Francisco Chahuán, senador RN: "Piñera debe ser jefe de Estado y restarse de ser jefe de la coalición"

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Foto: Agencia Uno

Parlamentario advierte que el presidente electo debe marginarse de los debates ideológicos de Chile Vamos y que el desafío del bloque es proyectar a la centroderecha en el poder.


"En el primer gobierno (de Sebastián Piñera) se hablaba de la nueva forma de gobernar. Yo diría que en este segundo mandato la nueva forma de escuchar debería ser parte central de nuestro relato", sentencia el senador de RN Francisco Chahuán a la hora de plantear los desafíos que tendrá el futuro gobierno de Chile Vamos.

El parlamentario -que consiguió su reelección en Valparaíso- advierte que "se ha generado una gran expectativa respecto de lo que el futuro gobierno pueda hacer en múltiples áreas". Y asegura que para estar a la altura de ese desafío resulta clave "mantener la unidad férrea que logramos para la segunda vuelta".

¿Qué opinión le merece el gabinete designado por Piñera?

Es un buen gabinete, que tiene posición definida respecto a distintos temas, que no tiene complejos para defender ciertos valores y principios, pero que entiende que en un gobierno de mayoría relativa se requiere generar espacios para acuerdos en el Parlamento. Por lo tanto el diálogo y la humildad para enfrentar ese escenario van a ser clave. Creo también que el Presidente Piñera tiene asumida la lección de que tiene que gobernar a los partidos, para los efectos de darle proyección a su mandato, porque lo peor que nos pudiera ocurrir es que seamos un nuevo paréntesis de cuatro años. Hay que entender, además, que tenemos que construir una mayoría social para Chile. Esto tiene que ser parte del relato con el cual se va a instalar el futuro gobierno con una nueva forma de escuchar a la ciudadanía; que las autoridades de gobierno estén desplegadas en terreno y tengan voluntad de diálogo, pero también la capacidad y voluntad de terminar con los feudos políticos en algunos servicios del Estado, algo en lo que el primer gobierno se miró para el lado.

¿Cómo se logra esa proyección con un gabinete donde Piñera instala en el comité político a personas de su círculo más estrecho? En los partidos advierten incluso que Piñera ya eligió a su "delfín" al poner a Alfredo Moreno en Desarrollo Social.

Es un diseño interesante del Presidente Piñera. Primero, porque pone a su núcleo de confianza, que tiene la expertise de un gobierno, en el comité político. Eso es adecuado, porque no se puede improvisar, tenemos que llegar desde el 11 de marzo a poner en marcha el programa de gobierno y, a su vez, hacer un control de expectativas respecto de la euforia que se ha generado en determinados sectores. Es un diseño que además le da espacio a un grupo muy importante de parlamentarios de la coalición, que tienen expertise en las respectivas comisiones del Parlamento, a ex ministros de Estado, que también van a aportar, y a un grupo de personas jóvenes que están empapadas del programa de gobierno, como Gonzalo Blumel. Respecto a Moreno, poner en el Ministerio de Desarrollo Social al presidente de la CPC es una apuesta importante, mayor. Y acá sería una visión obtusa de los partidos poner cortapisas al despliegue que pudieran tener los ministros. Ojalá que tengamos muchos ministros que hagan bien su trabajo y que con motivo de eso puedan tener proyección política.

Tras la nominación del gabinete se abrió un debate respecto a qué tipo de derecha será la que gobernará en los próximos cuatro años. Irrumpió la derecha social. Otros reivindican las ideas conservadoras. Y también resurge un sector liberal...

Lo peor que pudiera ocurrir es que la proyección y el desarrollo de esta administración se confunda con el rol de la coalición y los debates internos que ahí se deben dar. La primera pregunta que hay que resolver es si Piñera va a ser jefe de Estado o jefe de coalición. Y esto no es menor, porque va a determinar qué tipo de administración vamos a tener. Saber si el Presidente Piñera se va a mantener al margen del debate ideológico y doctrinario de la propia coalición.

¿Qué cree usted?

Sin lugar a dudas el Presidente Piñera debe ser jefe de Estado y restarse de ser jefe de la coalición para que sea la propia coalición la que genere el debate respecto de como se va a conformar un proyecto político pensando en la proyección del bloque en ocho o doce años en el gobierno. Por eso he planteado con tanta fuerza la necesidad de generar un eje social cristiano, vinculándonos con sectores que hoy militan en la DC, para ir consolidando un bloque de centro. Hoy se va a requerir más que nunca diálogo por lo que sería un error que desde el Ejecutivo se haga un cuestionamiento de si la nueva administración va a estar marcada por la derecha liberal, conservadora o social. El gobierno debe cumplir el programa de gobierno, para eso fue elegido.

Surgen dudas respecto a este punto. Por ejemplo, una de las críticas más duras contra Michelle Bachelet es que no fue jefa de coalición. ¿Por qué con Piñera debería ser distinto?

La dificultad que tuvo Bachelet está marcada por otro tema, el descenso en la popularidad, impactada por los hechos conocidos. Ahí se generó un estímulo para que los llaneros solitarios al interior de su coalición minaran cualquier expectativa de proyectar esa administración en el futuro. Los díscolos aparecen cuando los gobiernos y el jefe de Estado bajan sus niveles de popularidad. Nosotros tenemos que preocuparnos de apoyar al Presidente Piñera, de entregarle todas las herramientas, de no generar la disputa pequeña por los cargos, sino más bien de cumplir exitosamente el programa de gobierno, cumplir este nuevo relato de la mayoría social, con un despliegue de los partidos desde el primer día apoyando la acción del gobierno, generando además los puentes necesarios para que la agenda legislativa pueda ser aprobada en el Parlamento, estableciendo nexos con la DC y el Partido Radical, por ejemplo.

Otra duda es cómo se canalizan los debates internos que ya han surgido en Chile Vamos en temas programáticos y valóricos, discusiones que amenazan con generar ruido en el futuro gobierno de Piñera.

Lo primero que hay que tener claro es que el compromiso de Chile Vamos es con el programa de gobierno del Presidente Piñera. No hay que distraer los esfuerzos respecto a las reformas estructurales que debemos emprender. Nuestro gobierno va a ser transformador, de reformas pero también de certezas. Espero que mi gobierno esté a la altura de la reforma en salud, de la reforma previsional, de la reforma de política de la infancia que se requiere. Y espero que mi gobierno esté a la altura en la descentralización que se requiere. ¿Qué se hace con los temas emergentes que van desde el matrimonio igualitario a la pena de muerte, pasando por la eutanasia y la adopción homoparental?

Le pediría a nuestros parlamentarios menos creatividad en temas que están fuera del programa y más esfuerzos en desplegar y ejecutar el programa. Porque la expectativa va a estar dada por si un gobierno de nuestra coalición es capaz de cumplir lo que promete. Ese es el gran test. En el primer gobierno del Presidente Piñera nuestra coalición no tenía la costumbre de ser oficialista. Por eso, el llamado a los parlamentarios de Chile Vamos es que asumamos nuestra condición de oficialista, y eso implica que nuestra primera prioridad es cumplir nuestro programa de gobierno.

Pero son discusiones que no se pueden suprimir por decreto.

Por supuesto. Pero el principal colegislador en Chile -en un sistema hiperpresidencialista como el que tenemos hoy- es el gobierno. Me encantaría que el nuevo gobierno se planteara por lo menos a nivel conceptual el cambio a un régimen semipresidencial, con mayor contrapeso de los poderes públicos y con mayor control ciudadano de la actividad política. Pero no está en el programa y entiendo que será parte del debate que tendremos que dar para un eventual gobierno de sucesión, pero no enredar al gobierno que asume con temas en los cuales no tiene compromisos con la ciudadanía para avanzar en esa dirección.

¿Qué le pareció el manifiesto liberal presentado por un grupo de diputados de RN, donde plantean la necesidad de que la derecha se modernice y se haga cargo de temas por el matrimonio igualitario?

Eso es parte del debate que se deberá dar al interior de los partidos. No hay que generar ruido a la nueva administración, hay que poner foco en la ejecución del programa. Hay que tener en cuenta nuestra falta de experiencia en ser oficialista, algo que en el primer gobierno no solucionamos.

Su partido tiene a la bancada de diputados más numerosa y más diversa. Y es ahí donde se reflejan estos debates, particularmente en el área valórica. Hay conservadores, liberales, evangélicos, católicos. ¿Qué tipo de liderazgo puede darle conducción a esa diversidad?

El gran desafío que tiene RN es entender que somos un partido oficialista, que además se convirtió en el principal partido de Chile. Eso requiere trabajar en unidad. Es bueno que ocurran este tipo de debates al interior de los partidos, que existan estos matices, pero también es necesario entender que somos un partido que está unido en torno a una declaración de principios y que se tiene que apoyar a un gobierno de nuestro sector político. La gran responsabilidad que tienen los partidos que se convierten en la primera fuerza política del país, que ha tenido un aumento exponencial en su número de parlamentarios, es que seamos capaces de convivir. Este desafío ya lo vivió la UDI en el primer gobierno de Piñera. Si no somos capaces de mantener la unidad y el respeto por las diferencias corremos el riesgo de fragmentarnos. Y para todo esto, se requiere una dirección partidaria que sea capaz de dar espacios a todos los liderazgos.

Hace algún tiempo usted planteó su intención de competir por la presidencia de RN. ¿Intentará llegar a la presidencia ahora en marzo tras la salida de Cristián Monckeberg al Ministerio de Vivienda?

En esta primera etapa del gobierno hay que darle continuidad a una directiva que ha sido exitosa, que nos posicionó como el partido más grande de Chile.

¿Debe ratificarse, entonces, a Mario Desbordes como sucesor de Monckeberg?

En esta primera etapa no debería haber elecciones. Lo que debiera hacer el consejo nacional es prorrogar el mandato de la mesa, con su nueva integración, hasta que se haya consolidado el proceso de instalación.

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