El presente de las olvidadas voces que cantaron el himno del No
Rosa Escobar y Claudio Guzmán están unidos por casi el mismo destino: llegaron de modo fortuito a cantar Chile, la alegría ya viene, sus carreras cayeron en el olvido tras el hito y hoy se sienten distantes a las celebraciones.
Rosa Escobar tenía 27 años cuando grabó Chile, la alegría ya viene en 1988, la canción de la franja del No que hoy se recuerda como un imborrable himno de la campaña.
Una participación que ella misma no duda en calificar como "fortuita", pero también como una más de las incontables ocasiones en que puso en riesgo su vida durante el régimen militar. De hecho, a ella se la escucha en la segunda estrofa de la legendaria composición, cuando dice: "Porque nace el arco iris/ después de la tempestad/ Porque quiero que florezcan/mis maneras de pensar/ Porque sin la dictadura/la alegría va a llegar/ Porque pienso en el futuro/ voy a decir que No".
Por entonces, Escobar ejercía como ingeniera química y participaba como corista en el grupo Bajo Cuerdas, creado por estudiantes universitarios y dedicado a la música de raíz. Cuando estaba en ese rol, una de sus compañeras en el conjunto, Marcela Penna -hermana de la conductora de TV Tati Penna- fue contactada por Jaime de Aguirre, coautor del himno para la franja, bajo la idea de que la agrupación hiciera los coros para el tema.
En ese casting en que se probaron muchas opciones, varios cantantes fueron invitados a interpretar algunas partes en solitario, y una de ellas fue la propia Escobar. "Unos días después me dicen '¿sabes qué, Rosa? Queremos que tú cantes la canción'", recuerda hoy la intérprete.
Poco antes, también de modo fortuito, el cantante Claudio Guzmán, miembro del grupo pop QEP, era elegido para encarnar la voz masculina, a pesar de no ser un cantante tan popular por entonces: su banda tenía un suceso apenas medio y se había barajado para la misión a nombres mucho más estelares, como Francisco Sazo de Congreso. Pero la historia dijo otra cosa.
"Fue elegido porque su tono de voz se asemejaba al de cualquier persona. Y la idea era esa: que cualquiera se sintiera identificado", comentó Eugenio García, director de la campaña, en 2012.
Guzmán iba al sello Alerce, cuyas grabaciones se hacían en los estudios de Filmocentro, donde se gestaba la campaña del No. "Me lo proponen y ya pues. No había mucho que pensar", reconoce hoy.
Grabar el simbólico jingle era un riesgo: Escobar trabajaba en el Ministerio de Obras Públicas, el que estaba liderado por un general. "Era mi primera pega y estaba metida en esta cuestión, imagina lo fregado que era", comenta. Se sumaba el peso de su historia familiar: su padre, Daniel Escobar -parte del gabinete de Salvador Allende-, figuraba como detenido desaparecido. Un dato biográfico que, en todo caso, nunca sacó a la luz dentro de este proceso.
Pronto, la intérprete tomó conciencia del impacto de la campaña y la canción. "No pensé que iba a tener esa trascendencia", cuenta. Su colega concuerda: "Fue muy fuerte, pero muy bello. La posibilidad de tener un mundo distinto era real. Y quizás eso es lo más doloroso de lo que pasó después, cuando la felicidad se tornó en algo 'en la medida de lo posible'".
Escobar sintió lo mismo. Junto a Bajo Cuerdas participaron de la campaña presidencial de Patricio Aylwin, pero no llegó a más. "Me molesté, sentí que habíamos sido incapaces, teniendo la energía, la voluntad, las ganas de cambiar este país. Y me dio mucha lata que al final se pensara que con las campañas en las elecciones, y con un 'jingle', se pudiera convencer a la gente", declara la artista, que continúa reuniéndose con parte del grupo disuelto a inicios de los 90, para cantar y recordar esa época. Aunque hoy se declara distante del hito.
"Hay mucha gente que todavía no entiende lo importante que fue el cambio", agrega Guzmán. Actualmente sigue dedicado al arte, aunque ha incursionado en otras áreas, como la fotografía y los documentales. Escobar sigue trabajando como ingeniera y participando de instancias musicales: es parte de un grupo llamado Coral Femenina Pneuma, compuesto por unas 25 integrantes y cuyo repertorio comprende música sacra y latinoamericana.
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