Los salarios y el IVA decidirán el destino de Abenomics




El año pasado The Economist dedicó dos coloridas ilustraciones al fenómeno de Abenomics, la radical política para reflotar la economía de Japón, del primer ministro Shinzo Abe. Un artículo titulado "¿Es un pájaro? ¿Es un avión? ¡No… Es Japón!" mostraba al primer ministro elevándose en el cielo como Superman. Otro artículo, publicado luego de los temores en el mercado de acciones en el verano boreal pasado, lo retrataba desplomándose en el suelo. Quince meses después de llegar al poder, es hora de una auditoría a Abe.

En realidad, no estamos cerca de saber si el intento por desterrar la deflación va a terminar en lágrimas. Aquellos que lo dicen argumentan que, debido a la enorme deuda de Japón, si las tasas de interés se disparan como resultado de las mayores expectativas inflacionarias, el gobierno será forzado a caer en default. En otras palabras, es precisamente cuando Abenomics alcance su objetivo cuando se comenzará a desatar.

Un banquero senior argumenta que la situación de deuda de Japón significa que siempre iba a "chocar contra un muro". Abenomics, en su opinión, simplemente acelera el proceso.

Para aquellos que consideran esta visión como innecesariamente alarmista, la pregunta debe ser: ¿cuán cerca está Japón de alcanzar su meta de 2% de inflación? Esta pregunta fue planteada en una conferencia de Brookings Institution por dos economistas, Joshua Hausman de la Universidad de Michigan y Johannes Wieland de la Universidad de California, San Diego. En un paper llamado "Abenomics: análisis preliminar y panorama", concluyen que la política "puso fin a la deflación en 2013 y elevó las expectativas de inflación de largo plazo". También dicen que elevó la proyección de crecimiento en 2013 a entre 0,9% y 1,7%.

Eso suena bastante bien. De manera menos positiva, los economistas juzgan que la meta de inflación de 2% del banco central "no es totalmente creíble todavía". También argumentan que el tamaño del efecto estimulativo de política probablemente no logrará hacer frente a lo que se considera como la gran brecha de producción de Japón (la diferencia entre el PIB real y potencia).

Si están en lo correcto, Abenomics probablemente terminará más en un chisporroteo que en un Armagedón. Gran parte del argumento pende sobre el tamaño de la brecha de producción.

Como Jonathan Allum, estratega de SMBC Nikko Capital Markets, señala en una nota, el Fondo Monetario Internacional lo pone en un 0,9%, con el club de países ricos de la OCDE diciendo que no habrá crecimiento. No es así, dicen Hausman y Wieland. Ellos argumentan que la crisis de Lehman ha tenido menos impacto en el crecimiento potencial de lo que habitualmente se piensa. Ellos ponen la brecha de producción de Japón en algún punto entre 4,5% y 10%.

El debate parece esotérico. Pero no lo es. Si Japón ya está en su crecimiento potencial como sostiene la OCDE, entonces la única forma de subir el crecimiento real será a través de implementar reformas estructurales. Esta es la tercera flecha de Abe. Sin embargo, si Hausman y Wieland están en lo correcto, la tercera flecha podría no ser tan importante. La política monetaria podría alcanzar mucho por sí misma cerrando la brecha. Esto implicaría que el Banco de Japón necesitaría hacer más dado que la inflación normalmente sólo se afianza cuando hay más demanda que oferta, no de la otra forma.

En la superficie la batalla contra la deflación va bien. La tasa de inflación está en 1,4%, un poco mayor que Alemania, con 1,2%. Sin embargo, gran parte de esto es importado a través de mayores costos de energía. Si se deja eso de lado, la inflación está creciendo sólo 0,7%.

Dos cosas podrían ser decisivas. La primera son los salarios. Este mes la confianza de las pequeñas empresas subió a su mayor nivel desde 1989. Los empleos anunciados han subido más de 30% desde el año pasado. Algunas industrias, como construcción y el transporte no pueden encontrar  trabajadores por amor ni por dinero. La demografía, normalmente vista como una eventual catástrofe, podría de hecho ayudar en el corto plazo ajustando más el mercado laboral.

El segundo factor es el impuesto al consumo, que desde abril subirá de 5% a 8%. La cifra podrá parecer modesta. También podría parecer necesario comenzar a reparar el agujero fiscal de Japón. Sin embargo, si se está diseñando una política para reflotar la economía, quitarle a los consumidores el poder de compra no parecería la mejor forma de hacerlo.

Puede tomar otro par de trimestres evaluar el impacto del alza del IVA y la duración de las cifras de inflación. El veredicto sobre Abenomics debe ser "hasta el momento, bien". Sin embargo, los escépticos continuarán preguntándose cómo Abenomics puede desafiar lo que consideran como fuerzas de gravedad.

COPY RIGHT FINANCIAL TIMES

© The Financial Times Ltd, 2011.

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