Goldman descubre que el dinero puede comprar respeto




La semana pasada, Goldman Sachs traspasó un hito. Una fundación filantrópica que el banco creó hace seis años para apoyar a las mujeres pobres en todo el mundo ha entregado financiamiento a la emprendedora número 10.000.

La llamada Fundación 10.000 Mujeres también anunció planes para alinearse con la Corporación Financiera Internacional (IFC), el brazo financiero del Banco Mundial, para crear un fondo de US$600 millones que extenderían créditos a 100.000 emprendedoras ávidas de efectivo. Esto podría no sólo dar poder a las mujeres, sino también desatar una ola de nueva actividad económica e impulsar el crecimiento. Así lo declaró un comunicado de prensa de Goldman Sachs y el Banco Mundial.

Sin duda, parte de la razón para esta iniciativa es aplicar algo de brillo a la empañada imagen pública de Goldman Sachs. Pero más allá de eso, hay tres puntos que destacar sobre la medida de la semana pasada.

Primero, el Banco Mundial y Goldman Sachs tienen razón en señalar que hay una necesidad de ofrecer más capital semilla para el emprendimiento femenino; el Banco Mundial calcula que hay una brecha de financiamiento de US$300 mil millones en la actualidad. Las mujeres que tratan de crear empresas a menudo son incapaces de hacerlo porque carecen de colateral o enfrentan obstáculos legales.

El segundo punto es que Goldman parece tan interesado en ganar la estima de sus propios empleados como lo está con el resto del mundo. Lloyd Blankfein, director ejecutivo, dice que una gran razón para las tareas filantrópicas del banco es mejorar la "cultura"; o, como diría un cínico, impulsar la moral entre los banqueros que están agotados de recibir golpes.

En realidad, esta generosidad no cuesta mucho -al menos no en términos relativos. Goldman está poniendo US$50 millones en el proyecto del Banco Mundial; fue el cuarto mayor donante corporativo en Estados Unidos en 2012, tras dar US$240 millones a la caridad. En comparación con el pago a los empleados del año pasado, de US$13.000 millones, sin embargo, sus obras de caridad son una pequeña gota de agua. Aún así, es suficiente para apoyar algunas causas y crear el deseado espíritu.

Goldman no está solo; la mayoría de los bancos de Wall Street están expandiendo sus programas de filantropía. JPMorgan, por ejemplo, está realizando una serie de iniciativas comunitarias. Citigroup está haciendo lo mismo. Y hace dos meses Bank of America se asoció con Bono (de U2) para respaldar un programa que combate el sida en África. "Estos proyectos son muy populares con nuestros propios trabajadores", dijo el director ejecutivo de BofA, Brian Moynihan.

El tercer tema que salta a la vista con el anuncio de Goldman es el grado en el cual está evolucionando la tecnología. Cuando los bancos hacían "caridad" hace unas décadas, usualmente sólo lanzaban dinero a una buena causa que había sido creada por un tercero. Recientemente, los bancos y otros grandes donantes corporativos se han involucrado más en la implementación de programas, ofreciendo apoyo logístico.

En la iniciativa anunciada la semana pasada, Goldman está haciendo mucho trabajo de diseño en sí mismo y está entregando mucho capital intelectual y energía. Goldman ha encontrado un nicho vacío, y se apuró para llenarlo. Como el mismo Blankfein lo dice, están saltando a un espacio en blanco.

Este enfoque tiene todas las características de un acuerdo de Goldman. Hay apalancamiento en abundancia (el proyecto espera transformar la donación de US$50 millones del banco en un fondo de más de US$600 millones, recurriendo al gobierno y a otras compañías). Este es un salto en materia de colaboración público-privada (es poco usual que el Banco Mundial colabore de manera tan profunda con un solo banco privado). Y también hay potencial para que Goldman construya relaciones de largo plazo en una manera sutil, poniéndose a sí mismo al centro de los flujos de información. En otras palabras, es una transacción inteligente, o un arbitraje interesado.

Además, por cierto, no hay duda de que los banqueros deben redefinir su imagen en el mundo post crisis, tanto a sus propios ojos como a los del resto.

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© The Financial Times Ltd, 2011.

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