La OMC vuelve a la vida gracias a Bali




LAS negociaciones comerciales en los últimos años han alcanzado una reputación de ser temas que no van a ninguna parte. Y, de hecho, al llegar a la sesión de cierre de la reunión ministerial de la Organización Mundial de Comercio en Bali el sábado, uno se encontraba con un silencio sepulcral. Cientos de delegados con audífonos estaban sentados en filas ordenadas escuchando los discursos transmitidos sólo por sus audífonos.

Pero cuando Gita Wirjawan, ministro de Comercio de Indonesia, hizo caer el martillo con un enfático “hay acuerdo” la sala estalló en aplausos, abrazos y lágrimas de alegría. Con buena razón: por primera vez en sus 18 años de historia, los 159 miembros de la OMC lograron llegar a acuerdo en algo.

Lo que los ministros de comercio del mundo acordaron técnicamente el sábado fue, a grandes rasgos, un paquete relativamente modesto para ayudar a las empresas a comerciar sus productos internacionalmente de manera más fácil.

Por el bien del equilibrio, contenía concesiones para el mundo en desarrollo: ayuda para que los países pobres cumplan con las nuevas reglas; una promesa de dar prioridad a reescribir las reglas de la OMC sobre agricultura para mejorar la cobertura de los programas de seguridad alimentaria del gobierno; y varios compromisos para ayudar a las economías pobres a obtener acceso a los mercados para sus exportaciones.

Pero la importancia de lo que se logró en Bali recae en el simbolismo. En momentos en que, frustradas con el prolongado estancamiento de la ronda de Doha, muchas economías avanzadas están más enfocadas en lograr acuerdos comerciales con todo el mundo, la OMC se reafirmó a sí misma.

“En las últimas semanas la OMC volvió a la vida”, es como el director de la OMC, el brasileño Roberto Azevedo, lo dijo en su discurso en la sesión de cierre.

Hay al menos dos razones para ello. La primera es la simple competencia. El acuerdo de Bali dejó fuera el temor entre muchas economías emergentes de que las estaban dejando de lado.

Estados Unidos y la Unión Europea han lanzado negociaciones hacia lo que se espera que sea un gigante transatlántico entre los acuerdos comerciales. Estados Unidos, Japón y otros 10 países de la Cuenca del Pacífico están cerca de finalizar el Trans-Pacific Partnership -entre ellos, Chile- con sus ministros reunidos en Singapur para negociaciones cruciales. Más aún, ninguna de las grandes economías emergentes está involucrada en la apuesta de Estados Unidos y la Unión Europea por rediseñar las obsoletas reglas que dirigen el comercio en servicios, sin duda el más interesante de todos si se considera cómo se hacen los negocios hoy.

China tiene un rol tan importante en la economía global que inevitablemente siempre tendrá una voz fuerte en el mundo del comercio y ha empezado a presionar para involucrarse de manera más activa en las negociaciones fuera de la OMC.

Pero para las economías más pobres del mundo e importantes estrellas emergentes como Brasil, India, Indonesia, Nigeria, Rusia y Sudáfrica, la OMC ahora simplemente representa su mejor esperanza de tener voz.

Quedar fuera en momentos en que se forman los grupos regionales y fortalecer sus vínculos comerciales tiene serias implicancias para aquellos que quedan fuera y la mejor manera de contrarrestar esto es una OMC que revive.

La segunda razón detrás del potencial renacimiento de la OMC es el poder del individuo. El héroe real de Bali fue Roberto Azevedo.

Cuando fue elegido para reemplazar a Pascal Lamy este año, hubo cuestionamientos acerca de si estaba demasiado involucrado en Ginebra; en momentos en que era el embajador de Brasil ante la OMC. O si, como candidato de país desarrollado, podría maniobrar con EEUU y la UE, ninguno de los cuales respaldó formalmente su candidatura.

Desde que llegó al cargo en septiembre, sin embargo, Azevedo ha llevado nueva energía y disciplina a la OMC. El plazo impuesto para Bali implicó semanas de negociaciones hasta último minuto que operaron bajo una estricta regla de Azevedo de no intervenir por más de 60 segundos.

Pero el brasileño también buscó eliminar la histórica sospecha dentro de la OMC de que los acuerdos reales se seguían realizando en reuniones paralelas entre los actores más importantes, como la UE o Estados Unidos. Cada discurso que da, enfatiza su impulso por mayor inclusión.

“Hemos puesto al mundo de nuevo en la OMC”, dijo el sábado en la ceremonia de cierra. “Estoy muy orgulloso de eso”.

La pregunta ahora es si, habiendo iniciado el trabajo en Bali, Azevedo puede llevarlo a un próximo nivel. Cerrar el acuerdo ahí es una cosa. Pero avanzar en él y realmente devolver a la OMC al centro de atención va a ser un desafío aún mayor que podría depender de la resistencia de un hombre.

Reacción de las empresas

En medio de este desafío, los líderes de negocios ayer aplaudieron el primer pacto global de comercio como un impulso a la economía.

Scott Davis, presidente y CEO del grupo de logística UPS lo calificó como un “paso gigante hacia adelante para las empresas grandes y pequeñas en apurar el comercio de bienes en todo el mundo y reducir la burocracia innecesaria”.

Walmart, el retailer estadounidense, dijo ayer que el acuerdo “reducirá de manera significativa los costos de aduanas, logística, medidas fronterizas y otras ineficiencias y mejorará nuestra capacidad de entregar el producto adecuado en el momento y con el precio adecuados”. El presidente y CEO de Caterpillar, Doug Oberhelman, dijo que este acuerdo da un “impulso” a otras negociaciones que incluyen el pacto de EEUU con la UE y las del TPP.

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