Por exceso de agua Cuenca Pérmica necesita US$22.000 millones

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En las planicies secas y polvorientas de Texas, sede de la mayor actividad petrolera de los Estados Unidos, el problema no es que hay poca agua, sino que hay demasiada.

Basta con preguntarle a Will Hickey, el máximo responsable de Colgate Energy, que tiene 31 años.

Sobre una plataforma de 8 metros de altura en el Condado Reeves de Texas, Hickey observa mientras contratistas trabajan con una perforadora a casi 3.000 metros de profundidad en busca de petróleo. Apenas a 800 metros de distancia hay otra torre de perforación en plena actividad. Pero ésta, que opera WaterBridge Resources LLC, no busca petróleo. Perfora para desechar la enorme cantidad de agua que generan los pozos locales.

"Si no se soluciona la cuestión del agua no podemos producir en el pozo. Tan simple como eso", dijo Hickey en una entrevista. "Antes cada operador manejaba el agua, pero el volumen de lo que se produce ahora ha creado una oportunidad para el ingreso de compañías especializadas en agua".

Con la fracturación hidráulica o fracking, las compañías exploradoras lanzan agua, arena y químicos a los pozos a los efectos de abrir el shale que encierra el petróleo. Cuando se extrae el petróleo también sale el agua, combinada con agua salobre de reservorios subterráneos, una mezcla tóxica que devastaría las tierras agrícolas si se la liberara en la superficie. Dado que se producen cuatro barriles de agua por cada uno de petróleo, desecharla es una pesadilla que podría sumar US$6 por barril a los costos de las compañías para 2025, según un reciente estudio de Wood Mackenzie.

Desecho pesadillesco

La región extraerá este año suficiente agua para cubrir la totalidad de Rhode Island con casi 30 centímetros de agua. Wall Street es consciente de las amenazas que plantea la escasez de ductos y mano de obra en la Cuenca Pérmica, efectos colaterales clave del rápido crecimiento de la región. Pero los inversores "no son tan conscientes de algunos de los otros riesgos y desafíos que podrían tener la misma importancia o más", dijo Gabriel Collins, un investigador en energía y medio ambiente de la Universidad Rice.

"Yo pondría el agua en el primer lugar de la lista", dijo.

Es probable que el gasto en manejo del agua en la Cuenca Pérmica llegue casi a duplicarse y supere los US$22.000 millones en apenas cinco años, según la firma consultora del sector IHS Markit.

Las razones son dos. La cantidad de torres de perforación crece y los lugares de desecho utilizados durante décadas empiezan a llenarse, dijo Laura Capper, una consultora de la industria. Eso significa que las compañías exploradoras tienen que trasladar el agua a mayor distancia para desecharla.

Es un problema "que se va a hacer cada vez mayor", dijo Ryan Duman, analista de Wood Mackenzie. "Los operadores son víctima de su propio éxito".

Las compañías perforadoras por lo general devuelven el exceso de agua a la tierra, con frecuencia después de trasladarla a áreas como San Andrés, una región de la cuenca que se perforó mucho durante el auge del shale. Pero ahora, en momentos en que el auge alcanza niveles históricos, ese sistema enfrenta problemas.

En San Andrés, los pozos perforados para extraer petróleo a mayor profundidad se están derrumbando como consecuencia de la creciente presión de la inyección de agua, lo que lleva a que se cierren por docenas y a la pérdida de kilómetros de ductos, según Andrew Hunter, ingeniero de perforación de Guidon Energy, que cuenta con el respaldo de Balckstone Energy Partners.

Es una situación que "empeora", dijo Hunter en una reciente conferencia sobre agua en Houston. "Pienso que la gente teme hablar de este problema. Tratamos de hablar de ello para que todos sepan que se trata de algo serio".

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