La crisis afgana de Joe Biden en terreno propio
El día comenzó con advertencias desde Afganistán: se hablaba de un inminente ataque terrorista en las cercanías del Aeropuerto Internacional de Kabul, y se advertía a las personas que no se acercaran a ese lugar. Algo impracticable, considerando que miles de desesperadas familias de afganos han desbordado la zona desde hace días, intentando ser evacuados del país antes del plazo de salida de las fuerzas estadounidenses, el 31 de agosto. A las pocas horas, las advertencias probaron estar en lo cierto. Dos explosiones en los accesos al terminal aéreo, en medio de la multitud, mataron a al menos 60 afganos y 12 uniformados estadounidenses, según el conteo de ayer por la tarde. Se cree y se teme que se produzcan más atentados.
El gobierno talibán del país condenó el ataque, atribuido a una rama local del Estado Islámico, grupo históricamente adversario de los talibanes.
El atentado pone de relieve la compleja realidad que enfrentará ese país, más allá de las evidentes restricciones a las libertades impuestas sobre sus habitantes por el fundamentalismo talibán.Pero también ha hecho escalar las críticas políticas que el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, está recibiendo en su propio país. Allá, el objetivo de llevar de vuelta a las tropas y terminar una guerra de 20 años ha sido compartido casi transversalmente, pero la manera en que se ha producido la salida levanta polémica e instala advertencias.
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