probabilidades de avanzar. Con el paso del tiempo, algunos de los “demócratas” ni siquiera entraban a la conversación, y otros decidieron mejor empujar la agenda por fuera, y lo que tradicionalmente eran “los demócratas” dejaron de hablar de sus ideas y dejaron de hablarle a su electorado.
Pero esta situación es probable que cambie con una nueva Constitución. En primer lugar, esperemos que vuelva el voto obligatorio. Pero más importante que eso, es probable que ahora los que ganen, ganen, y puedan hacer lo que dicen es su ideario, lo que coincide con muchos de los cambios que la ciudadanía demanda. Es probable que el neoliberalismo con rostro humano ya no tenga el mismo poder, porque ahora la agenda socialdemócrata en la medida de lo posible, se puede hacer posible. Los que alguna vez dejaron de ser escuchados, ahora lo serán. Y es muy probable que quienes se alejaron, se acerquen. Pero ahora será con otras ideas y de otra forma, y estas otras ideas serán posibles si hay convicción. Esto es quizás lo más importante de una nueva Constitución.
Comenta
Los comentarios en esta sección son exclusivos para suscriptores. Suscríbete aquí.