Joaquín Cortez, como pez en el agua
Vivió en cuerpo y alma las principales crisis financieras chilenas y mundiales ocurridas entre las dos últimas décadas del siglo pasado y lo que va de este. Y no como espectador, sino que instalado en el corazón de la industria financiera. Joaquín Cortez se convirtió el pasado 14 de marzo en la nueva cabeza de la Comisión para el Mercado Financiero y el consenso en torno a su nombre es total.
Está a días de cumplir 67 años, es economista de la UC y de Chicago, de pasado democratacristiano, ex funcionario de gobierno en los 80 de Pinochet, dueño de una pluma envidiada por sus amigos, enemigo de la confrontación, de un humor filoso y por 17 años figura clave en la industria de las AFP chilena. Es Joaquín Cortez, el hombre que llevará las riendas de la debutante Comisión para el Mercado Financiero (CMF).
Fue sorprendente que un hombre de bajísimo perfil y con una extensa carrera como ejecutivo en las grandes ligas aceptara un puesto de máxima exposición como este. Pero ahí está. "Creo que todos los economistas tienen una pasión por los asuntos públicos y esta era una oportunidad única de colaborar en la etapa fundacional de una nueva institución", comenta un muy cercano. "Es la mejor forma de culminar su carrera", especula un buen amigo desde los años en que estudiaban juntos Ingeniería Comercial en la Universidad Católica. De ser así, el nombramiento llegó en el momento exacto. Él mismo dijo el 2007 que jubilaría el día de su muerte, aunque su pensión le permitiera hacerlo en ese mismo momento.
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A la fecha, con puestos relevantes: presidente de Corp Seguros y Confuturo, director de Camanchaca y AFP Habitat Perú, y asesor de The Blackstone Group, Cortez estaba en el lugar preciso para partir sin causarle estragos a ningún jefe.
Cortez viene de una familia de profesores. Su madre, Inés Huerta, es recordada como la directora legendaria del Liceo Carmela Carvajal, mientras que su padre enseñaba en el Colegio Saint George, de donde egresó "Joaco", como lo llaman desde siempre sus amigos y él mismo. De hecho, @JoacoCrtezH es su activo Twitter, al menos en la era pre CMF. A través de la red social comenta la actualidad sin filtro… "Las patitas de estos comunachos. Tacos, pero no tacos y destrucción como el movimiento estudiantil", fue su comentario tras la queja de Camila Vallejo por los tacos causados por la visita del Papa.
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De esos sesenteros días escolares en que brillaba corriendo los 100 metros planos, saltó directo a Economía de la Católica, donde cultivó una larga lista de amigos, quienes, en su gran mayoría, a lo largo del tiempo destacaron. Hablamos de Jorge Desormeaux, María Teresa Infante, César Barros, Pablo Piñera, René Cortázar y José Pablo Arellano. De ese tiempo varios "rostros" recuerdan haber sido parte del grupo de estudios del presidente del CMF. Todas las versiones coinciden en dos de sus integrantes, René Cortázar y Joaquín Cortez, hasta hoy grandes amigos. "Estudiamos juntos muchas veces, era buen alumno, responsable. Es de una gran integridad, una persona muy valiosa para el rol que está asumiendo", resume José Pablo Arellano.
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Cortez siempre ha dicho que nunca militó en la DC Universitaria, sin embargo, muchos de los estudiantes de esa época lo identifican con ese partido, donde además del trío Cortázar-Arellano-Piñera, participaban Eduardo Justiniano, Renato Peñafiel y Sergio Guzmán. "Conocí a Joaquín en 1972, cuando entré a Economía UC. Él estaba dos cursos más arriba y lo conocí cuando hicimos trabajos voluntarios en Punitaqui y actividades de la DC Universitaria, donde ambos compartimos ideales y propósitos", señala Guzmán.
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Su única actuación de corte más político -y público- fue presentarse en una lista para tomar el control del centro de alumnos de la carrera. Cortázar iba de presidente y Arellano, Cortez y Piñera como sus escuderos, contienda en la que fue derrotado por el hoy empresario y amigo de Sebastián Piñera, Ignacio Guerrero.
De Chicago a Odeplan
El peldaño siguiente era el clásico. Hacer un MBA en la Universidad de Chicago. Y lo hizo gracias a una beca de la OEA. La lista de compatriotas que por esos años también sobrevivía al frío y la siempre pequeña beca de estudios es conocida. Un año más arriba o más abajo, eran los tiempos de Joaquín Lavín, Julio Dittborn, Cristián Larroulet, Alfonso Mujica, Sergio de la Cuadra, Juan Andrés Fontaine, Sebastián Edwards y de Alejandra Cox, su cuñada. Ella lo recuerda así: "Joaco y mi hermana Cristina llegaron a Chicago un año antes que nosotros. Nos tenían un departamento en el mismo edificio donde vivían y completamente amoblado (…)". Sebastián Edwards agrega: "Vivíamos en el mismo edificio: 1369 East Hyde Park Blvd. Nosotros en el piso 7 y ellos en el piso 5… con las feroces hermanitas Cox".
Ambos recuerdan que los Cortez Cox fueron esenciales para poder sacar sus doctorados. "Mi hermana se hizo cargo de mi hija Magdalena. La vida de los estudiantes chilenos en esos años era muy sencilla. Mi hermana Cristina trabajaba de sol a sombra cuidando niños y haciendo cundir la beca para darle unos pocos gustitos a Joaco, quien es muy regalón, aunque él no lo sabe". Y agrega: "Siempre busco su opinión cuando estoy examinando algún tema de política económica. Él suele sugerir que converse con una persona o con otra, y su nombre me abre muchas puertas".
Su cuñado Sebastián Edwards también recuerda esa época. "Él era callado y yo no… El era democratacristiano y yo no… Yo era partidario de Allende y él no… En Chicago, él y su mujer fueron esenciales para nosotros. Sin la ayuda de los Cortez Cox hubiera sido imposible, estamos endeudados con ellos para siempre".
Cuando volvió a Chile, Joaquín Cortez partió a engrosar las filas del Odeplan de Miguel Kast para "pagar" su beca trabajando en el servicio público, repartición en la que llegó a ser jefe del Departamento de Estudios. De ahí saltó al Ministerio de Hacienda de Sergio de Castro, donde trabajó como asesor. En 1981 la dupla De Castro-Cortez aterrizó en el Banco Edwards en los cargos de gerente general y gerente de desarrollo, respectivamente. "Fueron los años de la crisis bancaria, de las carteras vencidas, de la deuda subordinada, de cambios de propiedad en la banca, de tratar de mantener los equipos motivados, etc. Pocas veces debe haber llegado a su casa antes de las 9 de la noche", recuerda un cercano.
Fue en esos años que Agustín Edwards Eastman lo despidió… y recontrató. "Joaquín no quiso hacerle caso en instrucciones que no compartía, así que le dijo que tomara sus cosas y se fuera a su casa sin rezongar. Después lo llamó personalmente para pedirle otro encargo como si nada hubiera pasado. Eso habla de su independencia y libertad de espíritu", cuenta un amigo. En 1986, tras la venta del banco a la familia Ergas, ambos partieron. De todas formas, Cortez volvería, años después, para ser parte del directorio.
La segunda mitad de los 80, Cortez la vivió como director de Operaciones del Banco Central, cuando éste era dirigido por Enrique Seguel.
Columnista y negociador
A comienzos de los años 90 Sergio de Castro, Juan Carlos Latorre y un grupo de inversionistas ingresaron a la propiedad de Copesa. Invitado Latorre como asesor, Joaquín Cortez aterrizó en Vicuña Mackenna. Pese a que estuvo sólo un año en esta posición, igual pasaron cosas. Una de ellas, administrar los problemas en La Red, canal que también era de propiedad del grupo. Ahí le tocó manejar la relación con los socios canadienses y las cosas no fueron fáciles. "Lo pasó pésimo, terminó neurótico", resume un muy buen amigo. En la pasada, salieron a luz pública sus dotes de escritor, tras convertirse en un agudo columnista de la revista Qué Pasa la primera mitad de los 90, aunque sus amigos también destacan que en el más profundo anonimato escribe poesías.
No todo se acaba aquí. También fue parte del directorio del Banco Transandino por un tiempo, entidad bancaria que la tríada Sergio De Castro-Manuel Bengolea-César Barros compró en Argentina. "Le ofrecimos incluso ser socio. Pero él, inteligentemente, dijo que no", recuerda Bengolea.
El telefonazo ahora vino desde la presidencia del Banco Santander. Francisco Martín López-Quesada, en ese momento el número uno del banco español en Chile, le propuso hacerse cargo de la creación de Santander Investment en el país, área de negocios comandada por Ana Patricia Botín, a quien le reportaba directamente.
Manuel Bengolea, Ricardo García (hoy gerente general de Pesquera Camanchaca y donde Cortez fue director hasta hace unos días), Alonso Moreno, Martín Rodríguez y Fernando Bustos (Sinergia) fueron los integrantes del equipo que armó. "Después siempre seguimos en contacto. Diría que es un hombre que, más que inteligente a secas, tiene una gran inteligencia emocional… y, por cierto, un gran sentido del humor", comenta Manuel Bengolea.
Un humor que parece ser su sello, pues nadie dejó de mencionarlo. "Ácido y agudo" lo califica un ex competidor y amigo. "De un enorme sentido del humor, es agudo. Si no lo conoces bien, muchas veces no sabes si te habla en serio o te está haciendo una broma", vuelve a recalcar otro ex competidor de la industria de las AFP y que, por cierto, tampoco duda en hablar de Cortez como su amigo. "Afilado y certero", lo describe Sergio Guzmán. "Además de ser muy buen padre (cinco hijos) y muy cariñoso con sus sobrinos y sus dos nietos, lo que lo caracteriza en el entorno familiar es su gran sentido del humor", resalta Alejandra Cox.
Esa agudeza la destaca Bernardita del Solar, quien editaba sus columnas en revista Qué Pasa. "Lo animaba a escribir, porque en sus columnas siempre ofrecía una mirada original e informada de la economía. Tenía una excelente pluma, con gracia e ironía", recuerda.
Y ya que hablamos de su humor, qué mejor que destacar acá la semblanza que hace Sebastián Edwards sobre Cortez. "Lo conocí en la casa de las Cox, desde luego… Hace como 45 años… Es muy devoto de la Virgen… Escribe poemas… Es muy divertido… Muy religioso… Tartamudo cuando se pone nervioso, y especialmente cuando se enoja… Empeñoso, pero malito para el fútbol. Buen amigo… Buen papá… Malo para el baile". En cuanto a lo religioso, efectivamente los Cortez Cox son de misa regular y desde hace algún tiempo participa del movimiento de Schöenstatt.
Como en la película El Padrino, hay ofertas que no se pueden rechazar. Había transcurrido algo más de un año a la cabeza del Santander Investment cuando un nuevo telefonazo lo sacó de su estado de confort. Esta vez, era del Banker Trust. Y no pudo resistirse. En ese entonces, se trataba de un banco innovador, de gran prestigio y con mucha actividad en Chile. El siguiente llamado vino de AFP Provida, para que se sumara al área de Inversiones. Ya instalado ahí, y durante largos 11 años, hizo historia.
A juicio de sus cercanos, las tres "crisis" que más lo golpearon fueron: la disputa con Endesa España por la venta de las acciones de Endesa Chile y Enersis. A pesar de que los medios de comunicación estuvieron muy encima, hubo muchas escaramuzas mucho más difíciles que nunca fueron reveladas. De todas formas, el resultado es bien conocido. Gracias a su intervención, en calidad de gerente del principal fondo de pensiones, Endesa España terminó comprándoles a todos los accionistas sin diferencia de precio y la Ley de Opas vio la luz.
Luego vinieron dos fuertes disputas con Telefónica España por la venta del negocio de internet, Terra, primero, y la filial de móviles después. Sin embargo, lo más duro, por lejos, reconocido por Cortez en privado, fue lo sucedido con La Polar.
La llegada de los directores profesionales nombrados por las AFP a las mesas directivas de las empresas chilenas es otra de las innovaciones de la industria en que todos los involucrados reconocen la autoría de Cortez.
Dejar la gerencia de inversiones de Provida no fue pan comido para él. A cambio había un nuevo desafío: hacerse cargo de toda el área de pensiones y seguros del BBVA para la región luego de que los españoles tomaran el control de la AFP. No logró estar lejos mucho tiempo. El 2011 volvió a Provida, donde asumió la presidencia, cerrando el ciclo el 2013 cuando fue comprada por MetLife.
La nueva misión
Después de algunos años de calma, una vez más los ojos estarán puestos sobre sus hombros, ya que le tocará enfrentar todos los desafíos que implica dar vida a una institucionalidad nueva. Sus contrapartes, como lo describe Áxel Christensen, se encontrarán con este Joaquín Cortez: "Es una persona muy reservada, lo conozco hace años y sé poco de él y su familia. Separa mucho su vida personal de la profesional. Es una persona que no es confrontacional, amable en el trato, pero cuando te toca negociar con él es complejo, porque es como estar frente a un jugador de póquer, escucha pero es difícil saber si te está dando la razón o no, o si está en ese instante pensando una jugada... Es de pensamiento muy rápido y frío. Impone respeto".
Jorge Desormeaux da otras pistas: "Además de ser una persona que conoce muy bien la institucionalidad financiera y cómo operan los mercados, es un hombre extraordinariamente prudente, respetuoso, íntegro, que son las calificaciones que uno requeriría para tener la responsabilidad que va a asumir. Tiene un muy buen juicio, y por ello no tengo ningún temor sobre las decisiones importantes que lleguen al escritorio de Joaquín Cortez".
Lo que sí está claro es que los días estivales de lectura terminaron para él. Un dato, ¿cuál fue el último libro que leyó con placer? Patria, de Fernando Aramburu.
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