Después del Montt Varas: Los difíciles meses que esperan al nuevo gabinete
Proyectos vitales que aún no despegan en el Congreso; seguir en minoría ante una oposición fragmentada pero que aún es capaz de morder; conflictos pendientes de resolver en la misma coalición gobernante; la presión por la banda derecha de José Antonio Kast; la situación económica y el ciclo electoral son algunos de los flancos con los que más que probablemente tenga que vérselas el nuevo elenco ministerial.
Consumado el ritual en el Salón Montt Varas y solucionado ya el acertijo de quiénes se quedan, quiénes se van y quiénes llegan, rápido pasarán los abrazos y brindis. Poco tiempo habrá para que festeje el elenco que ha sobrevivido a la cirugía ministerial, hacen ver en el bando gobiernista, porque lo que se viene en la próxima temporada no se adivina fácil.
Proyectos vitales para el Presidente que aún no despegan en el Congreso; seguir en minoría ante una oposición fragmentada pero que todavía parece capaz de morder; conflictos pendientes de resolver en la misma coalición gobernante; la presión por la banda derecha de José Antonio Kast; la situación económica y el ciclo electoral son algunos de los flancos con los que más que probablemente tenga que vérselas el nuevo gabinete.
Un menú que en el oficialismo dicen tener más o menos claro al decir de algunos dirigentes, y que exigirá una cuota mayor de destreza política, que era justamente una de las críticas que se le hacían al staff de ministros.
De partida, al ya complejo escenario legislativo se sumará en menos de tres meses la tramitación del Presupuesto 2020. Ya han comenzado las reuniones en Hacienda y en la Dirección de Presupuestos -precisan desde Teatinos-, y a más tardar al arrancar septiembre el Ejecutivo tendrá que ingresarlo al Parlamento.
Lo que vendrá después puede ser una tramitación indolora, o bien un nuevo Vía Crucis para Palacio, si es que la oposición se pone aún más exigente con las partidas, si las lee como parte de la campaña municipal para las elecciones del próximo año. El gobierno ya sufrió derrotas al tramitar el Presupuesto 2019, cuando la oposición negó los fondos para los gastos reservado de Carabineros.
Esa tramitación correrá en paralelo con las reformas bandera de la administración piñerista, y que todavía no logran salir de sus fases iniciales. Ni la reforma a las isapres ni las modificaciones laborales han pasado el cedazo de la idea de legislar.
Sí lo han logrado, después de trabajosas negociaciones, la reforma tributaria y la de pensiones. Pero el carácter ideológico de ambas -a los ojos del bando rival- les pone la cuesta un poco más empinada, como ya lo comprobó la ministra Marcela Cubillos con el fracaso de Admisión Justa.
Capítulo aparte -y con un signo de interrogación por lo dinámico de sus vaivenes- será el curso que tome la economía, los números del crecimiento y el empleo, y aquellos eventos, imprevistos o no, que impacten en ese ítem. Por ejemplo, la huelga que comienzan mañana viernes los Sindicatos 1, 2 y 3 de la División Chuquicamata de Codelco, luego de rechazar la última oferta.
La presión extra por la banda derecha
Toda esta agenda tendrá otro obstáculo. Negociar y llegar a acuerdos con la oposición para conseguir pactos podría ser más costoso que hasta ahora si José Antonio Kast y sus huestes insisten en criticar al gobierno por "ceder más de la cuenta" o dejar que la DC "tenga el sartén por el mango", como lo ha repetido insistentemente al rechazar que se le hagan concesiones a ese partido en la pulsada por si las AFPs entrarán o no a administrar el 4%.
Es difícil que el en formación Partido Republicano no persevere en esa línea, advierten en el oficialismo, porque es su herramienta más eficaz para reclutar los militantes que necesita.
El factor Kast terminó entrando por la ventana en la discusión que precedió al cambio consumado hoy. Si el lunes pasado los adherentes al ex UDI comentaban que temían que La Moneda hiciera el ajuste de ministros ese mismo día para bloquear la noticia de la inscripción del nuevo partido ante el Servel, al día siguiente su ex partido le daba la razón.
El martes, cuando los senadores gremialistas y de RN interrogaban a la hora de almuerzo al ministro Gonzalo Blumel (Segpres) por los detalles de la intervención al gabinete, el asunto Kast era un tema y en la mesa gremialista bregaban por concretar la ceremonia hoy para opacar al ex diputado.
Esa saga hará también que el gabinete, al menos su equipo político, deba lidiar con los potenciales conflictos en su coalición, por mucho que hasta ahora hayan dicho que esto es un asunto de Chile Vamos y no de La Moneda. En siete meses más esa pugna podría ser ineludible, porque para entonces vencerá el plazo para que Kast y su gente reúnan las firmas de sus militantes (entre 4.800 y 16 mil, dependiendo si lo legaliza en cuatro regiones o todo el país). Su único diputado, Ignacio Urrutia, ya dijo que quieren lograr su meta en cinco meses. Eso es noviembre próximo.
¿En qué le afecta esto al gobierno? En que Evópoli hasta ahora es muy reticente a compartir el mismo techo con el PR. Menos si pretenden llevar a la presidencial a su sobrino Felipe Kast. Por eso, en la coalición ya hay voces que se ponen en el siguiente caso: que una primaria o alianza con el Partido Republicano empuje a Evópoli (que tiene tres ministros, Blumel, Jobet y Gloria Hutt) fuera de Chile Vamos.
Para hacer este cuadro aún menos dócil, esas últimas fechas -no olvidar- coincidirán con la inauguración de la pretemporada electoral. A más tardar en cuatro meses, en octubre, expirará el plazo para que dejen sus cargos las y los interesados en competir en las elecciones municipales, de gobernadores y consejeros regionales fijadas para octubre de 2020.
Todo eso, sin contar siquiera la presión que sufrirá el gabinete cuando se apure aún más la carrera por la sucesión presidencial: si Joaquín Lavín no corre solo, se abrirá la interrogante de si el Presidente exigirá nuevamente prescindencia a sus ministros o no.
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