Bachelet no logra continuidad para su legado y volverá a entregar la banda a Piñera
Desde la noche del 19 de noviembre la Presidenta tomó un rol activo en una campaña que muchas veces la erigió como la principal contendora del candidato opositor, a quien no tardó en llamar para darle sus felicitaciones. Ahora, la misión del Gobierno será la aprobación de proyectos clave y la defensa de su legado. ¿Su futuro? Por ahora sigue siendo incierto.
Tal como sucedió en marzo de 2010, la Presidenta Michelle Bachelet tendrá que entregarle nuevamente la banda presidencial a Sebastián Piñera.
La mandataria vivió una jornada intensa que sólo se interrumpió durante las primeras horas de la tarde cuando se trasladó a un supermercado para comprar frutas y verduras.
Antes votó en el colegio Teresiano de La Reina entre mucha gente y atendió a la prensa y luego llegó a La Moneda para abordar la emergencia de Chaitén junto a su comité político.
Mas tarde, cuando la tendencia ya era clara, Bachelet no demoró en reconocer el triunfo de Sebastián Piñera, a quien llamó para "desearle una muy buena gestión en su mandato" y coordinar un desayuno que se realizará a las 9:00 de hoy.
"Espero recibir sus sabios consejos", le dijo el Presidente electo. "Usted podrá contar conmigo", fue la réplica de Bachelet.
Desde La Moneda, la vocera Paula Narváez señaló que "tal como lo indica nuestra tradición republicana, coordinaremos con el nuevo Presidente electo un proceso de traspaso ejemplar, como se lo merece todo Chile".
El tardío protagonismo de Bachelet
Uno de los cambios más potentes que manifestó la candidatura de Alejandro Guillier después de la primera vuelta fue el protagonismo que adquirió la mandataria en la campaña presidencial.
El hecho de que el oficialismo haya llegado con dos candidatos a esa instancia fue la principal razón por la cual se mantuvo al margen de la contienda, pero es también una de las manifestaciones más claras de que Bachelet no fue capaz de mantener unida a una coalición que se generó exclusivamente para respaldar su administración y que tras cuatro años tiene sus días contados.
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La Presidenta no pudo imponer su liderazgo para, por ejemplo, evitar que la DC terminara con un pie afuera del conglomerado, compitiendo con una candidata propia como Carolina Goic y con una lista parlamentaria independiente que, además, generó un fuerte impacto electoral en el oficialismo.
De esta forma, la Nueva Mayoría llegó seriamente dañada a la primera vuelta y sanar las heridas en sólo un mes asomaba como una tarea muy difícil.
Pero Bachelet no tiró la toalla. Los resultados del 19 de noviembre dejaron con vida a Guillier y la Presidenta, ya sin las limitaciones de la candidatura de Goic, tiró toda la carne a la parrilla.
"Ha llegado el momento de la unidad de todos los que desean consolidar las transformaciones", dijo con euforia esa misma noche. En ese minuto su rol cambió.
Dos días después, el senador por Antofagasta fue invitado por la propia Presidenta a un desayuno en La Moneda y de ahí en más se les vio juntos en diversas actividades e inauguraciones.
En la oposición comenzaron a llover acusaciones de intervencionismo en contra del Gobierno y durante semanas fue creciendo un permanente conflicto que llevó la campaña a un nuevo terreno, en que muchas veces el verdadero adversario de Piñera fue Bachelet y no Guillier.
Desde el Palacio Presidencial la respuesta fue siempre la misma. Por un lado señalaron que Piñera fue invitado a las actividades a las que asistió Guillier y por otro resaltaron su derecho a defender el legado de la Presidenta Bachelet.
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Desde luego, en el Gobierno aspiraban a que ese legado que defendieron con dientes apretados durante el último mes fuera continuado por Alejandro Guillier. Por lo mismo, en el oficialismo asumieron que la debacle de ayer no sólo fue una derrota para el candidato de la Nueva Mayoría, sino también un fuerte golpe para la administración de Bachelet.
La vorágine legislativa
El discurso que ha mantenido la Presidenta en cuanto a que gobernarán hasta el último día cobrará más relevancia que nunca.
"Tenemos casi tres meses de Gobierno por delante y muchas iniciativas muy importantes que debemos sacar adelante", planteó ayer Paula Narváez.
Es por esto que los últimos meses de la administración de Bachelet se centrarán en poder avanzar en lo posible en proyectos que se encuentran en etapas muy preliminares en el Congreso o que todavía no se han enviado al Parlamento.
Uno de los que todavía no ha sido enviado es el proyecto de Nueva Constitución. Aún sigue trabado el proyecto que reforma el capítulo XV de la Carta Fundamental que busca crear una convención constituyente y siguen existiendo dudas en el oficialismo sobre el quórum de dicho mecanismo y sobre la opción de incorporar el plebiscito como una alternativa.
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Piñera ha sido claro en que su aspiración es una reforma constitucional y no una nueva Constitución, por lo que el Ejecutivo tendrá que agotar todos los recursos para poder avanzar en esta materia.
De igual modo, proyectos como la reforma a las pensiones, matrimonio igualitario, identidad de género y fin al CAE son algunas de las medidas que en el Ejecutivo buscarán acelerar al máximo para que vean la luz antes de que el ex Presidente vuelva al poder.
Un futuro incierto
"No volveré a votar como Presidenta". Con esas palabras la jefa de Estado aseguró ayer que este será su último mandato.
El futuro de la Presidenta se mantiene en la incertidumbre y la propia Bachelet ha señalado que cualquier decisión la tomará después de marzo, puesto que lo único que tiene planificado es tomarse un descanso tras entregarle la envestidura a Piñera.
De momento, Bachelet ha asegurado que le han llegado diversas ofertas de trabajo desde universidades y distintos organismos internacionales. En los casi tres meses que le quedan en el poder, todo apunta a que seguira bregando por su legado.
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