El privilegio de emprender
Junto con la posibilidad de materializar ideas creativas y apuntalar la economía local, un beneficio directo que viene desde el emprendimiento es que, al menos en el caso chileno, el ecosistema genera el 70% del empleo en el país.
En Chile, existen 1.992.578 emprendedores, según datos entregados por la V Encuesta de Microemprendimiento (EME) 2017, realizada por el Ministerio de Economía y el Instituto Nacional de Estadísticas (INE). Del total, 83% corresponden a trabajadores por cuenta propia, mientras que el 17% tiene la capacidad de generar nuevos puestos de trabajo. Esta realidad nacional ha sido incluso elogiada por la OCDE, organización que destacó a nuestro país, en 2017, como el que registra el mayor número de emprendedores, por sobre países como México, Estados Unidos o Canadá.
Junto con la posibilidad de materializar ideas creativas y apuntalar la economía local, un beneficio directo que viene desde el emprendimiento es que, al menos en el caso chileno, el ecosistema genera el 70% del empleo en el país. ¿Cómo no seguir fomentándolo, cuando tenemos un gran camino por delante?
Para muchos, emprender puede significar, simplemente, salirse de los esquemas laborales tradicionales. El deseo de ser "el propio jefe" es una de las primeras frases que se escucha con frecuencia entre los más de 30 mil socios que actualmente acogemos como asociación y que ayer se reunieron en nuestra VII Cumbre del Emprendimiento. Sin embargo, cuando lo abordamos desde una perspectiva más amplia, nos damos cuenta que optar por desarrollar un negocio propio, muchas veces es, simplemente, un privilegio.
Al emprender, pasamos a formar parte de un ecosistema con nuevas dinámicas: aprendemos a tomar decisiones, a establecer relaciones con proveedores y clientes, nos vemos llamados a desarrollar estrategias de venta para conseguir capital, a lidiar con la frustración, a estar disponibles 24/7. Por otro lado, estas nuevas habilidades nos llevan a participar de otras conversaciones, de potenciales postgrados en el extranjero, a aprender nuevos idiomas ante la posibilidad de exportar nuestros productos o servicios hacia otros mercados, entre tantas opciones que se abren ante nosotros.
Sin embargo, ¿qué hacemos con aquellas personas que, lejos de esos espacios de privilegio, deben esforzarse para sacar adelante sus ideas y transformarlas en negocios rentables? ¿Cómo somos capaces de dibujar una cancha común en donde todas las ideas puedan transformarse en un negocio? Debemos trabajar de forma articulada entre el gobierno, las empresas que han logrado su consolidación (que alguna vez también fueron emprendimientos), la banca y la academia para habilitar espacios en donde quienes conforman la comunidad de emprendedores de Chile sientan que pueden desarrollar sus talentos y transformar sueños en realidades.
Sigamos fortaleciendo nuestro ecosistema. En la medida en que brindemos oportunidades concretas a mujeres y hombres en Chile que buscan esa transformación, seremos capaces de seguir empujando esos números que nos sitúan a la cabeza de los rankings internacionales. Asimismo, recibiremos de forma directa los beneficios de la innovación, la creatividad y las ideas que buscan un espacio para crecer y desarrollarse.
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