Mario Marcel: “La reforma tributaria que queremos enviar es la que concite el apoyo más amplio”

MARIO MARCEL, MINISTRO DE HACIENDA
MARIO MARCEL, MINISTRO DE HACIENDA

El ministro de Hacienda entrega las primeras señales de flexibilidad en la negociación de las reformas con la oposición. Dice que los temas que no conciten un amplio acuerdo en materia tributaria no serán incluidos y que se potenciarán los incentivos a la inversión. “No tengo la más mínima duda de que al Presidente le importa el crecimiento”, afirma Marcel, quien además aclara que la reforma impositiva y el financiamiento a la condonación del CAE van por carriles separados.


Tras la extensa cuenta pública del Presidente Gabriel Boric esta semana, el ministro de Hacienda, Mario Marcel, tendrá la agenda de tareas más recargada del gabinete. No sólo deberá empujar los consensos para aprobar las claves reformas tributaria y de pensiones, tal como lo pidió el Mandatario, sino también focalizar sus energías en sacar del estancamiento a la economía chilena.

El Presidente Boric hizo un llamado a dialogar y a tocar todas las puertas para lograr avanzar en las reformas. ¿Qué significa exactamente eso en materia de reforma tributaria?

Significa conversar con todos los interlocutores relevantes, partiendo por los partidos políticos con representación parlamentaria, de manera de construir un diálogo fructífero. Hasta el momento no hemos tenido mucho de eso porque, en parte, ha habido sectores de la oposición que no han querido entrar en esa dinámica. El Presidente ha planteado construir acuerdos amplios y eso significa concesiones mutuas. Como él lo dijo nadie puede aspirar a tener el 100 % de lo que quiere. Pero todo esto no se puede hacer unilateralmente, tiene que haber una interacción con una contraparte. En ese proceso podemos ponernos de acuerdo no sólo sobre una reforma tributaria, sino también sobre el destino de los recursos.

Pero el Presidente ya ligó el destino de la reforma tributaria a la condonación del CAE y a la deuda de los profesores…

El Presidente mencionó cinco destinos posibles de la reforma tributaria: incremento de la Pensión Garantizada Universal (PGU), reducción de las listas de espera en hospitales y el fortalecimiento de la salud primaria, sala cuna universal y sistema de cuidados, deuda histórica de los profesores, y seguridad ciudadana. De esos cinco temas, los tres primeros se mencionaron repetidamente en etapas iniciales de la discusión de la reforma anterior. El tema de seguridad ciudadana también se planteó hace un tiempo atrás. Lo único que es más nuevo es el tema de la deuda histórica de los profesores. De todas formas, el Presidente planteó que esta es una lista tentativa, que está abierta a otras prioridades que propongan quienes concurran a ese diálogo.

El tema del CAE es distinto, la relación con el pacto fiscal es de secuencia, no de financiamiento. Tal como lo dijo el Presidente el año pasado, el CAE se va a abordar una vez que esté aprobada la reforma tributaria. Este año repitió lo mismo. Eso no significa que el apoyo a deudores del CAE vaya a venir de la reforma tributaria. Debe tener su propio financiamiento, porque son otros niveles de recursos. El CAE debe ser una iniciativa autocontenida, que no compita con las pensiones o la salud.

¿Cuál es la reforma tributaria que quieren enviar ahora en julio? ¿Cuál es la señal política que puede dar para comenzar la discusión con la oposición?

La reforma tributaria que queremos enviar es la que concite el apoyo más amplio de los distintos sectores políticos en este proceso de consulta. Hay un tema práctico que es que necesitamos dos tercios en el Senado para aprobar este proyecto. Con seguridad el proyecto va a ser distinto del que se rechazó en la Cámara de Diputados, no sólo como un tema de votos, sino como reconocimiento de que un pacto fiscal requiere un apoyo amplio para perdurar en el tiempo.

De lo que se ha discutido hasta ahora hay más acuerdo en los temas de evasión y elusión, y más diferencias en el impuesto al patrimonio, por ejemplo. De acuerdo a eso, el tema de evasión y elusión tiene probabilidades mucho mayores de quedar en la propuesta final que el impuesto al patrimonio. Pero el ejercicio de diálogo hay que hacerlo con un interlocutor, no podemos hacerlo solos.

Lo que queremos proponer es un acuerdo tributario con cuatro componentes. Primero, un conjunto de principios sobre cómo debería ser nuestro sistema tributario. Segundo, un dimensionamiento de lo que se requiere en materia de gasto y las prioridades que debería tener. Tercero, cuanto de esos gastos se puede financiar por la vía de mejoras de eficiencia en la recaudación y en el gasto. Cuarto, las medidas tributarias que son necesarias para generar la recaudación que falte.

En el afán de llegar a un acuerdo, entonces, ¿usted está dispuesto a sacrificar el impuesto al patrimonio?

Si de los temas que se han tratado, algunos no concitan un acuerdo suficientemente amplio, no vamos a insistir en ellos. Probablemente sí vamos a buscar formas de compensar su efecto en términos de recaudación y progresividad del sistema tributario. Pero eso tiene que ser fruto del diálogo, no puede ser una decisión unilateral.

¿Qué tan intransable es el sistema dual que usted propone en la reforma?

En el sistema dual hemos visto bastante apoyo y comprensión con distintos interlocutores que hemos dialogado. No vemos ahí una piedra de tope importante y nos parece que es un tema clave para darle estabilidad a nuestro sistema tributario. Este es un régimen que está en vigencia en muchos países. Es el sistema de impuesto a la renta más común actualmente en el mundo, mucho más simple que el sistema semiintegrado vigente y sienta una base mucho más estable para la tributación sobre renta en el futuro.

¿Este rediseño implica una renuncia a las expectativas de recaudación que tenían hasta ahora?

No he usado el término renuncia. He hablado de cómo se buscan acuerdos.

Previsional, sin líneas rojas

¿Qué están dispuestos a ceder en materia de reforma previsional?

En la reforma previsional no tenemos líneas rojas. Tenemos una propuesta que nos parece coherente, pero de la cual no estamos enamorados. Estamos abiertos a discutir alternativas en la medida que concordemos en los objetivos: aumentar las pensiones de los actuales y futuros pensionados y hacerlo de manera sostenible, estructurando un sistema mixto al que aporten trabajadores, empleadores y Estado; que haya administración de entes privados y públicos, y donde la estructura contemple un beneficio básico que es la PGU, un componente de capitalización individual y un tercero de seguro social. En el momento en que nos pongamos a buscar acuerdos, pueden surgir muchas variantes posibles.

¿Van a insistir con las cuentas nocionales o es algo que se puede marginar del proyecto?

Las cuentas nocionales, entre otras, son sólo un instrumento para lograr lo que se propone para la reforma, pero no son un elemento central insustituible. Hay otros elementos de la reforma que también son más instrumentales respecto de las definiciones más básicas como quién maneja las inversiones del administrador público, si tiene que haber una afiliación por defecto, las características de la plataforma común al sistema, entre otras.

Usted ha dicho que no hay líneas rojas en la reforma. ¿Tampoco hay líneas o dogmas ideológicos?

La propuesta previsional del gobierno es bastante pragmática, no es ideológica. Si hay temas que se ven como ideológicos habría que verlos. Hay cosas que se han calificado como ideológicas, como la integración vertical de la industria, muy discutido en la literatura y que se ha abordado en otras industrias, como la eléctrica, por ejemplo. Entonces, no son temas ideológicos, son temas de racionalidad económica y de organización industrial.

El exsubsecretario de Previsión Social Christian Larraín diseño una propuesta alternativa de reforma a las pensiones que cumplía con objetivos que usted mencionaba. ¿Le parece que esa propuesta iba por el camino correcto?

El gobierno en este proceso ha estado continuamente buscando alternativas y todo eso está a la espera de un proceso de diálogo propiamente tal. Cuando hablo de gobierno me refiero al equipo de gobierno, no a subsecretarios, subsecretarias, ministros o ministras individualmente. No es correcto asignarle las ideas a una persona en particular.

Usted reconoció un gran trabajo del exsubsecretario. ¿No le parece que hubo algo de desprolijidad en la salida de Larraín, quien no tuvo un sumario antes de ser despedido?

He reconocido su aporte en la formulación del proyecto original, pero eso no lo vuelve imprescindible para lo que viene; nadie debería serlo. Hay un equipo que ha estado trabajando en la reforma y la ministra del Trabajo lidera el diálogo político. En cuanto a los temas administrativos, no soy un especialista en ello, pero hay que tener claro que las autoridades tenemos cargos de exclusiva confianza y, por lo tanto, la decisión de que permanezcamos o no en nuestros cargos no depende de sumarios.

Sin autocomplacencia

Si bien la economía tendrá un comportamiento menos malo de lo previsto este año y el Presidente dijo en su discurso que se “evitó una crisis económica”, los recientes Imacec muestran que estamos lejos de salir del estancamiento y de evitar un mayor desempleo. No estamos frente a una recuperación robusta. ¿Hubo autocomplacencia en el discurso del Presidente al tratar la situación que vive la economía chilena?

Una de las frases más repetidas en el discurso del Presidente en relación a distintos temas fue “no es suficiente”. El Presidente dio cuenta de las cosas que se han hecho en este año y tres meses, de los avances, que son muchos. Pero el discurso del Presidente no es autocomplaciente en materia económica. Su discurso plantea muchos desafíos que tenemos.

Después de tres trimestres de caída de la actividad en la comparación trimestre a trimestre desde 2022, hemos tenido dos trimestres, el cuarto del año pasado y el primero de este año, que comenzaron a tener variaciones positivas.

Pero esas variaciones positivas, que los economistas llaman velocidad, no alcanzan todavía para recuperar los niveles de actividad de hace un año. Es posible que tengamos un par de meses con nuevas variaciones negativas en 12 meses, pero el punto es si nos estamos moviendo en la dirección correcta. Lo que tenemos hoy es que la inflación ya ha bajado cuatro puntos porcentuales respecto de su punto más alto y la actividad está por encima de donde estaba en el tercer trimestre del año pasado. Pero nos queda camino por recorrer. Lo que podemos leer del último Imacec (-1,1% en abril) es que el ajuste en el consumo está siendo más rápido y profundo de lo que se esperaba y, por lo tanto, debiera haber bajas mayores de la inflación en los próximos meses. Las implicancias que tiene esto para la política monetaria es algo que el Banco Central tendrá que evaluar.

Pero ese camino por recorrer para la economía es muy duro aún. El Presidente nombró muy pocas veces la palabra crecimiento en su discurso…

El Presidente dijo “la reactivación de la economía es parte del deber de este gobierno” y por las múltiples conversaciones que he tenido con él, no tengo la más mínima duda de que al Presidente le importa el crecimiento. Lo que necesitamos en este momento para crecer es un aumento de la inversión y, en el plazo más largo, un aumento de la productividad. El año pasado el Presidente planteó la meta de hacer crecer la productividad. Hemos construido una agenda de productividad y también una agenda proinversión parte de la cual, lamentablemente, estaba incluida en la reforma tributaria rechazada. Esas medidas proinversión habrá que reincorporarlas, corregirlas y aumentarlas en el pacto fiscal, porque en general los incentivos a la inversión y la productividad corren precisamente por el carril tributario. Un pacto tributario amplio también contribuirá a reducir la incertidumbre sobre impuestos futuros y con ello facilitará decisiones sobre inversión.

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