El vuelco de Hollande todavía tiene que rendir resultados tangibles




El desempleo está subiendo, las empresas siguen dudosas y la decadente popularidad del presidente se ha seguido desplomando.

Casi dos meses después de que François Hollande espantó a su base de izquierda al mostrarse como un socialdemócrata reformista, el líder francés en problemas tiene poco que mostrar sobre sus políticas pro empresas a medida que avanza hacia su primera prueba electoral nacional desde su llegada al poder en mayo de 2012.

Él prometió reducir los costos laborales, el gasto público y los impuestos, pero no ha logrado cumplir su promesa de "invertir la curva" de desempleo para fines del año pasado. Sin embargo, vio el número de desempleados subiendo a un récord de 3,32 millones en enero.

Él ha dado un gran impulso para convencer a los empleadores en casa y en el extranjero para aceptar su "pacto de responsabilidad" con las empresas, literalmente abrazando a un emprendedor galo en Silicon Valley y recibiendo a líderes de empresas extranjeras en el Palacio Elíseo, donde simpatizó con ellos sobre las complejidades de operar en Francia. Francia era "inteligente pero ininteligible", bromeó.

Pero el último indicador de clima de negocios de  Insee, el instituto de estadísticas de Francia, mostró que la confianza en febrero se estancó muy por debajo del promedio de largo plazo, a un nivel que ofrecía pocas señales de un repunte en la necesidad urgente de Hollande de impulsar una recuperación que hasta ahora ha tenido poco brillo.

Mientras, el presidente más impopular de la posguerra en Francia ha sufrido una caída adicional en su aprobación a 20% o menos, un siniestro acontecimiento, con las elecciones locales a realizarse durante los dos últimos fines de semana de marzo y las elecciones del Parlamento Europeo que se realizarán a fines de mayo.

El nuevo cambio de política de Hollande fue un cambio importante para un político que alguna vez dijo que no le gustaban los ricos, que proclamó durante su campaña electoral que el mundo de las finanzas era un "verdadero adversario" y quien impuso (temporalmente) un 75% de impuesto a las rentas sobre 1 millón de euros.

Siempre fue probable que se recibiera con escepticismo por aquellos  suspicaces de un gobierno socialista que redujo los ingresos tributarios en cerca 30 mil millones de euros. Pero Hollande necesita mostrar algunos resultados desde su vuelta en U en enero, tanto en términos de crecimiento como en su propio destino político.

Ayer, los empleadores y líderes sindicales retomaron negociaciones sobre un tema clave del "pacto de responsabilidad": un recorte de 30 mil millones de euros en los costos laborales para los empleadores.

Este ha resultado ser un buen acuerdo, menos radical que lo que pareció al principio. Medef, la federación de empleadores, ha acordado que la mayoría de esto se hará a través de una simple continuación del crédito tributario de 20 mil millones de euros que ya está presente.

La presión también está sobre los empleadores para que acepten que los 10 mil millones de euros residuales apuntarán a los de menores ingresos. Esto probablemente minimizaría el número de nuevos empleos creados, pero haría poco por ayudar a la perjudicada competitividad del sector exportador galo, que emplea principalmente a gente muy por sobre el salario mínimo.

La otra gran promesa del presidente, recortar 50 mil millones de euros del gasto público anual de 1,2 billones (millones de millones), todavía está siendo estudiada por un comité que el presidente mismo encabeza. En términos reales, el "recorte" representa sólo un freno en la tasa de incremento en el gasto, pero las duras opciones políticas que incluso esto requiere todavía tienen que detallarse.

Hollande quiere que el "pacto de responsabilidad" se negocie a tiempo para ser puesto en un voto de confianza en abril. De esa forma, los cambios pueden proceder sin un largo proceso legislativo.

Hay creciente expectación de que Hollande también hará un cambio de gabinete en algún minuto en los próximos meses en una apuesta por relanzar su presidencia.

Esto podría incluir despedir a Jean-Marc Ayrault, su primer ministro. También estaría pensado un reemplazo del veterano Laurent Fabius, actualmente ministro de relaciones exteriores y por largo tiempo rival político de Hollande dentro del partido.

Hay otros nombres en el sombrero. Pero su sola presencia como contendor es altamente simbólica. Fue Fabius el seleccionado como premier por Francois Mitterrand, el predecesor socialista de Hollande, hace casi 30 años con la misión de dar vuelta una economía en problemas, a través de políticas reformistas de mercado.

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© The Financial Times Ltd, 2011.

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