David Gallagher: "La Presidenta tiene la autoridad, capital político, inteligencia y capacidad para hacer un cambio de switch"
Ciudadano de mil mundos, David Gallagher es ese tipo de personas inclasificables: intelectual de corte liberal, hombre de negocios, observador y analista político, todos en uno. Como presidente de Asset Chile, banco de inversión especialista en fusiones y adquisiciones, director de Cencosud y consejero del Centro de Estudios Públicos (CEP), sintetiza en su mirada una percepción amplia de lo que está aconteciendo hoy en el país y de cómo viene el próximo año.
¿Su juicio? Duro, pero aún optimista como él mismo lo define. Cree que el Ejecutivo no lo ha hecho bien y que el cúmulo de reformas “sin mucha preparación” y algunas “desatinadas en sus propósitos” han generado el mal ambiente reinante y ayudado a la débil performance económica. Desde esa óptica, critica “que el Gobierno de la Presidenta Bachelet invoque la mayoría que tiene en el Congreso como la dictadura invocaba sus armas para, así decirlo, avanzar sin transar”.
Sin embargo, todavía apuesta a que habrá un golpe de timón o cambio de switch, y que éste será liderado por la primera mandataria, en la que dice confiar por su “sensatez”.
¿Cuál es su evaluación del clima político-económico que vive el país?
Para sorpresa de la mayoría de los chilenos, el gobierno optó por tratar de hacer una cantidad enorme de reformas simultáneas y se tiró a la piscina con cada una de ellas sin mucha preparación. Primero vino la tributaria que se presentó como se anticipaba en el programa, pero uno suponía que una iniciativa tan mal estructurada iba a ser corregida. Todos los países tratan de simplificar sus sistemas tributarios y este cambio, por el contrario, implicaba una gran complicación. Ahora, lo que terminó saliendo fue un engendro casi peor que el original. Es aún más complejo. Después vino la reforma educacional que también parece muy improvisada. Y luego hay otra serie de iniciativas.
Entonces tenemos una cantidad importante de reformas que, quizás por el mismo número, parecen muy poco trabajadas. Eso crea un clima de desconcierto en los agentes económicos y en la ciudadanía en general, como lo evidencian las encuestas que están demostrando que estas reformas son francamente impopulares. Otro elemento de desconcierto es que no sabemos si la Presidenta ha cambiado, aunque ella en la campaña decía: “los chilenos me conocen”. Sobre todo cuando está viajando, hay un discurso de que Chile quiere crecer, quiere inversiones, alianza pública-privada, etc., que es como la Michelle Bachelet de antaño. Pero en la práctica las reformas que se proponen son desatinadas en sus propósitos, o son bastante radicales y significan cambios en las reglas del juego.
¿Esperaba más de este Gobierno?
A mí no me gustó el programa, por eso no voté por ella. Pero muchas de las intenciones las comparto y me parece genial que la Presidenta haya puesto en el tapete el tema de la inclusión, de la igualdad de oportunidades, y que haya logrado generar un consenso respecto del objetivo de tener una cancha más pareja. El problema son los medios para lograrlo. Por qué concentrarse tanto en hacer transferencias de bolsillo en cómo se paga la educación particular subvencionada, en vez de concentrarse primero en la educación pública. Obviamente necesitamos una educación pública mucho más potente, de manera que algún día resulte absurdo para un padre mandar a su hijo a un colegio particular subvencionado. Pero entonces por qué no partir por ahí.
Hay quienes piensan que lo que falta es una arquitectura institucional para estos cambios, que potencie el diálogo.
En general las áreas en que están planteados cambios son correctas. Pero si uno va a hacer cambios radicales, es primordial estudiarlos y dialogarlos en profundidad, y que se dé un consenso amplio en torno a ello. La última vez que se trató de imponer cambios en forma tan brutal fue en los años 70 en el gobierno de Pinochet, y ahí no se consultó a nadie. Pero ahora estamos en democracia, entonces es raro que el gobierno de la Presidenta Bachelet invoque la mayoría que tiene en el Congreso como la dictadura invocaba sus armas para, así decirlo, avanzar sin transar.
En ese sentido, ¿es válida la crítica política que hizo esta semana Evelyn Matthei, que sindicó a la Presidenta como la responsable de lo que está pasando?
Evelyn Matthei es una mujer jugada y valiente, pero ella está en la lucha partidista, yo no. Yo tiendo a creer que la Presidenta no es la responsable y que más bien es víctima de equipos dados a la utopía y a la improvisación.
En agosto usted dijo que había que considerar la encuesta CEP para un eventual segundo tiempo del gobierno. ¿Estamos ya en él?
No, estamos todavía en el primer tiempo, pero puede haber un segundo tiempo. Creo que la Presidenta Bachelet tiene la autoridad, capital político, inteligencia y capacidad para hacer un cambio de switch. Siempre la he visto como una mujer muy sensata y tranquila, que se distingue de las figuras de izquierda típicas de América Latina que son estridentes y grandielocuentes. Ella puede hacer un cambio que apunte a mantener el objetivo de que Chile sea un país con más igualdad de oportunidades, pero que restaure la confianza de los inversionistas para que haya más crecimiento, porque sin crecimiento la igualdad de oportunidades no va a funcionar. Me acuerdo cuando señaló sobre el Transantiago que su intuición le había dicho que algo estaba mal, como que le vendieron una pomada los técnicos….A mí me encantaría que esa intuición renaciera y que se diera cuenta que también aquí le han vendido toda una serie de cosas que no me convenzo que son de ellas.
¿Eso quiere decir que ha estado mal asesorada, que su equipo está al debe?
Yo creo que es así. Esa es la única explicación que me puedo dar. Reforma por reforma hay una disonancia entre los fines y los medios. Yo creo que van a estar los historiadores tratando de indagar en unos años más quiénes son los autores de este programa de la Nueva Mayoría.
Matthei sindica como el inspirador de la reforma educacional a Fernando Atria.
Me imagino que tiene mucha influencia, pero no creo que sea el único.
Empresariado
¿Comparte el reclamo del mundo empresarial que se siente "maltratado" y acusa un clima de desconfianza?
No sé si maltratados es la palabra. Lo que hay es un arsenal de reformas que son preocupantes para los empresarios. El país se beneficia mucho si hay un diálogo sólido entre el empresariado y el mundo político, porque los empresarios son los que dan empleo, son el motor del crecimiento del país.
¿El gobierno entiende la lógica de cómo funciona el sector privado y la inversión?
En estos meses mi sensación es que no. La CPC y la Sofofa se quejarán que los han tratado mal, pero quieren ayudar, quieren que al país le vaya bien.
Es decir, ¿no están atornillando al revés?
No. El empresariado hace tiempo que no está matriculado con un sector político. De hecho, hay discusiones sobre quién recibió más aportes reservados y quién más lo hizo fue la candidata Bachelet.
¿Y cómo se recupera su confianza?
La confianza del empresariado se restablece con diálogo, pero también con acciones. La única manera sería dando unos golpes a la cátedra fuerte, ya en un segundo tiempo. El punto de inflexión puede venir con un big bang, como fue en el primer gobierno de Bachelet, o de a poquito y que sólo te des cuenta en retrospectiva.
¿Pero de todos modos se debe apuntar a moderar las reformas?
No sus objetivos, pero sí cambiar los medios a través de los cuáles se pretende llegar a ellos. Si el objetivo es más calidad e igualdad de oportunidades en la educación, vayamos a eso y no nos quedemos con una sobrerreacción al movimiento estudiantil del 2011, porque hoy no es la misma calle y además la calle no es la encarnación del país. Chile quiere cambios, pero no tan radicales y no en la dirección que está proponiendo el gobierno. Hay que saber cómo interpretar al país más allá de los que gritan en cada momento.
Si todo lo anterior es así, ¿por qué inversionistas externos siguen comprando empresas en Chile?
En algunos casos saben menos. Tienen confianza que el país es moderado y que los gobiernos, tarde o temprano, están obligados a moderarse si se desvían de la media del chileno. Ven entonces que existe una oportunidad, porque hay inversionistas chilenos asustados que no venderían en otras circunstancias.
¿La falta de confianza se extiende al ministro de Hacienda?
El ministro Arenas fue uno de los mejores directores de Presupuesto que ha tenido Chile. No puedo creer que él sea el autor de la reforma tributaria.
Pero era su responsabilidad…
Sin duda lo era, pero el ministro Arenas no es el tema, no es un obstáculo.
Lo que viene
¿Cómo se aspecta el 2015?
Va a depender de si el gobierno puede hacer el cambio de switch. No se puede remar en contra de la sociedad civil y ésta es distinta en Chile a lo que creen algunos ideólogos. Soy relativamente optimista, porque sigo creyendo que la Presidenta es una mujer muy sensata.
De acuerdo a eso, ¿habrá algún grado de recuperación?
Va a haber algo de rebote, con lo cual si este año crecemos bajo 2%, tal vez el próximo podamos llegar a 3%, pero no más que eso. Lo único que podría mejorar ese escenario es que se lograra cambiar tanto el clima como la legislación en cuanto a las aprobaciones de proyectos de inversión. Eso sería un gran motor, porque es extremadamente grave lo que ha pasado con la judicialización.
El otro gran tema para 2015 va a ser la reforma laboral. La discusión tiene que ser hecha con una tremenda altura de miras por parte de todos los actores. Aquí todo el mundo tiene que conceder algo. Si hacemos una reforma laboral sólo para la gente que ya está sindicalizada y que tiene empleo, sería lamentable. Esa va a ser la gran prueba de fuego.
Usted se declara aún optimista, ¿pero qué pasa si el gobierno no modera sus reformas?
Tendría unos años bien difíciles. Pero estamos en democracia, por lo que me imagino que para el próximo período el país elegiría un gobierno más moderado. Mucha gente mostraría su descontento. En este momento tenemos el descontento de apoderados, de sostenedores, pero si mañana sube el desempleo vamos a tener un descontento masivo.
¿El golpe de timón que se requiere en Educación es con el ministro, o puede ser que Eyzaguirre deba salir?
Yo creo que es más fácil que el golpe de timón económico lo haga Arenas, a que el de Educación lo haga Eyzaguirre. Se pueden hacer cambios enormes con reformas chicas. Hay que aprovechar lo que había, porque si no lo otro es la teoría de la retroexcavadora.
¿Cuál es el mayor riesgo de que el gobierno no modifique la reforma educacional?
Que tengamos un Transantiago educacional. Va a ser un drama si lo que tenemos es el cierre de un número importante de colegios. Puede haber unos 4-5 años bien complicados y los jóvenes tienen sólo una vez en la vida 13 o 15 años.
Pero en uno de sus viajes la Presidenta habló de campaña de terror en estos temas.
Yo creo que se mal informa a la población cuando se le dice que no va a pasar nada, que la intención del gobierno no tiene nada que ver con perjudicar a los colegios particulares subvencionados. Ahí es donde se está mal informando.
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