El abismo fiscal podría conducir a un atasco a los republicanos
Nos gusta este nuevo Presidente Obama”, dijo el liberal Chicago Sun Times la semana pasada. Y podría ser, en contraste con su manejo de la crisis de deuda en agosto de 2011. Obama se ha mantenido decidido en torno al abismo fiscal. Su insistencia en un aumento del impuesto para el 2% más rico podría verse como una victoria pero busca superar marcas antiguas. Si Obama logra que suficientes republicanos voten por el alza de impuestos, podría llevar a ese partido a una guerra civil.
Ha habido gran espectáculo desde la elecciones respecto del creciente número de republicanos que han señalado estar preparados para romper su promesa anti-impuesto. Pero muchos más han votado para mantenerla. En la práctica, incluso un acuerdo con un modesto 2% ó 3% de aumento produciría rupturas internas. Cualquier republicano que vote por un aumento del impuesto se encontrará a sí mismo en el lado equivocado de la división teológica de sus correligionarios. Eso será una dificil posición.
Hasta ahora, la oposición a cualquier nuevo tipo de impuestos era lo único en lo que los republicanos estaban de acuerdo. Si Obama puede acorralar al vocero de la Cámara John Boehner y suficientes republicanos para romper sus promesas, el partido no volvería a ser el mismo.
No podría haber mejor medición del nuevo y decidido Obama que el contenido de su propuesta el mes pasado de evitar el abismo fiscal, su única oferta hasta entonces. Mitch McConnell, el líder republicano del Senado, explotó en risas cuando el secretario del Tesoro, Tim Geithner se lo leyó. En contraste con la división cuatro a uno entre recortes de presupuestos y aumentos de impuestos que Obama estaba preparado para conceder en 2011, ahora está ofreciendo una proporción de alrededor uno a uno. Este es un cambio extraordinario.
Pero algunos de los recortes son ilusorios. Por ejemplo, Obama cuenta US$1 billón (millón de millones) en ahorros por no pelear en Afganistán e Irak durante la próxima década, pese a que estas guerras terminaron.
El escenario también ha cambiado. Luego de las elecciones, los comentaristas le pidieron al presidente seducir a Washington, jugar golf con Boehner y cenar con sus oponentes. Obama ignoró esa advertencia. Durante la fiesta de Navidad de la Casa Blanca para legisladores la semana pasada, Boehner y Obama ni siquiera fueron fotografiados juntos.
El presidente difícilmente puede ser culpado por querer deshacer el daño del año pasado: siguió ofreciendo grandes y mayores compromisos a los líderes republicanos, que siguieron rechazándolos. El Partido Republicano estaba listo para derribar la casa. Obama fue humillado.
Esta vez Obama quiere asegurarse de que sea al revés. Pero tendrá un precio. Además de su fuerte línea en el aumento de impuestos. Obama está determinado a asegurarse de que los republicanos nunca más puedan tenerlo de rehén. Pero lo más importante es que Estados Unidos enfrentará su deuda de US$16,4 billones en febrero.
Muchos de los republicanos que le piden a Boehner que se comprometa en cuanto a impuestos para evitar el precipicio están confiados que podrán revertir el balance en febrero.
¿Cómo esto afectará la economía? De una u otra forma, es probable que Obama logre el aumento de impuestos incluso aunque signifique estar al borde del precipicio. Si lo logra, como parte del acuerdo el acercarse al abismo, podría enviar a los republicanos a una crisis prolongada.
Pero no lograr al menos dos años de aplazamiento podría crear una escena aún más peligrosa para el 2013 que podría hacer que el año pasado se vea sólo como un ensayo.
COPY RIGHT FINANCIAL TIMES
© The Financial Times Ltd, 2011.
Comenta
Los comentarios en esta sección son exclusivos para suscriptores. Suscríbete aquí.