Columna de Tomás Casanegra: ¡Es tu problema!
"Desconozco qué está haciendo el gobierno con respecto a la crisis de las aseguradoras, pero he escuchado cosas que van por cualquier lado menos por una solución: no es responsabilidad del gobierno, es un fallo de la Corte Suprema, han ganado mucho en el pasado, si tienen que caer que caigan, así es el mercado, etc. Independientemente del porcentaje de verdad que tengan estas frases (algunas cerca de 0%), ninguna apunta al fondo".
“Esto no es tu responsabilidad, pero sí es tu problema”, frase que a Dear Sugar se le debió ocurrir viendo al gobierno tomar palco frente a la crisis de las isapres. Como toda persona madura y exitosa sabe, antes de resolver aquello de lo que somos responsables debemos resolver aquello que se nos presenta como un problemón. Especialmente lo que nos puede llevar a la muerte, metafórica o literal. Charlie, quien a sus 99 años sigue siendo uno de los mejores inversionistas del mundo, dice que lo único que ha buscado saber toda su vida es dónde iba a morir para nunca visitar ese lugar.
Francamente, desconozco qué está haciendo el gobierno con respecto a la crisis de las aseguradoras, pero he escuchado cosas que van por cualquier lado menos por una solución: no es responsabilidad del gobierno, es un fallo de la Corte Suprema, han ganado mucho en el pasado, si tienen que caer que caigan, así es el mercado, etc. Independientemente del porcentaje de verdad que tengan estas frases (algunas cerca de 0%), ninguna apunta al fondo: ¿qué pasará con los chilenos, y con el mismo gobierno, si el sistema de salud privado colapsa? Las señales que estamos ad portas de aquello están a la vista. Estados financieros paupérrimos y un gobierno que dice que esta industria regulada debe acabar es receta perfecta para que nadie invierta (queme dinero) en ella. Por el contrario, elaboración de planes de reorganización/quiebra con abogados especialistas en la materia es lo que deben estar haciendo las aseguradoras en este preciso momento.
La quiebra de las isapres es un evento que colapsará todas las piezas del sistema de salud. Imagine a Sra X que se sometió a una cesárea para la cual tuvo que firmar un pagaré por $4 millones (cambiamos el cheque en blanco por un documento exigible hace años). La operación fue un éxito y cuatro meses después llaman a Sra X desde la clínica para decirle que está lista su cuenta. Cuenta que, en circunstancias normales y de acuerdo al plan de la señora, requería de parte de ella un copago de $1 millón. Pero lamentablemente en el intertanto su isapre se acogió a una reestructuración judicial que le impide pagar, dejando a Sra X sin lo que creía tener: un seguro.
A partir de ahí surge una serie de nefastos eventos. Si Sra X no paga los $4 millones, porque no puede, no solo la clínica deja de recibir, sino que también todos los proveedores y trabajadores de la salud que participaron de aquella intervención: matronas, enfermeras, doctores, etc. En lo macro, cuatro meses de ingresos de trabajadores de la salud desaparecerán.
Si tenemos suerte, y las garantías dadas por las isapres logran cubrir lo debido, Sra X podrá respirar por un segundo hasta su próxima intervención. Mientras tanto, llamará a todas las aseguradoras de salud “no isapre”, las cuales en el mejor caso le cobrarán un ojo de la cara para asegurarla, y en el peor no le atenderán el teléfono. Esto último va a ocurrir con el 45% de los afiliados a isapres que poseen alguna preexistencia (diabetes, hipertensión, cáncer, etc.).
Millones de señoras y señores se verán obligados a ir a Fonasa para colapsar el sistema público aún más. Por ejemplo, piense lo que pasará con las ya inaceptables listas de espera oncológicas de los pacientes Fonasa.
Seguir caminado impávidamente en dirección a este problema es coquetear con la muerte, metafórica para el gobierno y literal para muchos compatriotas. Un lugar que Charlie y la inmensa mayoría de chilenos evitaría a toda costa visitar.