Nick Smith: "Chile ganó credibilidad internacional en tomar el liderazgo en protección ambiental de su océano"
Nueva Zelanda y Chile son vecinos del Océano Pacífico y deberíamos trabajar en conjunto para protegerlo”, dijo el Ministro del Medio Ambiente neozelandés, Nick Smith, que visitó nuestro país en el marco de la conferencia Our Oceans. Smith fue dos veces ministro de Conservación y ahora lleva dos períodos en su actual cargo, por lo se ha ganado el apodo de: “muy reciclado”.
¿Qué rescata de Our Oceans?
El gobierno chileno logró tomar la iniciativa del secretario de Estado de EEUU, John Kerry, y el trabajo de la conferencia de 2014 en Washington, que recoge un compromiso significativo de parte de los países, incluyendo a Nueva Zelanda. Hay un interés compartido entre nuestro país y Chile para mejorar la forma de cómo tratamos a los océanos, que son las nuevas fronteras de la conservación. Históricamente gran parte de la discusión giró en torno al uso de los recursos de tierra, sobre qué partes deberían ser parques nacionales o bosques, o cuál sería para desarrollo agrícola y cuál para desarrollo urbano. En Chile y Nueva Zelanda se ha dado el debate sobre cómo esos recursos terrestres son utilizados y en este siglo las discusiones más difíciles serán sobre el océano: cuáles minar, cuáles usar para buscar petróleo y cuáles para pesca. Además, si debiéramos también dejar aisladas partes del océano donde la naturaleza es lo primero.
¿Y de lo que se hace en Chile?
La iniciativa con los habitantes de Rapa Nui es muy similar a la que nuestro gobierno lleva a cabo en Nueva Zelanda en las islas Kermadec, donde se anunció la decisión de proteger un santuario marino de 620.000 kilómetros cuadrados, similar al tamaño de Francia. Pero allí la situación es menos complicada, porque las islas no tienen población residente aparte de quienes realizan trabajos de conservación y de vigilancia del sector pesquero, a diferencia de Rapa Nui donde hay una comunidad que vive, lo que hace que la protección marina sea un problema más complejo. Pero estamos muy optimistas y ciertamente compartimos la conexión polinésica y el entusiasmo de los gobiernos mundiales por proteger áreas importantes del océano. Nueva Zelanda quiere que el gobierno de Chile tenga éxito en la protección marina de Rapa Nui ya que es beneficioso para todos. Si en la costa chilena los peces son explotados y contaminados, nos impacta y viceversa. Es una área clave en la que tenemos que trabajar y aprender uno del otro.
¿Qué es lo más difícil de generar áreas protegidas?
El mayor desafío en Nueva Zelanda es el diálogo con los pescadores y la industria minera para explicarles por qué no deberíamos explotar estas áreas. Dirán que se debiera poder explotar hasta el último kilómetro cuadrado del mar. Y si pensamos en los recursos clave de pesca que hay en el oceáno, tanto Chile como Nueva Zelanda tienen un interés común, ya que muchos países del hemisferio norte ya sobre explotaron y tienen superávit de capacidad en navíos de pesca y les gustaría venir a nuestro hemisferio para hacer a nuestro sector pesquero lo que hicieron en el suyo. Hay que trabajar juntos y con la comunidad internacional para asegurar sistemas robustos para no repetir lo que pasó con las pescas en el hemisferio norte.
¿Y es una forma de incluir a la población aborigen en el desarrollo sostenible del país?
Es algo que el gobierno chileno tiene que trabajar con los habitantes de Rapa Nui. Lo que nosotros simplemente haremos es fomentar los dos. Desde el punto de vista del gobierno, Chile ganó credibilidad internacional en tomar liderazgo en protección ambiental de su océano. Pero también es una oportunidad real para la gente de Rapa Nui de ver avances en el sector ecoturismo, aunque Isla de Pascua ya tiene esa reputación, pero se extenderá a la marina.
¿Cómo ha sido su experiencia en cuanto a la integración de los maoríes con el gobierno?
En los últimos 25 años, Nueva Zelanda ha recorrido un camino lleno de sobresaltos para darle un reconocimiento cultural cada vez mayor a la gente maorí, pero también en términos de hacer cláusulas específicas para un mayor grado de inclusión, tanto en la gestión de parques nacionales como en la economía. En Nueva Zelanda la experiencia fue positiva y aún quedan temas por resolver.
¿Cuál es el beneficio de esto?
Los maoríes son una cultura única que enriqueció a la sociedad neozelandesa, muy similar a la Rapa Nui. Yo soy P?keh? o descendiente de Europa, pero me enorgullece el haka, el baile maorí. Mi hijo lo aprendió en el colegio, donde los maoríes son 5% de los estudiantes, pero el haka es visto como parte de Nueva Zelanda, no sólo de los maoríes. Económicamente, el proceso de acuerdos de tratados para resolver problemas con los indígenas ha tenido mucho éxito para las tribus maoríes. Por ejemplo, Ng?i Tahu que fue una de las primeras tribus maoríes, se ha convertido en una gran empresa. Con el auge económico también viene el deseo de que Nueva Zelanda tenga éxito. La industria de turismo es grande y las empresas maoríes tienen gran participación. Se han integrado mucho más en querer que a nuestro país le vaya bien, en comparación con lo que pasaba hace 30 años, cuando estaban menos comprometidos con el turismo y la gestión de los parques nacionales y menos involucrados en la dimensión cultural del turismo. Hemos recorrido un camino largo que ha llevado a los maoríes a obtener mayor educación, mejores ingresos y a ser menos resistentes al gobierno, trabajando en conjunto. Ahora son socios comerciales, por lo que disfrutan los beneficios económicos, en proyectos agrícolas o en la nieve o en los bosques. Son actores económicos y quieren que a la economía le vaya mejor, en lugar de protestar o bloquearla.
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