Columna de Alejandra Winter: “Mujeres, startups y acceso a financiamiento: un camino desigual”

Alejandra Winter
Alejandra Winter.

“El cambio no pasa sólo por entregar más fondos o crear convocatorias exclusivas, implica resetear costumbres que llevan décadas incrustadas dentro de la sociedad. Por eso, un trabajo integral y colaborativo es la única manera de cerrar las brechas, fomentar la diversidad y dar forma a un futuro más equitativo”.


Un 96% de financiamiento para las startups lideradas por hombres, versus apenas un 4% para aquellas donde las mujeres están a la cabeza. Esa es la abismante brecha que la consultora global Gender Smart señala que existe en Latinoamérica a la hora de acceder a fondos extranjeros para potenciar el emprendimiento. Mientras ellos recaudan una cifra cercana a los US$12 millones, ellas logran US$500.000.

En la misma línea, entre las startups dedicadas al desarrollo de las últimas tendencias tecnológicas como la web3, sólo un 13% incluye a una mujer entre sus fundadores y un 3% tiene un equipo 100% femenino. De acuerdo al reporte “Web3 Already Has a Gender Diversity Problem”, elaborado por la consultora Boston Consulting Group, en este rubro los hombres consiguen hasta cuatro veces más capital por parte de los inversionistas, y dentro de las empresas que han obtenido más de 100 millones de euros de financiamiento, ninguna está formada exclusivamente por mujeres.

Una nueva conmemoración del Día Internacional de la Mujer es la oportunidad para reflexionar sobre estas cifras y darnos cuenta de que las diferencias de género siguen estando vigentes en el mundo del emprendimiento, con evidentes consecuencias que van más allá de los números. La baja presencia femenina aumenta la errada percepción de que las startups lideradas por ellas son menos rentables, y al no contar con suficientes redes de apoyo para iniciar, crecer e internacionalizar sus negocios, son menos aquellas que se atreven a intentarlo. Esto, a su vez, genera menos referentes o casos de éxito que motiven a otras mujeres a continuar este camino.

Entre las causas que explican esta realidad encontramos distintas razones. Por un lado, están las asimetrías que vemos desde temprana edad, donde estadísticamente las mujeres que estudian carreras relacionadas con áreas STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas), son muy pocas en comparación a los hombres. Aun cuando en los últimos años existen avances al respecto, esta brecha hace menos probable que ellas sean las fundadoras de empresas que luego, busquen expandir sus fronteras hacia nuevos mercados y cuenten con el respaldo financiero necesario para hacerlo. Las pocas que logran superar esas barreras llegan a Estados Unidos -uno de los destinos favoritos para la internacionalización-, siendo triple minoría: inmigrantes, mujeres y latinas, cada una de las cuales dificulta aún más la obtención de capital.

Pero, además, existen diferencias de base en el diario vivir. Un estudio del Observatorio de Igualdad de Género de América Latina y el Caribe realizado el año pasado mostró que en la región, en promedio cada día las mujeres dedican el triple del tiempo a las tareas del hogar y cuidados de niños y ancianos, en comparación al tiempo que le dedican los hombres. Los roles siguen estereotipados y lo vemos en diversos ejemplos prácticos: Si es una madre la que decide emprender e internacionalizarse, las conversaciones suelen centrarse en cómo está resolviendo este punto con su esposo o cómo se organiza para atender a los niños. En el mismo caso, este tipo de preguntas no se le realizan a un hombre. Es más, aunque sean padres, ellos sí tienen tiempo para trabajar a tiempo completo y luego participar de actividades de relacionamiento y networking, que son claves para aumentar las oportunidades de crecimiento de sus negocios.

Tomar conciencia de lo que ocurre es fundamental para comenzar a implementar modificaciones y aumentar la presencia femenina en el mundo de las startups y en el acceso a financiamiento. Sabemos que las mujeres tienen grandes capacidades y cuentan con el talento para entregar proyectos revolucionarios que pueden impactar positivamente, pero éstos sólo podrán ver la luz si creamos las condiciones adecuadas para que puedan surgir. Hoy, el cambio no pasa sólo por entregar más fondos o crear convocatorias exclusivas, implica resetear costumbres que llevan décadas incrustadas dentro de la sociedad. Por eso, un trabajo integral y colaborativo es la única manera de cerrar las brechas, fomentar la diversidad y dar forma a un futuro más equitativo.

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