Empresas estatales como dueñas de recursos naturales
Tanto en Chile como en otras economías ricas en recursos naturales hay una discusión constante sobre el rol del Estado en la explotación de estos. Tal discusión normalmente está centrada en la eficiencia operativa del Estado vs los privados y en su rol estratégico para la planificación productiva.
Sin entrar a cuestionar la validez de los argumentos políticos a favor o en contra de la privatización de empresas estatales de recursos naturales, es interesante plantear los méritos de la visión de portafolio.
El problema que enfrenta el Estado es equivalente al de las familias, que por un lado tienen ingresos y gastos corrientes, al mismo tiempo que activos y pasivos que les permiten suavizar su gasto en el tiempo.
Cuando el Estado decide qué activos tener en su portafolio está tomando una decisión sobre cómo quiere que se comporten sus flujos futuros. Si nuestro objetivo es tener un flujo futuro estable, la teoría financiera nos dice que lo mejor es que los riesgos a los que están expuestos nuestros activos sean diferentes al que tiene nuestro ingreso primario o, en otras palabras, diversificar.
No considerar lo anterior puede ser muy peligroso. El caso de Enron es un buen ejemplo de esto. Los empleados de esta empresa energética tenían un plan de ahorro para la jubilación consistente principalmente en acciones de su misma empresa.
Después de descubrirse el fraude corporativo realizado para inflar las utilidades de la empresa ésta quebró, gatillando el despido de la totalidad de sus empleados, los que además perdieron todos sus ahorros producto de la caída en el precio de la acción.
Esta es una dolorosa lección de los costos de poner todos los huevos en la misma canasta, pero no es la única. Su equivalente a nivel de países es la llamada maldición de los recursos naturales, donde naciones abundantes en estos tienden a tener menores niveles de crecimiento y ciclos económicos más volátiles. Estas economías normalmente tienen todos los huevos en la misma canasta.
Una parte importante de su matriz productiva depende del recurso natural y el Estado muchas veces es dueño directamente de algunos de estos recursos, lo que dificulta tener políticas contracíclicas y exacerba las crisis después de una caída en el precio de su recurso natural.
Desde la perspectiva de portafolio, la recomendación para estas economías es diversificar, si los ingresos corrientes ya tienen un alto grado de dependencia con el recurso natural, es mejor que los activos que componen su portafolio se muevan de forma diferente o incluso opuesto.
De esta manera, ante caídas fuertes en el precio de los recursos naturales el Estado tiene la capacidad para suavizar el ciclo económico producto de que a sus otros activos les ha ido bien.
Si para un inversionista financiero los beneficios de la diversificación son enormes, con retornos más consistentes y un menor nivel de riesgo; para un país estos son incluso más significativos e implican un Estado financiado con flujos más estables, ciclos económicos menos pronunciados y un mayor nivel de resiliencia en la economía. Citando a Harry Markowitz, Premio Nobel de Economía, "la diversificación es el único almuerzo gratuito en finanzas".
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