Subsuelos y azoteas: la posible expansión de Santiago
Centros culturales, auditorios, bibliotecas, comercio u otros espacios son los que están apareciendo cada vez más abajo y sobre los edificios. Tanto el sector privado como el gobierno impulsan medidas que buscan dar un nuevo uso a lugares que antes estaban sin utilizar o donde nadie se había animado a construir. La capital de Chile podría sumarse a esta tendencia mundial.
Santiago y las grandes ciudades en el mundo ya no tienen mucho espacio para construir nuevos edificios , por lo que algunos ya tienen puestos sus ojos en subsuelo y azoteas para impulsar nuevos proyectos.
Uno de ellos es el arquitecto catalán Luis Alonso, socio de la oficina Alonso, Balaguer y Arquitectos Asociados, quien busca instalar la idea de que la ciudad comience a crecer ya no hacia los lados, sino de forma vertical. "Ha costado mucho que se entendiera el concepto, pero a base de ejemplos que hemos desarrollado en diferentes países, es que se empieza a comprender", comenta.
Porque claro, en la urbe a la hora de pensar en las construcciones bajo suelo son los estacionamientos y las líneas de metros lo primero que se viene a la mente, más que la posibilidad de encontrar centros culturales, auditorios, bibliotecas, centros, u otra edificación.
Ante la posibilidad de que se impulse este tipo de proyecto, el académico de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad de Chile, Alberto Texidó, plantea que sería un buen aporte a la ciudad y si "los edificios que estén alrededor del Metro puedan ser adaptativos al diseño de ese subsuelo", plantea.
Mientras que su par de la Universidad del Desarrollo, Santiago Beckdorf, apunta que no hay que solo ver este espacio subterráneo como un lugar donde pasan cañerías, trenes o alcantarillado, "sino que también pensar en la utilización de los pisos bajo la superficie como programa de comercio o equipamiento". Sin embargo, también plantea que hay muchos temas que resolver en la superficie antes de entusiasmarse tanto con la parte de abajo de la ciudad.
El arquitecto español cuenta que ya tiene bastantes proyectos de este tipo que aún no puede revelar, pero cita, a modo de ejemplo, lo realizado en el edificio Patio Alonso (Vitacura), donde "la luz natural baja al nivel menos cinco de una forma totalmente gratificante para la vista", explica.
En tanto, en el mundo esto ya es una tendencia que se encuentra en importantes ciudades como Barcelona, Nueva York o Helsinki.
La ciudad desde la azotea
Otra de los lugares en donde se ha pensado en cómo aprovechar la construcción ya realizada son las terrazas. Esto, porque Santiago crecía y no se autorizaba el uso significativo de la parte de arriba de los edificios, situación que cambió con la nuevo decreto que entró en vigencia hace unos meses.
La iniciativa Techos Verdes, impulsada por el Ministerio de Vivienda y Urbanismo, permite que el 75% de ese espacio pueda ser usado para iniciativas sustentables tanto de vegetación como de energía. Mientras que el 25% podrá ser utilizado en construcciones ligeras.
Para el director de investigación y postgrado de la facultad de Arquitectura de la Universidad Católica, Felipe Encinas, este tipo de proyectos es bien valorado dado el impacto positivo que genera en el medioambiente gracias a que irradian el calor y absorben el agua de la lluvias, previniendo que colapsen los sistemas de drenaje. "Yo creo que puede tomar fuerza si los arquitectos son capaces de desarrollar de forma adecuada este espacio común en la cubierta y si se establecen incentivos, como en su momento fue la franquicia tributaria que se hizo para los colectores solares", plantea.
Mientras que el académico de la UDD plantea que este tipo de iniciativas se debe implementar desde un plan piloto antes de buscar que se masifique.
Otro de los aspectos que los expertos destacan ante este tipo de proyectos es que no solo se requiere un capital inicial de inversión, sino que también debe existir una mantención de estas azoteas sustentables.
En esa línea, el arquitecto y profesor de la Universidad de Chile, Alexis Vásquez, plantea que "si no hay un tipo de apoyo o incentivo para el desarrollo de techos verdes, el impacto no será tan significativo. Esto, porque los gastos se trasladarían directamente a la comunidad por medio del cobro de los gastos comunes y de ser alto, la misma gente abandonaría la iniciativa, según estiman los arquitectos.
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