Ricardo Caballero: “La izquierda tiene muchas veces el corazón puesto en el lugar correcto. El problemaestá en las soluciones que propone”
El académico chileno del MIT analiza la situación de Chile y el mundo de cara a 2022 y en medio de la salida de la debacle económica que generó el Covid-19. En el plano local, asegura que “no tiene ningún sentido que la gente esté sacando sus ahorros previsionales para cambiar el auto”, mientras que sobre la gigante china Evergrande, opina que “no tiene el potencial de Lehman (…), pero puede agregar mucha leña al fuego”.
Dice que no está pesimista, pero sí un poco cansado -”como lo estamos todos”- con esta pandemia del Covid-19 que ya supera el año y medio. Desde EE.UU., donde es director del World Economic Laboratory del Massachusetts Institute of Technology (MIT), Ricardo Caballero evalúa la marcha de las economías mundial y chilena, ahora que ya parecen estar saliendo de la profunda crisis que generó el coronavirus. Si bien reconoce que la recuperación ha sido rápida, advierte que el Covid “llegó para quedarse por mucho tiempo y continuará teniendo repercusiones económicas”, aunque de menor magnitud. A nivel global, ahonda en la situación de China y aquilata lo que puede pasar con el gigante inmobiliario Evergrande.
Sobre Chile, expresa su confianza en el manejo macroeconómico del Banco Central, reitera su crítica a los retiros de los fondos previsionales, lamenta el divorcio entre técnicos y políticos, y plantea como el mayor riesgo el que “se mira a los países nórdicos como el objetivo, y parece ignorarse el riesgo de un evento mucho más probable, como Argentina y Venezuela”. Así, enfatiza, “antes de meterse en cualquier aventura de izquierda, alguien debería preguntarse seriamente qué hay en el agua chilena que evitará las tragedias económicas y sociales de nuestros vecinos regionales”.
Chile va a crecer sobre el 10% este año, pero no más del 2,5% en 2022 y 2023. ¿Puede dar por superada la crisis producto del Covid-19?
-En ciertas dimensiones, Chile respondió a la pandemia como un país desarrollado. Fue un líder en materia de vacunaciones y manejo del problema sanitario en general, y utilizó una política fiscal y de sustitución de ingresos perdidos muy agresivas. Dada esta similitud, no es sorprendente que el ciclo chileno se esté pareciendo al de las economías desarrolladas.
Y producto de la liquidez que han generado los retiros y las ayudas fiscales, ¿ve riesgos de un sobrecalentamiento, o son todos factores transitorios?
-Nuevamente, estamos viendo el mismo tipo de fenómeno en muchas economías, ciertamente en EE.UU. Pero nuestro Banco Central tiene un gran equipo y está muy alerta.
¿Qué opina de que se esté tramitando un cuarto retiro de fondos previsionales? ¿Puede afectar la recuperación de la economía, cómo han advertido las autoridades?
-Los mayores problemas de estos retiros son de largo plazo. En muchos casos, es simplemente política fiscal indiscriminada que no queda registrada en las cuentas fiscales de hoy, pero que nos pasará la cuenta en el futuro. Más aún, dado que el Covid-19 se ha transformado en un problema crónico, no lo podemos seguir atacando disparándole a todo lo que se mueve. Hay que ser mucho más selectivo en el apoyo fiscal. No tiene ningún sentido que la gente esté sacando sus ahorros previsionales para cambiar el auto.
Además, en el proceso estamos destruyendo un sistema de pensiones que es un ejemplo en muchas partes del mundo. Es una gran pena.
En Chile, el Banco Central acaba de acelerar la reversión de la política monetaria expansiva que traía, subiendo en otros 75 puntos base la tasa y anticipando un regreso al 3,5% para mediados del próximo año. ¿Le parece adecuado o puede estar sobrerreaccionando?
-Tienen mucha mejor información que yo de las dinámicas subyacentes de precios. El Banco Central de Chile es una institución muy seria y técnica. Hay que dejarlos hacer su trabajo. Seguramente cometerán algunos errores ya que el proceso que estamos viviendo es complejo, pero no me cabe ninguna duda que, en promedio, cometerán muchos menos errores que cualquier otro ente que decidiera tomar las riendas en estas materias.
El Banco Central ha sufrido críticas de algunos sectores, tanto por subir en esa magnitud la tasa, como por advertir acerca de los peligros de un cuarto retiro.
-No conozco los detalles de la situación, pero si le agregamos más política fiscal expansiva a una situación que ya está generando presiones inflacionarias, no le quedará otra al Banco Central que contrarrestarlas. Esto es economía básica.
¿Cómo se explica el divorcio que se advierte en el país entre los técnicos y el mundo político? ¿Qué consecuencias puede tener?
-Ese divorcio siempre acarrea grandes costos, pero en el caso de Chile es una pena aún mayor, ya que habíamos encontrado una receta muy exitosa. Con esto me refiero al método de trabajo conjunto de técnicos y políticos, no a una orientación política en particular.
Desde mi punto de vista, la izquierda tiene muchas veces el corazón puesto en el lugar correcto. El problema está en las soluciones que proponen para arreglar los problemas de fondo que quieren mejorar. Paradojalmente, mientras más de izquierda sean los objetivos de fondo, más ayuda técnica se necesita, ya que los riesgos de errores muy costosos aumentan al alejarse del equilibrio espontáneo de una economía de mercado. Por desgracia, esta correlación rara vez se da en la práctica.
¿Qué es lo que más le preocupa de Chile hoy, cuál es su principal riesgo?
-Que la gente mira las experiencias exitosas, no las más probables dadas las condiciones que tiene el país. Se mira a los países nórdicos como el objetivo, y parece ignorarse el riesgo de un evento mucho más probable, como Argentina y Venezuela. Antes de meterse en cualquier aventura de izquierda, alguien debería preguntarse seriamente qué hay en el agua chilena que evitará las tragedias económicas y sociales de nuestros vecinos regionales.
Economía mundial y Covid: “Espero una nueva realidad, pero no una crisis aguda como la de 2020″
¿El mundo ya salió de la crisis económica que trajo consigo el Covid-19 o aún falta?
-Depende de qué signifique salir... La parte más profunda de la crisis económica ya quedo atrás. Pero el Covid-19 llegó para quedarse por mucho tiempo y continuará teniendo repercusiones económicas en los trimestres, e incluso años venideros.
Usted dijo el año pasado que era posible recuperar el 90% de la actividad perdida para mediados de 2021. ¿Ha sido así?
-Sí, y aún mejor que eso. Con gran heterogeneidad a través de sectores y países, pero en promedio la recuperación, desde una caída inicial estrepitosa, ha sido rápida, a pesar de que no nos hemos deshecho del Covid-19 y sus mutaciones.
¿A qué se debe esta rápida recuperación?
-Principalmente a tres factores. El primero es una respuesta de políticas fiscales y monetarias masivas, rápidas y simultáneas (en especial, pero no exclusivamente, en el mundo desarrollado). El segundo es el enorme esfuerzo, también simultáneo, de la ciencia en producir vacunas efectivas en tiempo récord. Y el tercero, es la enorme capacidad del aparato productivo de encontrar una manera efectiva de mantener la operación de aquellos sectores menos expuestos a contacto social. A veces tiemblo pensando en qué hubiese pasado si esto nos hubiese pegado unas pocas décadas atrás, con un internet y aplicaciones mucho menos eficientes que las de hoy. ¿Cómo lo hubiésemos pasado sin Zoom y otras apps que nos permitieron seguir funcionando desde la casa?
¿Y cuál es el peligro de las nuevas variantes para la economía, veremos nuevos encierros masivos?
-Por desgracia la actitud incompresible de muchos, especialmente en EE.UU., no nos permitirá llegar a inmunidad de manada a la velocidad que necesitamos para reducir el riesgo de nuevas mutaciones. Delta ha agudizado el problema causado por el déficit de vacunación. Pero, y de alguna forma paradojalmente, aceptar esta realidad hace menos probable que tengamos encierros masivos y sostenidos, ya que el problema pasó, de ser uno de crisis aguda, a uno crónico. Los problemas crónicos no se pueden enfrentar con estrategias diseñadas para crisis agudas, pero transitorias.
¿Eso qué implicará en términos de crecimiento para 2022, puede venir otro frenazo?
-Espero una nueva realidad, con algunos sectores y tipos de trabajo más complicados que otros, pero no una crisis aguda como la del 2020. Hoy hay sectores de la economía que están funcionando más eficientemente de lo que lo estarían haciendo si el Covid-19 no hubiese ocurrido. Por supuesto hay otros que están devastados por este asunto. Pero, gradualmente, los primeros acrecentarán su importancia relativa en esta nueva normalidad.
¿Qué lo está gatillando y qué tan relevante es el problema de inflación global que enfrenta el mundo?
-Es principalmente una combinación de dos factores: el fuerte apoyo fiscal y monetario que permitió mantener la demanda agregada lista para cuando se abriera la economía; y una serie de cuellos de botella en distintos puntos de la cadena de producción.
Los dos debiesen ser factores temporales. En los apoyos de política económica ya estamos viendo los primeros pasos de normalización, tanto de la política fiscal como monetaria. Por su parte, los cuellos de botella tomarán tiempo de resolver, pero una solución de estos pone presión deflacionaria, mientras que aquellos que se mantienen ya tienen gran parte de su inflación en el pasado. Luego, en promedio, creo que el efecto de todo esto es temporal. Por supuesto, habrá distintas experiencias en el mundo. Mi comentario se refiere al escenario central, que incluye una respuesta ágil de la política monetaria para evitar que se desanclen las expectativas de inflación.
¿Hay un eventual peligro de estanflación hacia adelante?
-Depende de dónde. En Argentina, sí. En el mundo desarrollado, es poco probable, al menos la parte de la inflación. El crecimiento del producto potencial sí caerá por los próximos trimestres.
¿Qué rol juega el gran aumento del endeudamiento fiscal en la inflación?
-En aquellos lugares donde la deuda pública en moneda local no indexada ha aumentado mucho, y el Banco Central no es suficientemente independiente, la tentación para aumentar la inflación como mecanismo de dilución de esa deuda será significativa. Nuevamente, no lo veo como un gran tema para las economías desarrolladas.
También hay una interacción compleja con el endeudamiento del sector corporativo, que ya era alto antes de la pandemia y ahora ha aumentado enormemente producto de ella. Las compañías que se endeudaron para sobrevivir al Covid son muy vulnerables a un alza de tasas, lo que puede limitar cuán agresivo puedan ser los bancos centrales si se les empieza a disparar la inflación.
¿Los problemas en las cadenas logísticas y en el comercio se irán normalizando o les queda mucho todavía?
-Tomará tiempo porque requiere, entre otras cosas, un cambio de estrategia en cómo se enfrenta el Covid-19 en los grandes puertos de Asia. Hoy, el costo de transporte desde China a Europa o EE.UU. es 10 veces más alto que en prepandemia. En las primeras etapas de la pandemia, países como China o Singapur tenían una tolerancia cero al Covid. Tanto así, que las tasas de vacunación eran bajas, porque no las necesitaban. Esa tolerancia cero hizo que los puertos funcionaran mucho más lentamente. Pero esta estrategia no parece viable con la variante delta. Es demasiado contagiosa, luego, pasaríamos con los puertos parados todo el tiempo. La buena notica es que han acelerado fuertemente su tasa de vacunación. Espero que luego estén en condiciones de flexibilizar un poco sus estrategias en los puertos.
En EE.UU., ¿cuán rápido se irán revirtiendo las políticas fiscal y monetaria ultraexpansivas? Esta semana la Reserva Federal habló de empezar a subir la tasa ya en 2022…
-En EE.UU., a pesar de todos los paquetes fiscales estructurales que seguramente serán aprobados en los próximos meses, en el neto la política fiscal se va a tornar ligeramente contractiva en la segunda mitad del año, por la expiración automática de algunos programas de restitución del ingreso perdido debido a las medidas sanitarias y la aguda recesión inicial.
En política monetaria, lo más probable es que comience el retiro de las medidas no convencionales este año, y las tasas subirán hacia el final de 2022 o comienzos de 2023. Pero hay riesgos para los dos lados, y con un horizonte tan largo y un shock tan distinto al típico de recesiones, estos pronósticos de largo plazo son demasiado imprecisos como para darles mucho peso.
Los riesgos obvios son la aparición de una mutación que evada las vacunas más fácilmente que las variantes actuales, y por el otro lado un desencaje de las expectativas de inflación de largo plazo. Por ahora hay poca evidencia de esto último en los mercados o principales encuestas.
¿Quiénes están saliendo como los ganadores y perdedores de esta crisis a nivel de sectores e industrias?
-El shock del Covid ha tenido efectos extremadamente heterogéneos. Es más, dada la enorme respuesta de políticas macroeconómica, aquellos sectores que no se vieron afectados por el shock directamente, pero se vieron muy beneficiados por las políticas expansivas, lo han hecho muy bien. Esto se ve claramente en el precio de las acciones, donde las empresas tecnológicas han tenido grandes ganancias debido a una combinación de inmunidad de su demanda, sustitución de consumo hacia sus productos y las muy bajas tasas de interés reales.
En términos de empleo también tenemos una gran disparidad. Si uno compara los niveles de empleo sectorial relativo a febrero del 2020, tenemos números bajo el 80% en actividades como teatros y espectáculos, mientras que en actividades como mensajeros estamos sobre el 110%. Estas diferencias vienen no sólo por el lado de la demanda de trabajo, sino también por la oferta. Por ejemplo, en el sector de restaurantes, donde todavía tenemos menos del 90% de los puestos de trabajo de antes de la pandemia, los salarios han subido un 16% desde el año pasado, y están ahora muy por arriba de sus niveles prepandemia. Esto se debe a que los trabajadores aún no quieren volver a estos sectores de alto contacto.
También algo de esto está ocurriendo a nivel de la economía como un todo. Hoy hay 8,5 millones de desempleados en EE.UU. (cerca de un 2% que antes de la pandemia) y los puestos de trabajo buscando a un trabajador exceden los 11 millones, ¡un récord histórico! El resultado es que los salarios están subiendo fuertemente. Ya veremos cuánto de esto se traspasa a precios finales de bienes e inflación, y si la expiración de los programas de subsidio de desempleos de emergencia aumenta la oferta de trabajo de forma significativa.
El factor China
¿Y la situación de China cuál es, porque hay dudas sobre su repunte en las últimas semanas?
-Es una combinación de temas cíclicos y políticas estructurales. Por el lado cíclico, la aparición de la variante delta y la decisión de apretar el crédito. Hay que recordar que la economía china se recuperó más rápido que el resto de las grandes economías, en gran medida porque al igual que el resto de Asia del Este, controlaron mucho mejor la pandemia. Pero la combinación de esta recuperación rápida con la enorme liquidez de la economía mundial, hizo que ellos tuvieran un boom económico y financiero muy fuerte al principio del año. En parte por este boom más fuerte de lo que esperaban, se atrevieron a quitarle apoyo a la economía y a tratar de reducir los grandes niveles de endeudamiento, especialmente en el sector inmobiliario.
Ajustes de este tipo nunca son fáciles de calibrar, aunque ellos ya tienen bastante experiencia con episodios de desapalancamiento, porque sus burbujas especulativas son recurrentes. Ahora están preocupados de que se les haya pasado la mano con el apretón, y por ello están incentivando a sus bancos para que vuelvan a prestar.
En ese contexto, ¿qué tan grave ve los efectos de la crisis de Evergrande y cree que pueda ser otro Lehman Brothers?
-Esta es una “explosión controlada”… o al menos ese es el plan… Hace mucho tiempo que las inmobiliarias chinas y quienes les financian han asumido que el gobierno siempre los rescatará. Esto ha generado un exceso de deuda en el sector y mucha especulación inmobiliaria. El gobierno chino parece determinado a cambiar este mal equilibrio, y nada mejor para este propósito que tener a un gigante como Evergrande contra las cuerdas.
Es un experimento delicado. Por ahora me da la impresión que están tratando de aislar el problema, agregando mucha liquidez al sistema y obligando a Evergrande a reorientar sus limitados recursos hacia aquellos acreedores que representan más riesgo sistémico, tanto financiero como político.
En principio y por sí solo, esto no tiene el potencial de Lehman, ya que sus interconexiones, aunque extensas, no son igualmente complejas, y además el sistema financiero mundial está muy sólido en este momento. Pero hay muchos riesgos grandes dando vuelta en el sistema, luego, como parte de un cocktail más grande, sí puede agregar mucha leña al fuego. Y también puede tener efectos reales importantes, especialmente para países emergentes, si la caída es menos controlada de lo que esperan y desacelera la economía china bruscamente. Es un momento delicado, pero creo que manejable. Ya veremos…
¿Y por el lado de políticas estructurales?
-Xi Jinping ha decido hacer un giro de tuerca a su modelo de crecimiento. Quiere controlar más directamente al sector privado y relanzar una campaña de “prosperidad para todos”. Esto lo ha llevado a enfrentarse a las grandes compañías del sector privado, acusándolas de comportamiento monopólico y de no velar por los intereses del Estado. Aunque algunas de estas críticas son válidas, han generado un ambiente de mucha incertidumbre que ha desacelerado la inversión.
¿Por qué este cambio a una receta de crecimiento que les ha resultado tan bien?
-Hay una respuesta cínica y otra oficial. La primera es mía y la segunda es de ellos. Como casi todo en la vida, la verdad debe estar en el medio. La cínica es que Xi Jinping ha visto las corrientes de descontento popular que llevaron a la elección de Trump en EE.UU. y a movimientos sociales como el chileno. Él entiende que para mantener la estabilidad política tiene que evitar movimientos de ese tipo, luego, está haciendo algo parecido a lo que llevó a Otto von Bismark a crear el “estado de bienestar”. No fue necesariamente por convicción profunda, sino para evitar que Alemania se “contagiara” con el movimiento socialista de Francia.
¿Y cuál es la versión oficial de China para este cambio tan brusco?
-Para darles crédito, la idea de la agenda de “prosperidad para todos” siempre ha estado presente en el modelo de ellos. Pero lo subordinaron a un capitalismo que les dio la oportunidad de crecer a tasas muy altas por muchos años. La versión oficial es que esa etapa de creación de riqueza desenfrenada era solo una transición para poder finalmente implementar el modelo socialista al que aspiran.
A grandes rasgos, esta nueva agenda tiene muchas cosas muy positivas (apoyo a empresas pequeñas y al sector servicios, mejor protección social, seguro de salud y de desempleo, etc.). Es difícil estar en desacuerdo con esos objetivos, pero como siempre en estos temas, la implementación es compleja y donde se esconden los mayores riesgos. Su intervencionismo en el sector privado es preocupante. Es posible que quieran controlar el precio de bienes, acciones y propiedades inmobiliarias directamente. Ya veremos si los chinos consiguen sorprendernos nuevamente y logran una transición exitosa, donde la gran mayoría falla. Pero por ahora los inversionistas, especialmente extranjeros, prefieren sacar fichas del tablero.
Frente a eso, ¿hay alguna razón para ser optimista?
-Sí, dos. Por un lado, la sociedad china es intrínsecamente capitalista -trabajan mucho y tienen mucho espíritu empresarial-. Por otro, sus autoridades son muy ambiciosas y entienden que crecimiento y tecnología son cruciales para transformarse en la mayor potencia del mundo. Es decir, tanto sus ciudadanos como sus autoridades políticas son de naturaleza muy competitivos y ambiciosos. Esto acota los experimentos antimercados. P
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