Bon Appetit
Por Carolina Krümmel
Buscando degustar platos variados, tradicionales y refinados, además de ingredientes tales como la crème fraiche, el bouquet garni y la mantequilla, nos acercamos a La Cascade, restaurante especializado en la gastronomía francesa.
Establecido hace más de 55 años, está emplazado en el destacado polo gastronómico BordeRío. Ubicado a nivel de calle, cuenta con una arquitectura que hace reminiscencia a los bistrot franceses, con un toque clásico y tradicional.
El ambiente interior está desarrollado en distintos niveles, generando diversas atmósferas en el mismo restaurante. Adminículos cuidadosamente expuestos, nos trasladan a Francia. Cuenta, además, con una agradable terraza.
Al interior de una embanderada, ilustrada y atractiva carta, podemos encontrar numerosos platos principales de la cocina gala, entre los cuales seleccionamos las recetas más típicas de Francia. Se pueden encontrar todo tipo de preparaciones y especialidades en base a vegetales, carne, pescado y pastas, además de distintos acompañamientos. La mayoría de los platos se presentan bajo su nombre tradicional, con ciertas reseñas en español.
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Siguiendo las recomendaciones del garzón, seleccionamos para comenzar "caracoles a la bourguinon" ($8.900), compuesto por 6 unidades enteras, de tamaño adecuado, sin concha, embebidos en un muy bien condimentado aderezo en base a hierbas. Servidos en un plato especial, de textura más bien chiclosa, una semi marcada nota amarga predomina al final en boca.
Degustamos, además, una deliciosa y clásica "soupe a l´oignon" ($7.500), preparación en base a cebollas dulces cortadas en julianas que incorporara, además, trozos de pan tal como lo señala la tradición. Marcadas notas de mantequilla y variados condimentos, caracterizan a esta sopa líquida pero con un punto de almidón que le da una agradable textura. Una gruesa y gratinada capa de queso bien fundido, entregaba a esta sabrosa preparación un atractivo toque de consistencia y mayor cuerpo, que servida en un lindo pocillo, mantuvo por bastante tiempo su calor.
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Seleccionamos entre los "platos de resistencia", "pato a la naranja con papas rejilla" ($ 12.900) y "coq au vin y cous cous de champiñones" ($9.900), como platos de fondo.
El tradicional "pato a la naranja" se presentó como un trutro de tamaño adecuado, tierno y jugoso, con la nota dulce, compleja y equilibrada de la deliciosa salsa bien marcada de naranja. Se conjuga bien con crocantes papas rejillas de entretenida forma y homogéneo color, que se disponían sobre el plato de manera muy ordenada. Un juego de variadas texturas y complejos aromas maduros y sabores abocados lo caracterizan, definitivamente.
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El plato "coq au vin" estaba compuesto por un fresco y sabroso trutro de grandes dimensiones, se cubría con una salsa en base a vino, de colores más bien oscuros, de complejos sabores y aromas que le aportaba definitivamente el sabor de la cepa tinta. Un pálido, pero bien logrado timbal de couscous de champiñones lo acompañaba, con su textura característica y sabores que le son propios.
De postre saboreamos "eclair" ($3.900), dos finos pastelitos elaborados a partir de la masa choux, muy ligera. Se sirvieron fríos y rellenos con crema pastelera aromatizada con notas de vainilla, además estaban bañados en chocolate de intenso sabor a cacao y acompañados de crema chantilly y salsa de frambuesa, que le aportaba frescor. Al degustarlo, se deshacía rápidamente en boca.
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También seleccionamos la tradicional tarta al revés o "tarte tatin" ($3.900). La base de manzanas caramelizadas, de textura muy suave y aromática, se cubre por una sabrosa masa de atractivos colores. Servido frío, cuenta con un gran cuerpo de color naranjo oscuro brillante y textura aterciopelada, sabor bastante dulce y persistentes e intensas notas de manzanas en el "retrogusto". Se acompañaba de una refrescante porción de helado de bocado, de textura suave y toques salsa de frambuesa.
En general, los platos que degustamos presentaron un tamaño mediano y buenas materias primas, y una linda presentación. Cuentan con una infraestructura adecuada y una entretenida música ambiental francesa, la que nos acompañó durante todo el almuerzo. El servicio fue muy gentil, atento y preocupado por los detalles. Poco tiempo de demora y buen ritmo. Cuenta, además, con acceso a numerosos estacionamientos al interior del recinto, dentro de BordeRío.
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