Empresas: ser o parecer
En la economía actual, la entrega masiva de productos y servicios a través de distintos canales presenta serios desafíos para el buen cumplimiento de la nueva ley del consumidor por parte de las empresas.
Sócrates decía que "se puede alcanzar una buena reputación esforzándote en ser lo que quieres parecer"; pero tarde o temprano, para mantener esa reputación, la vida pone pruebas en las que se debe demostrar lo que uno realmente es. La frase me vino a la mente con las nuevas modificaciones a ley del consumidor, que entraron a regir en este mes de marzo. Entre otras cosas, esta ley obliga a las empresas a tener un "Modelo de Prevención", que haya sido previamente aprobado por el Sernac, como un antecedente y atenuante frente a las eventuales multas que puedan existir por los reclamos individuales o colectivos de los consumidores.
Los modelos de conductas no son nuevos en nuestra legislación. Así, existen los de prevención de delitos de personas jurídicas y las guías de prácticas o comportamientos que promueven otras autoridades, como la Fiscalía Nacional Económica o la Superintendencia del Medio Ambiente. Todas estas exigencias tienen un mismo objetivo: Obligar a que las empresas se esfuercen en ser o hacer, lo que por escrito dicen que harán.
A primera vista, puede parecer sencillo poner en un documento lo que un negocio debe hacer frente a los reclamos de los consumidores; pero, en la economía actual, la entrega masiva de productos y servicios a través de distintos canales presenta serios desafíos para el buen cumplimiento de esta nueva legislación pro-consumidor.
La primera dificultad es la cultura interna de las empresas. Hace 10 años la reputación empresarial no era un tema de principal preocupación. Los esfuerzos estaban más enfocados en generar valor a una marca comercial, que pensar en el prestigio institucional o una buena post venta. La buena imagen corporativa se veía como algo intangible o etéreo, muy difícil de medirlo en dinero o como un activo. En la actualidad, el juego cambio. Con las facilidades de comunicación y con la irrupción de las redes sociales, hemos visto varios ejemplos de cómo el valor reputacional de una empresa -o de sus dueños- se puede ver seriamente afectado, con impactos monetarios reales.
Los directivos debemos poner manos a la obra para seguir cambiando favorablemente la cultura interna frente a los consumidores, más aún frente a esta nueva ley que no sólo aumentó en forma considerable el monto de las multas y el plazo para los reclamos, sino que además estableció la posibilidad de demandar por el daño moral en las acciones colectivas.
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