Los reguladores financieros debiesen seguir a Snowden
Hubo un tiempo en que las payasadas de los espías estadounidenses en el ciber espacio eran de interés solo para otros fantasmas y geeks de internet. Ya no es así.
El año pasado, Edward Snowden causó indignación política al revelar que la Agencia de Seguridad Nacional de EEUU (NSA, su sigla en inglés) estaba espiando a los ciudadanos estadounidenses y las autoridades europeas. La presidenta del comité de Inteligencia del Senado, Dianne Feinstein, causó más revuelo al acusar a la NSA de espiar a funcionarios del Senado.
Pero hay otra área donde las actividades de los espías cibernéticos estadounidenses ha causado consecuencias inesperadas: en intercambios financieros y distribuidores de datos de mercado. Los inversionistas deberían observar esta saga ya que podría tener implicancias en la estabilidad financiera.
La cuestión gira en torno a quién puede ver los datos generados en relación con la seguridad. En las décadas pasadas, la información acerca de acuerdos privados de derivados era irregular porque los registros comerciales estaban dispersados en varias instituciones.
Sin embargo, desde la crisis financiera, los reguladores han tratado de encontrar formas para cotejar datos para luego monitorearlos fácilmente. Es sensato. Después de todo, la razón por la cual nadie vio los riesgos en instituciones como la aseguradora AIG antes de 2008 era porque las actividades peligrosas cayeron entre las grietas de los sistemas de información. La creación de una base de datos integral es evidentemente un buen paso, podría ayudar a los reguladores e inversionistas a detectar dónde se están acumulando los riesgos financieros.
"Con la estructura actual de los registros de operaciones, ninguna autoridad puede examinar la completa red global de datos derivados de forma detallada", lamentó en un reporte un comité vinculado al Banco de Pagos Internacionales exigiendo la creación de una "base de datos unida".
La necesidad de un mejor monitoreo parecía tan evidente luego de la crisis financiera que el Congreso de EEUU creó una Oficina de Investigación Financiera (OFR, su sigla en inglés), que se supone que debe utilizar el Big Data y otros avances informáticos para rastrear los flujos financieros de una manera holística. "La crisis financiera reveló serias deficiencias en nuestro entendimiento de las vulnerabilidades del sistema financiero", dijo al Congreso el director de la OFR, Richard Berner. "Nuestra misión es llenar esos vacíos críticos en el análisis y los datos".
Si bien estos esfuerzos pueden parecer loables, han encontrado un gancho: los escándalos de espionaje de EEUU han puesto nerviosos a los políticos europeos y banqueros cuando entregan información a las bases de datos centralizadas.
Estas preocupaciones empezaron a burbujear en el parlamento europeo la década pasada, cuando se supo que el gobierno de EEUU había citado al sistema de pago Swift, basado en Bruselas, para forzar a que éste entregara información confidencial acerca de transacciones financieras para seguir a terroristas. El escándalo de la NSA ha potenciado ese enojo. En octubre, miembros del parlamento europeo aprobaron una moción para que la Comisión Europea restrinja el acceso de EEUU al sistema Swift.
Y, mientras la comisión no actúa todavía, el enojo está haciendo más difícil que se promueva el intercambio de datos en otras áreas como en la de derivados.
El resultado es que esas bases de datos están fragmentadas. "La crisis demostró la necesidad de los supervisores financieros de tener una visión holística", dijo Kay Swinburne, diputado británico parte del comité de asuntos económicos y monetarios de la cámara. "Tristemente esto puede estar en peligro. El escándalo de la NSA ha llevado a muchos a revaluar los riesgos de que sus datos personales sean compartidos a través de las fronteras".
¿La situación podría arreglarse? Los políticos europeos esperan que sí. Si la Unión Europea y EEUU firman un acuerdo de protección de datos como parte de un tratado de comercio transatlántico. Por mientras, los funcionarios de la OFR siguen persiguiendo el sueño de la transparencia de otras formas. Están tratando de forzar a los bancos a que usen identificadores de entidad legal estandarizados o etiquetas que marquen los valores financieros, como códigos de barra, para que sean fáciles de rastrear.
Pero no se espera que estos esfuerzos den frutos pronto. Mientras el advenimiento del Big Data ha creado la visión de un sistema financiero más transparente, la realidad es que la Gran Geopolítica ha convertido esto en un espejismo. Es una ironía que ni siquiera Snowden podría haber previsto.
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© The Financial Times Ltd, 2011.
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