Portland, la ciudad de la furia
Las protestas que se comenzaron a replicar en varias ciudades de Estados Unidos después del asesinato del ciudadano afroamericano George Floyd a fines de mayo aún no se apagan. Un caso particularmente emblemático, por la escala del despliegue de tropas y las reacciones que ha provocado, ha sido el de la ciudad de Portland, en el estado de Oregon, en el Noroeste del país. La presencia y la acción de la guardia federal ha sido rechazada por las autoridades locales, tanto de la ciudad como del estado, acusando una acción desproporcionadamente violenta e irregular.
La presencia y la acción de la guardia federal ha sido rechazada por las autoridades locales, tanto de la ciudad como del estado, acusando una acción desproporcionadamente violenta e irregular.
A menos de cien días de las elecciones de noviembre, varios analistas han apuntado a este despliegue de fuerza como un acto propagandístico de la administración Trump. Los críticos apuntan no sólo a la represión y criminalización de las protestas, sino también al hecho de que todo esto ocurre en medio de la crisis sanitaria del coronavirus, que en buena parte del país parece aún fuera de control. En ese sentido, discuten no sólo las prioridades del gobierno sino también al escalamiento en la violencia provocado por las trops, que atribuyen a una estrategia de distracción de la atención del país de las 150 mil muertes provocadas por el covid19.
Ayer, tras casi un mes de presencia de tropas federales en Portland, la gobernadora de Oregon, Kate Brown, anunció un acuerdo que implicará el retiro, a partir de hoy jueves, de esos efectivos de la ciudad. El Departamento de Seguridad Doméstica, sin embargo, advirtió que el retiro sólo se producirá cuando les parezca que el edificio de la Corte federal esté seguro contra actos vandálicos.
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