Diputada Emilia Schneider (Comunes): “Una reforma nunca sale del Congreso idéntica a como entró, pero no vamos a renunciar a la convicción de que hay que hacerlas”
La parlamentaria de Apruebo Dignidad se distancia de las voces del Socialismo Democrático que plantean "reenfocar" el programa de gobierno. Refuerza que no se puede renunciar a cumplir el mandato con el que fueron elegidos, particularmente en reformas clave como pensiones y salud.
En la antesala de la cita entre los partidos oficialistas y La Moneda de la próxima semana, y en medio de las tensiones entre las coaliciones de gobierno, la diputada de Comunes Emilia Schneider profundiza en el rumbo que debe delinear el Ejecutivo y es enfática en que La Moneda no debe renunciar a las reformas sociales comprometidas en el programa que otorgó el triunfo al Presidente Gabriel Boric. La parlamentaria desdramatiza la caída en el respaldo ciudadano del Mandatario y plantea que “vamos a poder demostrar que hay una diferencia radical cuando gobernamos los sectores que queremos transformaciones”.
¿Cuál es el balance más íntimo que se puede hacer desde el Frente Amplio a casi dos meses de la derrota del Apruebo? Hay una sensación posplebiscito, particularmente en el Socialismo Democrático, acerca de que se debe encontrar nuevamente el rumbo del gobierno, reordenar prioridades de reformas, entre otros aspectos.
El gobierno posterior al 4 de septiembre ha sido autocrítico y aterrizado en la realidad, que ha puesto el foco en entender que hay que acoger el pronunciamiento de la ciudadanía, lo que implica este rechazo a la propuesta constitucional y los ajustes que haya que hacer para poder avanzar en el programa de gobierno. En ningún caso el gobierno ha renunciado a las reformas profundas que hay que llevar a cabo en Chile, porque pese a que se rechazó el trabajo de la Convención Constitucional, el malestar social que se expresó en el estallido social y en una década de movilizaciones anteriores sigue presente y sigue necesitando una respuesta. La política sigue estando al debe, porque no hemos logrado mejorar la vida de las personas. En este segundo tiempo, el gobierno ha sido claro de cuáles son las prioridades que es llegar a mejorar concretamente la vida de las personas, eso se refleja en el presupuesto, en los aumentos en seguridad, orden público y también con el gobierno, agotando todas las instancias de diálogo para reformas tan relevantes como la de pensiones.
¿No falta una definición más “priorizada” de cuáles son las reformas eje, sincerando el difícil escenario económico y las faltas de mayorías en el Congreso? Haciendo un símil con el “realismo sin renuncia” que se instaló en Bachelet II.
Este es un gobierno que le ha tocado un mundo pospandemia, una crisis económica mundial y un desgaste institucional muy agudizado, además de una coyuntura electoral a meses de iniciado el gobierno. Pero en los discursos, en el presupuesto, yo creo que las prioridades están bien claras. Hay un énfasis en fortalecer la seguridad de las personas, se ha puesto el foco en la reforma de pensiones, en terminar con las listas de espera. Las prioridades están bastante claras y hay voluntad de diálogo, porque sabemos que tenemos que salir de las trincheras. Una reforma nunca sale del Congreso idéntica a como entró, pero no vamos a renunciar a la convicción de que hay que hacerlas.
¿Cree que hay cosas del programa que deberán ser postergadas, o que no se van a poder llevar a cabo en este período?
Nuestro programa es lo que votó la ciudadanía, lo que ofrecimos al país, pero por supuesto que nos sometemos al diálogo democrático que se tiene que dar en el Congreso Nacional, con la ciudadanía y la sociedad civil. Eso supone que hay que ir encontrando puntos de encuentro con posturas distintas a las nuestras, pero lo clave es no renunciar a las cuestiones centrales. Lo más central en este momento es que avance la reforma tributaria para -por ejemplo- tener los recursos para financiar mejores pensiones. De todas formas siempre hay que pensar a largo plazo, por eso en el Congreso se sigue discutiendo cómo será el proceso constituyente que le dé una nueva Constitución a Chile. Por cierto que hay cosas que se verán en el largo plazo, pero la ciudadanía lleva tiempo esperando respuestas.
¿Por qué ha perdido respaldo ciudadano el gobierno del Presidente Gabriel Boric?
Hoy el contexto hace que sea muy difícil gobernar y hay que reconocerlo. Y es muy difícil hacer política, porque en los hechos se ha demostrado como un espacio poco útil, infértil, y eso hay que cambiarlo. En ningún caso el 62% del Rechazo es patrimonio de la derecha o de algún sector político; lo que se rechazó fue un rechazo contundente a la propuesta constitucional, pero sigue habiendo una mayoría de la sociedad que quiere una nueva Constitución y también quiere cambios. Todo eso hay que interpretarlo, con todas sus contradicciones, y por supuesto que eso ha impactado en la aprobación del gobierno. Pero yo confío que en el largo plazo vamos a poder demostrar que hay una diferencia radical cuando gobernamos los sectores que queremos transformaciones.
En el nuevo diseño constituyente que están discutiendo los partidos, ¿hay apertura a ceder a un órgano mixto?
Eso lo tiene que resolver ese espacio de diálogo, pero el oficialismo ha sido muy claro en que creemos en un órgano 100% electo, acompañado por un comité técnico. Yo espero que pronto la derecha transparente cuál es su posición respecto del órgano. Yo todavía no he escuchado claridad en Chile Vamos.
En el debate mucho se ha hablado de no cometer los errores del proceso anterior, apuntando particularmente a temas calificados como “identitarios” (plurinacionalidad, diversidad sexual). ¿Qué le parece?
Ha habido análisis conservadores y apresurados de apuntar a las mujeres, a las diversidades sexuales, como las luchas culpables de la derrota es de un reduccionismo y de un simplismo tremendo. En particular, el movimiento feminista ha sido de las expresiones populares más masivas del último tiempo y no hay que desconocerlo. Ahora bien, para lograr una nueva Constitución hay que poner el acento en los puntos que generan acuerdo y que nos unen. Y un nuevo proyecto de Constitución debería ser un proyecto más bien de mínimos en ciertas cosas y que mejore la vida concretamente de los ciudadanos y ciudadanas.
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