Evo Morales: una demanda sin estrategia
En el mundo de los negocios, como también en política, el arte de negociar es un proceso delicado que requiere habilidades, mucho estudio y planificación de escenarios. Lo observado la semana pasada por la demanda marítima en La Haya, invocada por el presidente Evo Morales, podría ser un caso digno de estudio en distintas escuelas de negocios, no solo en Chile sino también en el extranjero.
Es que esta demanda careció de toda planificación de escenarios y solo se apoyaba en una "aspiración", deseo o voluntad cerrada de un presidente que, con el fin de buscar su cuarta reelección, motivó y empujó a su pueblo a una excesiva expectativa de triunfar en la corte internacional.
El presidente boliviano eligió el escenario y desarrolló una máquina publicitaria para denostar a Chile y, peor aún, conllevó a sus autoridades políticas y de gobierno en esta lucha sin causa, sin dejarle margen de maniobra: triunfar o triunfar.
Pero ¿en qué falló? El gran error fue no evaluar el peor de los escenarios para ellos, que es precisamente el que se dio, y hoy el pueblo boliviano vive una decepción al no cumplirse las expectativas creadas por su presidente. Crear falsas expectativas si bien generó en un inicio una gran motivación hacia el logro de los objetivos, proclamando que "Antofagasta es y será boliviana" y dando como hecho real un único escenario ganador, nada aseguraba su triunfo.
No saber evaluar correctamente el centro de gravedad en una estrategia, es no tener la capacidad de visualizar los escenarios posibles y ese fue el error de la estrategia boliviana, es decir, el presidente Morales se enfocó en un solo escenario, el win win situation, sustentando la demanda en obligar a Chile a negociar una salida soberana al mar.
En la historia de la humanidad, pasar de un conflicto particular, el mar, a uno superior, ser reelecto, es algo muy difícil de lograr. Morales no tuvo la capacidad de alcanzar este gran objetivo y se quedó sin el único argumento que tenía y unía al pueblo boliviano, el mar, nuestro mar.
Tener un "enemigo visible" hace más fácil focalizar la fuerza y las emociones, pero la percepción del presidente boliviano de Chile, los chilenos y de sus instituciones es errada y no se condice con la realidad de nuestro país, que con la mayor voluntad y buena fe ha tenido siempre la intención de negociar una salida pero sin soberanía.
Evo Morales al someter a Bolivia y a los bolivianos a la convicción que la culpa de la pobreza de su país es consecuencia de la no salida al mar, estigmatiza a un país entero sin chance de construir un nuevo futuro lleno de oportunidades.
Hoy el mar no es una excusa para dividir bolivianos de chilenos, por el contrario, el mar debe ser la excusa para establecer relaciones diplomáticas aquí y ahora de manera de desarrollar un nuevo escenario entre ambos países, un escenario con posibilidades reales de éxito, un escenario con un diálogo conciliador sin exigir a Chile una salida soberana.
Un gesto de visión de futuro del presidente Morales, sería solicitar una visita oficial al Presidente Piñera donde reconozca el fallo de la CIJ y manifieste una intención sincera de conversar en una nueva agenda de diálogo constructivo, de confianza y esperanza de una mejor relación internacional entre ambos países hermanos, así entonces, los bolivianos merecen mucho más.
Como bien decía Winston Churchill: "Los imperios del futuro son los imperios de la mente".
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