Nuevo paradigma de la educación

Clases
Foto: Juan Farías

Por Magdalena Vergara, directora ejecutiva de Acción Educar

Según el historiador Gonzalo Vial, la mala calidad de la educación se debía principalmente a la insuficiencia de recursos y la rigidez de la administración estatal.

En un contexto de reflexión de una educación post pandemia que sea capaz de responder a un nuevo paradigma, vale la pena cuestionarse por aquellos aspectos que creemos deficientes en nuestro sistema educativo, y que nos permitan efectivamente avanzar hacia esa educación del futuro que esperamos. Para ello eso sirve tomarnos de los dos problemas que plantea Vial.

En los últimos años, los recursos destinados a educación han aumentado de forma considerable, es de la cartera que más lo ha hecho dentro del presupuesto de la nación. Con todo, aún existen deficiencias que debemos responder. Por una parte, la distribución de recursos es desigual por nivel educativo. Si consideramos los años 2015 a 2019, el nivel parvulario aumentó en un 0,81%, escolar 11,63% y educación superior 76,9%; siendo el país de la OCDE que más destina de su gasto público al nivel terciario. Es más, el Estado destina un 47% más por estudiante de educación superior que acude a una institución estatal que en un alumno que asiste a un establecimiento estatal. Ya es hora de que prioricemos la primera infancia.

Por su parte, la rigidez de nuestro sistema es aún un problema pendiente. No hace mucho el informe “Todos al Aula” daba cuenta de las altas cargas burocráticas a las que estaban sujetas los colegios y los propios directivos, alejándolos así de su tarea pedagógica. Además de la sobrerregulación de nuestro sistema. A pesar de que la evidencia es clara en la relevancia de la autonomía de los directivos para la toma de decisiones y la posibilidad de innovar, como de los profesores para liderar sus métodos de enseñanza y aprendizaje, existe una alta presión legislativa por seguir regulando. No se comprende que los problemas que afectan a nuestro sistema no serán necesariamente resueltos con imposiciones desde arriba, menos cuando se busca normar aspectos como las notas, el uso de uniforme o tareas. La educación del futuro debiera mirar con especial preocupación las trabas al desarrollo de las propias escuelas y entregarles confianza y espacios de acción para su mejora.

Más allá de estas problemáticas, la educación del futuro debe poner especial atención en la propia comunidad educativa. La pandemia nos ha mostrado la relevancia de fortalecer los lazos entre las familias y la escuela, entre los docentes, directivos, generando un ambiente positivo, con objetivos comunes y que colaboren en el esfuerzo por alcanzarlos. La escuela debe ser el espacio de encuentro, mediante el cual se formen los nuevos ciudadanos, que permita el desarrollo de todos los niños y niñas. Esto se logra en la medida que pongamos un verdadero énfasis en la posibilidad de generar proyectos educativos con identidad que generen pertinencia y compromiso por quienes se hagan parte de éstos.

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