Cuestión de principios

VIÑA DEL MAR: Playa de Reñaca
FOTO: MANUEL LEMA OLGUIN/AGENCIAUNO

"Aspiramos a que la sociedad pueda arribar a un sistema de seguridad social apreciado por todos, donde el Estado y un aporte clave de los privados, seamos capaces de proveer de un sistema universal, suficiente y sustentable que dé garantías a todos, con solidaridad, justicia y dignidad. Esa es la demanda de los tiempos".


Ya en tierra derecha de las discusiones de fondo para redactar la nueva Constitución, me parece fundamental poner atención en ciertos aspectos de la seguridad social que se están discutiendo. Lo primero es reconocer que no todos entendemos lo mismo por el alcance de la seguridad social, lo que se evidencia en las iniciativas populares de norma presentadas. Veo con preocupación que, en el contexto social y político actual, se asocia la seguridad social casi de manera exclusiva al sistema de pensiones y, a partir de ahí, se señalan aquellos principios que el sistema actual de pensiones no estaría cumpliendo. De esta manera escuchamos frases del tipo “tenemos que cambiar el sistema de seguridad social para que este sea realmente solidario y universal”. Pero ¿son todos los componentes de la seguridad social iguales en su configuración y principios? Nuestra mirada es que no podemos meter todos los subsistemas de la seguridad social dentro de un mismo saco, aunque sí debemos garantizar que todos cumplan con los principios que se han acordado en el marco de la OIT.

En una conversación convocada recientemente por la Asociación de Mutuales, un grupo de destacados expertos, de distintos ámbitos y colores políticos relevó, al menos cinco características de la seguridad social, que recogen tanto los aspectos concretos como ese sustrato de principios que realza el rol de la seguridad social en la sociedad.

El punto de partida es que el sistema debe ser de cobertura universal, donde todas las personas tengan acceso a la protección que otorgan cada uno de los subsistemas, como licencias maternales, pensiones, invalidez, accidentes del trabajo, etc. Luego, debe tener una componente de solidaridad. Los riesgos de la vida que protegen estos servicios no alcanzan a ser asumidos por las personas por sí solas, por lo que es necesario que el conjunto de los individuos socialice esos riesgos para que nos cuidemos entre todos. Desde ahí se considera que cada sistema tenga distintas fuentes de financiamiento: aporte de los trabajadores, de las empresas y del Estado, dependiendo del rol de cada uno en el riesgo que el sistema está buscando proteger.

A la vez, debe entregar prestaciones suficientes, cuyo propósito es que las personas cuenten con una vida digna. No se cumple con el objetivo cuando las prestaciones son incapaces de proveer de estándares mínimos para que las personas enfrentadas a la contingencia, en el extremo, las hagan caer en la pobreza y en el deterioro psicosocial que ello conlleva.

Otro elemento clave es que cada componente del sistema de seguridad social sea sustentable y sostenible en el tiempo. No contamos con un buen sistema si no cuenta con el diseño y el financiamiento necesario para proyectarlo en el tiempo, pero también con la flexibilidad para adaptarlo a los cambios sociales vertiginosos en los que nos encontramos. La transformación digital, el envejecimiento de la población, la corresponsabilidad parental, por ejemplo, desafían las nociones tradicionales de aporte a la seguridad social.

Pero hoy, hay un elemento que subyace a cualquier organización o sistema que contribuya a los ciudadanos: la legitimidad. En Chile sufrimos de un creciente desapego de las personas a buena parte de las instituciones, lo que se ha traducido en movimientos que no llaman solo a modificaciones, sino a la eliminación o cambios radicales en las instituciones que proveen estos derechos sociales.

Hoy esta discusión es parte de la agenda de un buen número de constituyentes, de los parlamentarios y tanto del actual como del nuevo gobierno. Por lo mismo, queremos ser un aporte a esa conversación y nuestra mirada está puesta en garantizar estos principios en cada uno de los subsistemas y no definir una institucionalidad única para resolver cada uno de los componentes del sistema, que sin duda enfrentan realidades y desafíos diferentes. En este sentido, nos parece que la discusión no debería ser si la seguridad social puede ser o no provista por privados, sino más bien, cómo garantizamos que -independiente de quién administre estos derechos sociales- cumplan con los principios básicos en los que sí hay acuerdo.

Parte del grupo de expertos convocados por la Asociación de Mutuales coincidió en la evaluación positiva del cumplimiento de estos principios en la seguridad y salud en el trabajo como componente clave de la seguridad social. Hoy nuestro sistema es universal, solidario y se ha caracterizado por entregar prestaciones suficientes, lo que se traduce en una muy buena evaluación de los trabajadores y gremios que perciben una alta calidad de los servicios de salud, previsionales, de rehabilitación y preventivos. Además, su diseño considera que somos instituciones sin fines de lucro, reinvirtiendo todas nuestras utilidades para la entrega de servicios y la obligación de reservas que garantizan la sustentabilidad en la entrega de las prestaciones a largo plazo.

Aspiramos a que la sociedad pueda arribar a un sistema de seguridad social apreciado por todos, donde el Estado y un aporte clave de los privados, seamos capaces de proveer de un sistema universal, suficiente y sustentable que dé garantías a todos, con solidaridad, justicia y dignidad. Esa es la demanda de los tiempos.

*El autor de la columna es gerente general de Mutual de Seguridad

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