Selfies de subsecretarios, agradecimientos y la ausencia de los nuevos ministros: así se vivió el segundo cambio de gabinete de Piñera
Una reunión a las 8.30 entre el Presidente Piñera y sus ministros del comité político fue el inicio de una jornada marcada por la incertidumbre en el oficialismo en la antesala del anuncio.
El salón Montt-Varas, pasado el mediodía, ya estaba lleno de periodistas apostados esperando que el Presidente Sebastián Piñera ingresara al lugar para concretar lo que dos horas antes había confirmado de manera oficial La Moneda: su segundo cambio de gabinete.
Esta vez, sin embargo, no se permitió estar en el lugar a los asesores de prensa de los ministros, a quienes se les había instalado un monitor -en un salón contiguo- para que siguieran la transmisión del ajuste ministerial. De hecho, a algunos de ellos que permanecían en el lugar se les pidió que se retiraran.
Con la tradicional mesa instalada en el salón y la carpeta con los decretos que contenían las renuncias e incorporaciones de los secretarios de Estado, subsecretarios de las distintas carteras que ya se encontraban en el lugar comenzaron a sacarse selfies a la espera de que comenzara la ceremonia, la que abriría el subsecretario del Interior, Rodrigo Ubilla, minutos después.
A los dos minutos siguientes, 12.55, ingresó Piñera al lugar, junto a los ministros. Así, visiblemente nervioso, con manos temblorosas, Ubilla siguió con el protocolo y comenzó a leer los decretos para iniciar la modificación en el equipo.
De inmediato llamó la atención la ausencia de tres de los cuatro nuevos ministros: Sebastián Sichel (Ministerio de Desarrollo Social), Teodoro Ribera (Cancillería) y Juan Carlos Jobet (Energía). El único de los nuevos fichajes era Jaime Mañalich (Salud), quien se sentó en la primera fila.
El subsecretario del Interior comenzó primero a enumerar quiénes presentaban sus renuncias al gabinete. Así, primero fue el turno de Roberto Ampuero, quien dejaba la Cancillería; luego José Ramón Valente, quien corrió la misma suerte en Economía; Alfredo Moreno fue el siguiente, quien protagonizó uno de los dos enroques y asume en Obras Públicas. Luego fue el turno de Juan Andrés Fontaine, que pasó a Economía en reemplazo de José Ramón Valente; y finalmente fue el turno de los ahora exministros de Salud y Energía, Emilio Santelices y Susana Jiménez, respectivamente.
Luego, Ubilla hizo lo mismo, pero dando a conocer a los que asumían. Mientras anunciaba a los nuevos ministros, cada uno de los salientes tomaban asiento en medio de los aplausos del propio Mandatario y sus pares de otras carteras. Ahí, Santelices fue abrazado cariñosamente por la esposa del Presidente, Cecilia Morel, mientras que Ampuero y Valente se dieron fuertes apretones de mano. Mañalich, en tanto, señalaba "juro y prometo" ante Piñera para asumir en su nuevo cargo. Y, luego, cuando se ubicó junto al resto del gabinete, se tropezó.
Posteriormente, fue el turno de Piñera, quien emitió un discurso de cerca de 15 minutos, dando un mensaje en el que apuntó, entre otras materias, a la situación económica del país. Al término de su alocución, el Mandatario se dirigió hacia Ampuero, a quien abrazó fuertemente y con quien se quedó hablando por unos minutos.
Ya con la ceremonia finalizada, la prensa tuvo que esperar unos minutos para poder salir del salón debido a que las puertas estaban cerradas, mientras que de manera paralela Piñera y los secretarios de Estado comenzaron a salir para dirigirse a una discreta recepción en el Salón Azul -en el segundo piso de La Moneda-, en la que despidieron a los ministros salientes. El más aplaudido: Santelices.
Las últimas reuniones
Más temprano, cerca de las 7.00, Piñera había llegado a La Moneda. Esto, porque para las 8.30 había citado a su comité político: Cecilia Pérez (Segegob), Andrés Chadwick (Interior) y Gonzalo Blumel (Segpres) con el objetivo de hacer los últimos ajustes previo al cambio de gabinete.
A esas alturas quedaban pocas dudas de que el Mandatario concretaría durante esta jornada su esperado segundo cambio de gabinete, pero lo que aún no estaba claro era a quiénes afectaría y cuál sería la magnitud que tendría el ajuste. En esos momentos, además, trascendía que el ajuste se concretaría a las 11.00, la misma hora en la que el Centro de Estudios Públicos (CEP) daría a conocer el resultado de su última encuesta, que más tarde revelaría un duro golpe para La Moneda: una caída de 12 puntos en la aprobación a la gestión del Mandatario. El cambio, sin embargo, se concretó poco antes de las 13.00.
La reunión entre Piñera y sus colaboradores más cercanos se prolongó por alrededor de una hora, mientras en los patios de Palacio la lluvia no dejaba de caer y el resto de los ministros aún no eran contactados para asistir a la ceremonia, aumentando la sensación de incerteza y la angustia que históricamente inunda a la coalición de gobierno que está de turno y a los equipos ministeriales ad portas de una modificación como ésta.
Luego de esa cita se terminó de zanjar formalmente lo que ya era un secreto a voces: que se concretaría el ajuste, un cambio que, entre otras cosas, terminó generando una molestia en la UDI.
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