Los bancos centrales latinoamericanos lideran la baja de tasas al enfriarse la inflación
Recordando la hiperinflación del pasado, los institutos emisores de la región subieron las tasas antes de que actuara la Reserva Federal. Ahora, van en reversa. El mes pasado, Chile fue el primer gran país emergente que redujo los tipos de interés en el ciclo actual y el banco central de Brasil lo siguió rápidamente. Según los economistas, se espera que los bancos centrales de México, Colombia y Perú hagan lo mismo en breve.
Cuando la inflación mundial se disparó en 2021, muchos de los banqueros centrales de América Latina fueron los primeros en subir las tasas de interés, meses antes de que la Reserva Federal empezara a endurecerlas.
Recordando cómo la hiperinflación alcanzó el 3.000% en algunos países en la década de 1980, los economistas de los bancos centrales de Brasilia, Lima y Ciudad de México sabían muy bien el daño que podía causar la escalada de los precios.
Ahora, América Latina está de nuevo a la vanguardia del ciclo, recortando las tasas a medida que la inflación vuelve a bajar.
El mes pasado, Chile fue el primer gran país emergente que redujo las tasas de interés en el ciclo actual, ya que la inflación anual pasó del 14% del año pasado al 6,5% en julio. El banco central de Brasil, la mayor economía de América Latina, lo siguió rápidamente, recortando su tipo de referencia al caer la inflación a menos del 4%, desde un máximo de 19 años del 12% en abril de 2022. Según los economistas, se espera que los bancos centrales de México, Colombia y Perú hagan lo mismo en breve.
Mientras los funcionarios monetarios de los países más ricos del mundo debatían si la inflación pospandémica era transitoria, las autoridades latinoamericanas sabían que tenían que actuar, dijo Ernesto Revilla, jefe de economía de América Latina en Citigroup.
“Los banqueros centrales latinoamericanos básicamente dijeron: ‘Ya hemos visto esta película antes’”, comentó Revilla. “Sabemos que cuando la inflación empieza a repuntar, es mejor empezar a actuar contra ella con rapidez y contundencia. Y lo hicieron”, agregó.
El pivote latinoamericano para recortar las elevadas tasas de interés se produce mientras una región rica en petróleo, cobre y litio lucha por recuperarse tras registrar algunas de las mayores contracciones económicas del mundo durante la pandemia.
Este año se espera que América Latina crezca un 1,9%, frente a un promedio de 4% para todos los mercados emergentes y países en desarrollo, según el Fondo Monetario Internacional (FMI). Las perspectivas económicas se ven arrastradas por el debilitamiento de la economía china, uno de los principales compradores de materias primas de la región.
Por su parte, la interrupción de las cadenas de suministro durante la pandemia y la guerra de Ucrania han hecho subir los precios a medida que se reabrían las economías de la región y de todo el mundo, y repuntaba la demanda interna de servicios. La fuerte depreciación de algunas monedas de la región frente a un dólar estadounidense más fuerte contribuyó a subir los precios al encarecer las importaciones. Los grandes paquetes de estímulo de los gobiernos en la mayoría de los principales países, excepto México, también impulsaron la inflación.
En los últimos meses, con la normalización de las cadenas de suministro, el dólar se ha debilitado en todo el mundo, lo que ha fortalecido las monedas latinoamericanas, que ya estaban respaldadas por tasas de interés elevadas.
El peso mexicano se ha apreciado un 12% frente al dólar este año. El real brasileño es un 5% más fuerte, el peso colombiano se ha apreciado un 16% y el sol peruano ha ganado un 2,5%. El peso chileno cotiza ligeramente más débil frente al dólar para 2023, después de haberse apreciado hasta un 8% a principios de año.
Según los analistas, la relajación de la política monetaria no significa que las autoridades latinoamericanas estén cerca de reactivar unas economías estancadas. Por el contrario, se están moviendo gradualmente hacia lo que los economistas denominan tasas de interés neutrales, en línea con los objetivos de inflación típicos de los países, y es probable que los funcionarios de los bancos centrales sigan recortando los tipos de interés gradualmente durante los próximos 18 meses, sostuvo Felipe Camargo, economista que cubre América Latina en la consultora Oxford Economics.
El giro de América Latina hacia tasas más bajas es un indicador de lo que cabe esperar en otros lugares, afirmó.
“Los bancos centrales tienen un largo camino por recorrer”, explicó Camargo. “A medida que se acerquen a su tasa neutral, probablemente recortarán más lentamente para calibrar si es la postura correcta”, añadió.
La relajación de la inflación es un alivio para las generaciones más jóvenes, que por primera vez habían experimentado subidas de precios. La inflación de dos dígitos se había visto por última vez en muchos países latinoamericanos en la década de 1990.
Ana Cristina de Souza Silva, de 34 años, cuidadora de ancianos en São Paulo, dijo que había dejado de salir tanto y compraba menos alimentos, buscando la marca de arroz menos cara.
“Para mí ha habido una gran diferencia”, aseguró de Souza Silva sobre los altos precios. “El precio de todo sube, todo es caro ahora”, acusó.
El establecimiento de bancos centrales autónomos en muchos países latinoamericanos desde finales de los años ochenta y noventa ha sido vital para atajar la inflación, según los analistas, ya que las autoridades adoptaron políticas de objetivos de inflación que ayudan a sus economías a absorber las perturbaciones financieras. Estos bancos centrales se han convertido en pilares de la estabilidad económica, incluso cuando la agitación política sacude la región.
Los banqueros centrales autónomos han resistido las presiones de los líderes políticos enfadados por el impacto de las altas tasas de interés en la actividad económica, con los presidentes de Colombia y Brasil especialmente vociferantes.
Los esfuerzos por controlar la inflación del banco central de Brasil, independiente sólo desde 2021, desataron las críticas del Presidente izquierdista Luiz Inácio Lula da Silva. Cuando la economía se ralentizó a principios de año, da Silva acusó repetidamente a Roberto Campos Neto, presidente del banco central, de frenar el crecimiento con tasas altas.
Aunque Campos Neto se resistió a las peticiones de bajar las tasas, más tarde aceptó un plan para cambiar el sistema de objetivos de inflación del banco, de forma que no afectara a la política monetaria a corto plazo.
En Brasil, la desaceleración de la inflación de los alimentos ayudó a aumentar los índices de aprobación de Da Silva, con un 60% de los brasileños diciendo este mes que aprueban la labor del Presidente, frente al 51% de abril, según dijo el miércoles la encuestadora Quaest.
“La economía es el principal motor de la mejora de la popularidad de Lula: la desaceleración de la inflación de los alimentos y, en algunos casos, la caída de los precios, como en el caso del combustible”, señaló Rafael Cortez, politólogo de la consultora Tendências, con sede en São Paulo.
En Argentina, donde el banco central no es independiente, la inflación ha subido hasta el 113%, una de las tasas más altas del mundo, ya que el gobierno imprime dinero para cubrir un gran déficit presupuestario. El candidato opositor Javier Milei, favorito en las elecciones presidenciales de octubre, ha prometido cerrar el Banco Central y sustituir el peso por el dólar para poner fin a años de alta inflación.
La inflación galopante solía ser más común en América Latina, donde las monedas han sido durante mucho tiempo propensas a la devaluación. El peso mexicano sufrió un duro golpe durante la llamada Crisis del Tequila de 1994-95. México y Brasil vieron debilitarse sus monedas en la crisis financiera mundial de 2008-2009.
Para la mayoría de los países latinoamericanos, ese ya no es el caso porque “una combinación de cierta disciplina fiscal, independencia del banco central y tipos de cambio flexibles ayuda a evitar que los choques inflacionarios se vuelvan permanentes”, puntualizó Benito Berber, economista jefe para las Américas del banco de inversión francés Natixis.
En México, la inflación alcanzó un máximo de casi el 9% anual el verano pasado, la más alta en más de dos décadas. El Banco de México elevó su tasa de interés de referencia al 11,25%, el más alto desde que empezó a utilizar el objetivo de tasas en 2008. En julio, la inflación disminuyó por sexto mes consecutivo, hasta el 4,8%.
La gente ha notado el pellizco de las tasas de interés más altas, sobre todo a la hora de hacer grandes compras.
“El otro día estaba comprobando el costo de endeudarme para comprar un auto, y dije, de ninguna manera en estos momentos”, comentó Santiago Díaz de la Vega, analista de productos de 26 años en Ciudad de México. “Pero por suerte se está controlando la inflación”, agregó.
El Presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, ha acogido con satisfacción la relajación de la inflación, atribuyendo el mérito a las subidas de tasas del banco central y al plan antiinflacionista de su gobierno. Ese plan consistió en gastar unos US$ 20.000 millones el año pasado para subvencionar la gasolina y el gasóleo, una medida que, según funcionarios del Ministerio de Hacienda, impidió que la inflación se disparara a dos dígitos.
México también eliminó los aranceles a la importación de fertilizantes y de algunos alimentos, congeló temporalmente los peajes de las autopistas para limitar los costos de transporte y llegó a acuerdos con productores y tiendas para mantener estables los precios de una cesta de productos básicos.
“Creo que la política de tasas de interés ha tenido éxito porque la inflación ha bajado en el último año”, dijo Eduardo Farfán, de 30 años, gerente de una empresa tecnológica en Ciudad de México. “Además, ahora el dólar es más barato si quieres viajar, y eso es bueno”, concluyó.
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