Mirar para adelante

Moody's

Muy bien estuvo el ministro Larraín al decir que "más que mirar el pasado, hay que mirar para adelante" y así poner fin a la polémica que mantuvo con la agencia Moody's, responsable de la baja en la clasificación de riesgo de la deuda chilena anunciada hace algunos días.

Moody's esgrimió dos razones para decir que somos un deudor, aunque todavía muy confiable, algo menos seguro de lo que fuimos en los años recientes. La primera es el aumento persistente desde hace varios años de la deuda del gobierno. La segunda es que nuestra capacidad de crecimiento de largo plazo ha caído y ya no es lo suficientemente alta como para compensar algunas de nuestras debilidades (dependencia del cobre y nivel de ingreso per cápita entre otras).

Mirando hacia adelante como dice el ministro, Moody's nos señala que el camino para volver a nuestra antigua calidad de deudor es mejorar la capacidad de crecimiento de mediano y largo plazo de nuestra economía y que el gobierno tenga un manejo fiscal que decididamente le permita ir bajando sus niveles de endeudamiento en relación a lo que nuestra economía produce año a año.

Es obvio que el Presidente y su equipo económico tienen claro que para que el país siga progresando y la calidad de vida de todos los chilenos siga mejorando, es necesario que se recupere el orden y la eficiencia en el manejo de la billetera fiscal y que nuestra economía recupere la capacidad de crecer sostenidamente a tasas mucho mayores que las observadas en el gobierno anterior. También es bastante evidente que desde un punto de vista técnico tienen la capacidad y el conocimiento más que probado para saber qué hay que hacer en ambos casos. Sin embargo, el problema es político. Contener en forma decidida el crecimiento del gasto fiscal, exigir eficiencia en la gestión del estado, lograr dar mayor certeza jurídica a la aprobación de proyectos de inversión, realizar una reforma tributaria que incentive la inversión y una reforma laboral pro empleo, son todas medidas muy necesarias, pero con costos políticos en el corto plazo que pueden ser muy altos.

Hasta el momento, el gobierno no ha dado señales claras de hasta qué nivel está dispuesto asumir los costos políticos que le pueden significar el solo proponer reformas económicas que sean impopulares, y por lo mismo, difíciles de aprobar en el Parlamento. Es quizás este compás de espera, junto con un escenario internacional más complicado, el que esté influyendo en el estancamiento y leve baja en los indicadores de confianza empresarial observados en los últimos meses.

El gobierno se comprometió a presentar su propuesta de reforma tributaria a más tardar en septiembre. En ese mismo mes deberá presentar su propuesta de presupuesto fiscal para el próximo año. Si la reforma tributaria se limita solamente a simplificar la complejidad de la ley actual sin ser contundente en incentivar la inversión y si en el presupuesto fiscal no se entrega una señal clara de contención del crecimiento del gasto y de una mayor eficiencia en la gestión del aparato público, las esperanzas de recuperar la fortaleza que teníamos como deudores y de alcanzar niveles de crecimiento que mejoren la vida a todos los chilenos serán escasas.

Queda poco para saber si al mirar para adelante, como sabiamente nos recomienda nuestro ministro de Hacienda, seguiremos viendo nubarrones en el horizonte o podremos ver que comienza a salir el sol.

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