Las cinco lecciones del conflicto en Gaza




Israel ha aprendido a poner fin a una guerra
Israel ha luchado tres guerras inconclusas en seis años: Líbano en 2006, Gaza en 2008-09 y Gaza 2012, ninguna de las cuales produjo una victoria clara israelí. Todas empezaron de la misma forma, con un gran bombardeo aéreo que degradó  la capacidad militar del adversario israelí. En los tres conflictos, el éxito aparente de abrir fuego llevó a llamados a una operación terrestre, a la espera de combatir la amenaza representada por Hezbolá y Hamás "de una vez por todas".

Esta vez, el liderazgo israelí decidió dar un paso atrás, y acordar un cese al fuego antes que los tanques avanzaran. En Líbano, la operación terrestre logró poco, y tuvo un costo significativo en las vidas israelíes y en la posición internacional del país. La última guerra en Gaza transformó partes de la franja en escombros, costó 1.400 vidas palestinas y provocó una investigación de la ONU sugiriendo que Israel habría cometido crímenes de guerra. Esta vez, Israel aceptó que una guerra pequeña con ganancias limitadas es mejor que una grande con ganancias limitadas.

Hamás es un jugador regional legítimo
Hamás podrá estar todavía catalogado como una organización terrorista por Israel, EEUU y la Unión Europea, pero pocos se atreven a tratarlo de esa manera ahora. En el mundo árabe y musulmán, Hamás perdió su estado de paria hace tiempo: sus líderes han sido invitados a palacios reales y residencias presidenciales en varios países.

Naturalmente, el nuevo gobierno de la Hermandad Musulmana en Egipto es cercano a su rama palestina. Pero los gobiernos occidentales, e incluso Israel, parecen estar modificando su postura también.

Las autoridades de Israel insisten en que no están más cerca que antes de reconocer a Hamás como actor político legítimo. Pero el acuerdo de cese al fuego implica que los grupos islamistas están aquí para quedarse. Lo que es más, ofrece medidas concretas que servirán para impulsar el imperio de Hamás en Gaza.

Hamás parece haber forzado a Israel, EEUU y otros a comprometerse en sus términos, como una fuerza política poderosa que ya no será ignorada.

Morsi pasó su primera prueba
El presidente egipcio, Mohamed Morsi se vio tapizado en alabanzas el miércoles en la noche y ahora es fácil ver por qué. Todas las cosas que pudieron haber salido mal para el líder egipcio, quien estuvo caminando sobre la cuerda floja política durante el conflicto.

Una muestra de apoyo incondicional para Hamás habría perjudicado su credibilidad como mediador, profundizado la desconfianza de Israel y dañado las relaciones con Estados Unidos. Mientras, el fracaso en ir en ayuda de Hamás y la población de Gaza habría enfurecido a su base y habría socavado su liderazgo regional (y moral).

Al final, Morsi pareció hacerlo bien: despachó a su primer ministro a Gaza menos de 48 horas después de que comenzara el conflicto, en una muestra de fuerte solidaridad.

Él condenó duramente lo que calificó como una “agresión” de Israel. Pero al final, entregó un servicio crucial a Israel al orquestar un cese al fuego que evitara una incursión terrestre potencialmente devastadora y restaurando la calma a Israel y Gaza.

Mahmoud Abbas es una fuerza desgastada 
Se suponía que este iba a ser el momento de Mahmoud Abbas, el veterano líder de la Organización para la Liberación Palestina y el presidente de la Autoridad Nacional Palestina (ANP).

Luego de años de diplomacia fallida, estaba listo para ganar reconocimiento para un estado palestino independiente en la asamblea general de Naciones Unidas. Una resolución a tal efecto, pidiendo una mejora en el status de los palestinos en la ONU a la de “estado observador” no miembro, podría ganar una mayoría en la asamblea a fin de mes. Pero sería una victoria débil y vacía, en momentos en que los palestinos en Gaza y Cisjordania están celebrando la “resistencia” ofrecida por Hamás y otros grupos.

Sin embargo, los palestinos no olvidarán fácilmente que su presidente rechazó visitar la Franja de Gaza cuando estaba bajo ataque israelí. Ese fracaso pareció más duro dada la larga lista de líderes políticos y autoridades senior del mundo árabe que sí viajaron a la zona.

Los escudos de defensa antimisiles salvaron vidas en Israel (y también en la Franja de Gaza)
Esta fue la primera prueba real y a gran escala del nuevo sistema Iron Dome (Cúpula de Hierro). El escudo de defensa antimisiles pasó la prueba con creces, efectivamente despuntando el arma que se ha convertido en el sello distintivo de Hamás y otros grupos militantes en Gaza.

Aunque tres israelíes fueron asesinados por cohetes en el segundo día del conflicto, el sistema logró interceptar un número crítico de cohetes y misiles que se dirigían a zonas pobladas de Israel. La Cúpula de Hierro salvó vidas israelíes, y al mismo tiempo le dio a ese gobierno y a su ejército más flexibilidad operativa.

Sin embargo, lo más importante es que podría haber ayudado a Israel -y a Gaza- a evitar una invasión terrestre: funcionarios militares dicen que el sistema logró reducir los heridos en Israel al máximo, de manera que la presión para invadir el territorio palestino era mucho más débil de lo que hubiera sido de otra manera.

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© The Financial Times Ltd, 2011.

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