Regulación e innovación, ¿amigas y rivales?

Inside The Offices Of Fintech Group AG As German Financial Technology Industry Grows

La Comisión para el Mercado Financiero (CMF) acaba de abrir un proceso de consulta pública para recoger opiniones respecto del marco regulatorio de la industria Fintech, un paso necesario debido al rápido surgimiento de este tipo de empresas en la prestación de servicios financieros.

Las fintech reflejan el constante cambio tecnológico que estamos viviendo a nivel global, y abren una serie de oportunidades: mayor competencia e inclusión financiera, servicios más personalizados, y menores costos de transacción.

Sin embargo, y tal como ocurre con las empresas financieras tradicionales, las fintech necesitan un marco regulatorio. Y lo central para comenzar la discusión de qué y cómo se debe regular, es establecer las condiciones del juego y analizar los nuevos riesgos que emergen, y su posible impacto en la estabilidad financiera.

En primer lugar, la regulación debe apuntar a igualar las condiciones de competencia entre los diferentes actores, para así fomentar el desarrollo de la industria financiera de forma sostenible y competitiva.

Respecto de este punto, existe consenso entre las autoridades, agentes tradicionales y la propia asociación de empresas Fintech Chile de que la regulación debe estar basada en actividades, es decir, a igual actividad, idéntica regulación. Esto permite velar tanto por la estabilidad sistémica como por la competencia.

Lo anterior cobra particular relevancia en el actual escenario. Un reciente documento elaborado por el Comité de Supervisión Bancaria de Basilea, respecto a las implicancias de los avances de las fintech, hace referencia a la capacidad de las empresas big tech -grandes empresas tecnológicas con actividad internacional, que disfrutan de una ventaja competitiva en el mundo de la tecnología digital- de hacerse rápidamente con una significativa cuota de mercado.

La regulación en este ámbito tiene importantes desafíos, para abordar de forma correcta los riesgos de una eventual concentración de mercado y de asimetrías de información que se pueden generan.

En segundo lugar, en un mundo con mayores niveles de integración, la regulación debe ser transfronteriza, es decir, cumplir con los estándares internacionales.

El memorándum de entendimiento de la Organización Internacional de Comisiones de Valores recientemente suscrito por la CMF, es un excelente primer paso en esta dirección. Asimismo, el marco normativo debe ser flexible para tener la capacidad de adaptarse rápidamente al constante cambio tecnológico.

Por último, la regulación debe hacerse cargo de los riesgos operacionales y cibernéticos. De hecho, en su último Informe de Estabilidad Financiera, el Banco Central señaló la relevancia que han adquirido estos riesgos debido a la velocidad de los avances tecnológicos y la interconexión de los servicios financieros.

Es fundamental que la regulación vele por la igualdad de condiciones respecto a los diferentes servicios que prestan tanto las fintech como la industria financiera tradicional. Esta equivalencia es la que facilitará la innovación, promoviendo la competencia y la estabilidad sistémica.

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