Columna de Joaquín Vial: “El tiempo pasa rápido y las oportunidades se esfuman”

Joaquín Vial
Joaquín Vial Ruiz-Tagle

“No basta con la acción del gobierno: para que los proyectos” de ley se materialicen se requerirá que los partidos políticos y los parlamentarios se pongan de acuerdo y, mirando más allá de las próximas elecciones en sus distritos, legislen con el foco puesto en el bien de Chile”.


Hace dos años comencé a escribir esta columna. Dos años que coinciden con los que Gabriel Boric lleva como Presidente de la República. Pareciera que fue ayer, pero en términos de la situación política, es como si hubiese transcurrido un siglo: después de dos intentos fracasados de construir una nueva Constitución y con un Congreso fragmentado, la agenda de transformaciones de la todavía joven administración Boric está naufragando en medio de incendios de todo tipo (Valparaíso, Isapres, seguridad y corrupción) que han oscurecido el panorama y han absorbido la escasa capacidad de gestión del equipo de gobierno.

Desgraciadamente, después de estos dos primeros años persisten los problemas de fondo: los jóvenes estudiantes están lejos de recuperar el tiempo perdido durante la pandemia; la gente común y corriente vive cada vez más asustada de salir de sus casas y las oportunidades de empleo se han estancado. Mientras tanto, los proyectos de inversión continúan su lenta e incierta peregrinación por los pasillos de servicios públicos y municipalidades. Si bien la PGU está dando un alivio importante a un gran número de adultos mayores, aún no surge una solución integral al tema de las pensiones.

Es cierto que ha habido logros importantes: el más destacable fue el ajuste fiscal de 2022, que contribuyó a un ajuste rápido de la inflación, facilitando la tarea del Banco Central que ha podido bajar agresivamente la tasa de política monetaria, mientras en buena parte del mundo desarrollado se están preguntando cuándo podrían empezar a bajar las tasas de interés.

Desgraciadamente hay poco más que celebrar: leyes como la reducción de la jornada laboral y el aumento del salario mínimo van a significar beneficios para algunos trabajadores, pero a costa de quienes enfrenten menores oportunidades de encontrar empleo.

¿Qué puede hacer el gobierno para dejar algunos recuerdos positivos relevantes? Unas pocas sugerencias, en orden de urgencia:

1. Hacerse cargo de la crisis de salud. Si no hay una salida rápida, la crisis será mayor, forzará un ajuste fiscal importante y va a dejar a millones de afiliados con una enorme incertidumbre sobre el financiamiento de sus problemas graves de salud. El impacto social y económico de prolongar la inacción de los últimos 15 años sería enorme. Las explicaciones no van a evitar que el costo político lo pague el gobierno actual.

2. Existe una leve oportunidad de avanzar en una reforma de pensiones que se haga cargo de los problemas reales del sistema, pero ella se irá esfumando a medida que pasen los días y se acorte el calendario electoral. Una negociación prolongada no va a producir una solución.

3. Seguridad: hay que construir capacidades que permitan obtener resultados visibles en lo que queda del año. En el pasado hemos visto como la gente se adapta a lo más increíble. Todavía recuerdo que, en los años 70, a los pocos meses de haber comenzado el desabastecimiento, asumimos como algo normal que había que hacer colas todos los días en los supermercados para comprar lo que hubiera. Espero que no ocurra que en la próxima primavera ya nos hayamos acostumbrado a no salir en las noches o a ir armados por las autopistas.

4. Me tienta mencionar la necesidad de hacer algo grande en educación escolar y preescolar, pero me temo que eso requiere más tiempo y equipos técnicos que la actual administración no tiene.

Nada de esto será posible si no se abandonan los prejuicios ideológicos que hoy tensionan a la coalición de gobierno, y si no se reemplazan los discursos por decisiones oportunas y eficaces, lo que será difícil y doloroso. El costo de dejar pasar esta fugaz ventana de oportunidad sería enorme para los chilenos, especialmente los más vulnerables. De paso, podría condenar a un exilio prematuro de la política chilena a una generación que prometía su renovación y purificación.

En todo caso, no basta con la acción del gobierno: para que los proyectos de ley se materialicen se requerirá que los partidos políticos y los parlamentarios se pongan de acuerdo y, mirando más allá de las próximas elecciones en sus distritos, legislen con el foco puesto en el bien de Chile. En esto, le cabe también una gran responsabilidad a la oposición.

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