Inclusión de adultos mayores y pensiones: hablemos en paralelo
Ahora que conocemos el detalle de la Reforma de Pensiones presentada por el Ejecutivo y que el tema es protagonista del debate país, puede ser también un buen momento para hablar de la inclusión de los adultos mayores en el mercado laboral.
Más aún, cuando el segmento de adultos mayores en Chile crece a tasas nunca antes vistas. Según cifras oficiales, de aquí al año 2035 se estima que cerca del 25% de la población será adulto mayor en el país, es decir, un cuarto de la población.
Ello no sólo representa un enorme potencial de fuerza laboral, sino que, además, será un sector consumidor de bienes y servicios relevante para el sector privado.
Según un estudio de la UC, la Cámara de Comercio y el Sence realizado este año, solo el 17% de los adultos mayores chilenos se encuentra trabajando, cifra que es superior al promedio Ocde, pero que aún es baja si se compara con el potencial laboral de este segmento.
De hecho, el mismo estudio plantea que sobre el 50% seguiría trabajando, aunque no lo necesitara desde el punto de vista financiero.
Lo anterior genera una dicotomía y nos presenta una enorme oportunidad: tenemos un enorme potencial de personas con experiencia y habilidades que quieren aportar a través de su trabajo, con todo el valor que implica el contar con colaboradores de la tercera edad.
Sin embargo, el mercado no está preparado ni tampoco (en muchos casos) conoce y está consciente de los beneficios de integrar a más adultos mayores a las organizaciones.
¿Cómo logramos entonces generar más demanda de trabajadores mayores?
Todo parece indicar que, como en casos anteriores, las soluciones verdaderamente efectivas pasan por una alianza público privada que -en este caso- fomente la incorporación de adultos mayores en todo nivel, lo que puede traducirse en incentivos y políticas públicas que promuevan que las empresas cuenten con este tipo colaboradores.
Pero, al mismo tiempo, y para que sea un cambio cultural más que una medida impositiva o de cumplimiento, es importante facilitar el acceso a estudios y capacitación, de manera que quienes estén en edad de jubilar puedan seguir trabajando y aportando valor a las organizaciones si así lo deciden.
Un ejemplo claro del círculo virtuoso que se genera cuando se integran distintas generaciones y experiencias es en los directorios, donde la composición debe tener una matriz diversa en perfiles, experiencias, visiones, género y también edad.
Si hoy hablamos de pensiones y de calidad de vida de nuestros adultos mayores, entonces podemos empezar por incluirlos e integrarlos al mercado laboral. Más flexibilidad, más capacitación, incentivos bien puestos son algunos de los avances que podemos dar ahora. ¿Por qué esperar?
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