Vittorio Corbo: “El IPC negativo de febrero no es para cantar victoria y no es para dar de alta al paciente de inflación”
El expresidente del Banco Central pone paños fríos frente al IPC de -0,1% que se conoció a mitad de semana, señalando que no cambia el hecho “de que tenemos un descenso de la inflación que será más lento”. Esto, producto de una mayor presión de precios en EE.UU. y Europa, y del mejor escenario de actividad en Chile. Por lo mismo, hoy su recomendación es retrasar la primera baja de la tasa de interés hasta “más cerca del cuarto trimestre” y advierte sobre el riesgo de adelantarse. En materia de crecimiento, si bien no ve una recesión en 2023, sino un ajuste, todavía estima que el PIB se contraerá del orden de 1%.
Para el expresidente del Banco Central Vittorio Corbo, el nuevo escenario macroeconómico que se ha configurado para Chile tras los primeros dos meses del año tiene de dulce y de agraz. Por un lado, un mejor panorama en materia de actividad, que debiera traducirse en una contracción más suave del PIB este año, pero con una contracara que será un proceso más lento de caída de la inflación y, por ende, un mayor plazo antes que se pueda empezar a bajar la tasa de interés, lo que no se altera con el sorpresivo IPC de -0,1% de febrero.
En el ámbito más político, entrega su evaluación del primer año de la administración del Presidente Boric, del rechazo de la reforma tributaria y del cambio de gabinete de este viernes: “Excepto el gran cambio en Cancillería, donde ingresa una persona con una gran experiencia en un área muy importante, donde el gobierno tenía grandes falencias, creo que el resto de los cambios son bastante marginales”, sentencia. Indica que los desafíos relevantes siguen recayendo en el Presidente y los ministros del área económica y sectoriales, y que avanzar en ellos requiere gestión y ser capaz de articular reformas que logren apoyo en el Congreso.
¿Comparte la visión de un mejor escenario para la economía chilena en 2023 que se ha instalado en las últimas semanas?
-Comparto que el escenario ha mejorado, y lo ha hecho por tres razones. El mundo ha partido el año mejor de lo previsto, con una economía de EE.UU. muy resiliente en el consumo y mercado laboral. China se está recuperando fuerte tras levantar el confinamiento y lo más probable es que tendrá un crecimiento casi el doble que el de 2022. Y en Europa el gran shock del precio del gas natural se ha disipado, con lo cual habrá una contracción más débil en Alemania, y es probable que el resto de la región tenga sólo una desaceleración. ¿Cómo nos afecta eso a nosotros? En que estamos con un cobre sobre US$4, lo que no sólo mejora nuestra balanza de pagos, sino también los términos de intercambio, con un impacto en todas las actividades relacionadas con la minería.
Además, el precio del petróleo ha caído significativamente, impactando en el valor de combustibles y alimentos, lo que también tiene efecto en la actividad, porque el aumento de costos de las empresas por esos factores se empieza a deshacer.
Segundo, en Chile el escenario político se ha tranquilizado después del plebiscito, y ahora se habla más de reforma que de refundación, con lo que el riesgo de cambios muy radicales, como los incluidos en la propuesta constitucional que se rechazó el 4 de septiembre, ha quedado de lado. Y la puesta en escena de la nueva institucionalidad para escribir la Constitución ha sido muy bien recibida, porque ha sido conversada, sin peleas ni estridencias.
La tercera cosa que ha ayudado es que el mercado laboral empieza a tomar algo más de fuerza. Si bien se siguen perdiendo empleos en 12 meses, ello se ha ido atenuando. Se pensaba que la tasa de desempleo llegaría sobre el 10%, pero ahora ya no.
¿Qué significa eso en cuanto al pronóstico de recesión que existía para Chile este año y cómo han cambiado sus proyecciones?
-Las perspectivas de la economía chilena han mejorado, en el sentido de que antes se pensaba que iba a tener una contracción importante este año, pero hoy vemos un escenario menos malo. Acorde con eso, he ido corrigiendo mis proyecciones de PIB: pasé de entre -1,5% y -2%, a entre -1,25% y -1,75%, y ahora estoy entre -0,75% y -1,25%.
¿Tendremos o no una recesión?
-En actividad año contra año todavía lo más probable es que vamos a tener una caída del PIB, pero para mí es más bien una corrección para seguir deshaciendo los desequilibrios de 2020-2021. Un ajuste de la economía más que una recesión.
¿Y pudiera ser que el PIB no caiga en 2023 y terminemos con un leve crecimiento?
-No lo descarto, porque estamos recién en los primeros días de marzo, pero con la información que tenemos hoy lo veo poco probable. Mi punto medio está hoy en -1%, y puede haber un resultado mejor que ese, pero también uno peor.
¿Hay riesgos para ambos lados?
-Así es, pero principalmente hacia abajo. ¿Y por qué? Porque en paralelo a que mejoró el escenario de actividad en el mundo, empeoró el de inflación, especialmente en los países avanzados. Entonces, la Reserva Federal de EE.UU. va a tener que subir la tasa más de lo que se pensaba hace unos meses. En vez de llegar a 5,25% como se planteaba en diciembre, terminaría más cerca de 6%. Y algo similar en Europa, que está en 3% y podría subir hasta 5,5%.
¿Eso cómo afectaría nuestra actividad?
-Genera un riesgo, porque va a desacelerar la actividad en el resto del mundo, e implica salida de capitales de los países emergentes, depreciaciones de las monedas y costos financieros más altos.
El ministro Marcel ha insistido en que había estimaciones catastrofistas para la economía chilena que no se van a cumplir. ¿Tiene razón?
-Cuando uno hace proyecciones, las hace con la mejor información del momento, y en la misma dirección estuvimos los economistas, el Banco Central, el FMI, la Ocde, e incluso el propio Hacienda elevó su estimación de caída del PIB para 2023 en su último informe fiscal. Pero ahora ha habido nueva información más favorable y nos estamos ajustando a ella, como debe ser.
Sebastián Edwards atribuyó buena parte de esta mejoría al resultado del plebiscito…
-Yo lo pongo un poco más atrás. Lo más relevante es que mejoró el escenario en EE.UU., la Zona Euro y China. El cambio de expectativas a partir del 4 de septiembre tiene efectos más de mediano plazo. Los inversionistas empiezan a pensar que en vez de llevarse sus activos para afuera, porque venía el fin del mundo, ahora pueden seguir aquí mirando proyectos. Si sigue por buen camino el nuevo proceso constitucional y podemos dar vuelta esa página, y al mismo tiempo mantenemos la responsabilidad fiscal y empezamos a destrabar el proceso de aprobación y ejecución de proyectos, las perspectivas van a ir mejorando, pero creo que hay poco de eso aún en los números.
¿Este nuevo escenario cómo debiera traducirse en el consumo, la inversión y el mercado laboral?
-En lo laboral, es difícil pensar ahora que el desempleo llegue a dos dígitos. El consumo lo más probable es que tenga una contracción, pero más suave de lo proyectado en diciembre, e igual la inversión. De una caída que se esperaba en torno a 5%, ahora va a ser más cerca de 4%.
Todo eso es el vaso medio lleno, ¿pero la contracara de este mejor panorama de actividad es que se complica un poco más la tarea de bajar la inflación?
-Efectivamente. La inflación en Chile va a seguir bajando, pero de partida, como lo he dicho varias veces, cuesta hacerlo, porque hay mucha indexación por el uso de la UF. Se produce una retroalimentación de las altas inflaciones. Pero, además, si en el mundo hay una inflación mayor y acá un ajuste menor de la actividad, el proceso de caída de la inflación será ahora más lento.
¿Pero eso no se desmiente con el sorpresivo IPC negativo de febrero?
-No, el IPC negativo de febrero no cambia el hecho de que tenemos un descenso de la inflación que será más lento, porque si miramos el IPC sin volátiles creció 0,7% en el mes, y el componente de servicios no volátiles subió 0,8%. Entonces, hay que esperar más lecturas. El IPC negativo de febrero no es para cantar victoria y no es para dar de alta al paciente de inflación. Estuvo muy afectado por bienes volátiles, los viajes en avión, el paquete turístico. Pero los componentes no volátiles, que es lo más asociado a la inflación más dura, todavía no vuelven al corral y ese regreso está siendo más difícil. Si miramos los últimos seis meses, la inflación sin volátiles ha sido 9% anualizada y el componente de bienes fue 11,7%.
¿En qué nivel cerrará la inflación este año? El Banco Central dice 3,6% y Hacienda 4%.
-El trabajo de llevar a la inflación de vuelta va a tomar más meses de los que pensábamos. Estimo que vamos a estar en diciembre entre 4,5% y 5%. De todos modos la inflación está cediendo, porque el Banco Central y Hacienda han hecho su trabajo. El Presupuesto 2022 lo preparó el gobierno anterior, pero lo aprobó el Parlamento y este gobierno lo ejecutó. Es decir, se ha respetado la institucionalidad y eso es muy positivo. Por lo mismo, ahora lo esencial es no hacer locuras hacia adelante…
¿A qué se refiere?
-A nuevos retiros, por ejemplo, porque sería un crimen. No sólo debilitamos el sistema de pensiones, sino que estaríamos dándoles más inflación a los más pobres, que además ya no tienen nada que sacar de las AFP. Habría que aumentar más las tasas, con lo que sufrirían más la actividad y el mercado laboral. Sería dispararse en los pies.
¿Qué implica para el Banco Central que la inflación se demore más en ceder?
-Implica que tendrá que mantener la tasa alta por más tiempo, porque todavía queda trabajo por hacer para que la inflación esté en un claro proceso de convergencia hacia la meta. Ya tenemos un suficiente apretón monetario, pero hay que darle más tiempo para que se manifiesten más claramente sus efectos en la demanda agregada y la inflación, aunque ya los hay en menor demanda de viviendas, de autos, de durables. Entonces, si antes pensábamos que la tasa iba a empezar a bajar en el primer semestre, ahora hay que correrla uno o dos trimestres.
Eso quiere decir que con la información de hoy, ¿para cuándo recomendaría usted esa primera baja de tasas?
-Todo este nuevo escenario va a requerir que la tasa de política se mantenga donde está por un periodo algo más largo. Yo plantearía empezar a bajar la tasa del Banco Central más cerca del cuarto trimestre.
Hace unas semanas, el ministro Marcel dijo que el Banco Central no tiene que esperar a que la inflación esté en 3% para actuar.
-Es cierto eso, pero tiene que haber una tendencia clara de descenso de la inflación hacia 3% que todavía no está. Y esa tendencia se afianza, precisamente, con un Banco Central que ha dicho que va a mantener la tasa en el nivel actual todo lo que sea necesario. No es algo que se baje por internet, es el resultado del compromiso del Banco Central. De hecho, la baja de las expectativas de inflación a dos años al 3% que mostró la encuesta de analistas este viernes se debe en gran parte al mensaje del Banco Central de que no bajará la tasa hasta que la inflación esté en una clara convergencia hacia el 3%.
¿Hoy es mayor el costo para el Banco Central de apurarse en bajar la tasa, o de retrasarse?
-Hoy hay una sola cosa que hacer con la tasa, que es esperar, porque el riesgo de adelantarse en bajarla en este momento es muy grande. El Banco Central está jugado para llevar de vuelta la inflación a 3%, que es su mandato, y si baja la tasa antes de tiempo y la inflación retoma fuerza, perdería mucha credibilidad y recuperarla es muy costoso. Lo vivió EE.UU. en los 70, que bajó la tasa y la inflación se fue para arriba. Llegó el bombero Volcker y tuvo que subirla de vuelta enormemente. Hoy no hay evidencia aún para bajarle la dosis al paciente, sería muy arriesgado hacerlo.
Revés de la reforma tributaria: “Ahora hay que negociar un nuevo proyecto que permita recaudar un 2% del PIB con efectos más acotados”
¿Cuál es su lectura del rechazo que sufrió esta semana la reforma tributaria en la Cámara y del golpe para el gobierno?
-Con este revés, le va a ser difícil al gobierno avanzar en algunas partes de su programa. Ante ello, va a tener que buscar caminos para negociar una reforma tributaria que tenga más aprobación. Eso va a requerir preocuparse más de un problema que tenía esta propuesta, que es que le íbamos a cobrar más impuestos a la gente que ya paga. Hay que pensar en una reforma tributaria que incluya algo de lo que han dicho el FMI, la Ocde y varios analistas, que es ampliar un poco la base. El aumento tributario no concentrarlo sólo en el último grupo, porque seguimos estrujando el mismo limón. Entonces, hay que subir un poquito, pero para todos, y un poco más a los del tramo final. Al mismo tiempo, tiene que tener una mayor preocupación por sus efectos en el ahorro y la inversión, variables esenciales para elevar el crecimiento tendencial. Ese tipo de cosas es lo que se tiene que negociar.
Pero eso ya es un proyecto de otra naturaleza y muy difícil de aceptar para el gobierno y su sector.
-Es una realidad que el escenario se hizo más difícil para el oficialismo con esta derrota. El gobierno tiene tarea para la casa tras este rechazo, porque por un lado se requieren más recursos para pensiones, educación, salud, seguridad etc., pero también una mejor gestión de los que ya administra, y al mismo tiempo no afectar el crecimiento tendencial que es la base más segura para generar más recursos para el Estado.
Sobre los incentivos al ahorro y la inversión, el impuesto que se proponía a las utilidades retenidas iba a afectar la inversión. Al mismo tiempo, en la propuesta del impuesto al patrimonio toda la experiencia externa es más bien negativa. De hecho, Macron cuando partió con su gobierno en Francia lo eliminó, porque uno de sus efectos fue que 6.000 empresarios franceses se fueron de Francia llevándose su talento y su capital a otros países. Y en Chile, ya tenemos un impuesto al patrimonio en parte por las propiedades, y también indirectamente en las patentes de los autos. Entre más caro el auto, más se paga por el permiso de circulación. En otros lados, por lo general, se paga un permiso parejo para usar el auto.
¿Dónde ve espacio para avanzar en un acuerdo?
-En seguir eliminando exenciones, como lo recomendó la comisión convocada por el exministro Briones. En esa área hay espacio para mejorar la equidad y recaudar.
¿De quién es la responsabilidad de este revés en la reforma tributaria? Marcel dijo que de quienes apretaron el botón…
-Lo ocurrido con la reforma tributaria es una campanada de alerta para el gobierno de que hay que conversar más las cosas. Hay varias materias en la propuesta de reforma tributaria que requerían de más trabajo.
Marcel también señaló que estarían celebrando los partidos más a la derecha y los evasores, ¿qué le parecen esos dichos?
-Yo creo que es la reacción del momento, pero para mí está claro que este proyecto tenía grandes falencias. Ahora hay que negociar un nuevo proyecto que permita recaudar un 2% del PIB con efectos más acotados en el ahorro, la inversión y el crecimiento y, al mismo tiempo, con un sistema tributario simple y equitativo: dos personas con el mismo ingreso deben terminar pagando el mismo impuesto.
¿Cómo evalúa el primer año del gobierno?
-Le ha costado hacerse cargo de los principales problemas del país. Con todo, ha ido ganando experiencia en el manejo y tiene bastante más conciencia de cuáles son los problemas principales que aquejan a la gente, y que no la tenía antes. De hecho, el tema de seguridad le explotó en la cara. También hay más conciencia de que la inmigración es costosa no sólo desde el punto de vista social, sino también de delincuencia y narcotráfico. Ahí destaco el trabajo del subsecretario Monsalve y de la ministra del Interior. Todavía falta un poco más de coherencia, pero están moviéndose hacia allá.
¿Y cómo lo ha hecho el ministro de Hacienda?
-El ministro Marcel lo ha hecho bien en mantener el orden en las finanzas públicas, un activo que el país construyó a partir del gobierno del expresidente Lagos. Él tiene muy claro, a diferencia de lo que le costó entenderlo a Lula en Brasil en su primera administración, que una macro en orden le ayuda a un gobierno de derecha, de centro y de izquierda. Porque con desorden no se avanza, no le sirve a nadie, mire Argentina: no le sirvió a Macri, ni a los gobiernos anteriores, ni al actual.
¿Pero el revés de la reforma tributaria no presiona precisamente esos equilibrios macro?
-Efectivamente. El ministro debe trabajar en ello ajustando gastos en el corto plazo y buscar una alternativa para financiar las demandas. Creo que para esto habrá un par de leyes cortas en lo tributario.
¿Hay algo en lo que Marcel esté al debe en este primer año?
-En lo que están al debe Marcel y el gobierno es en no haberle dado más importancia al crecimiento. Una parte de eso le corresponde a él con el contenido de la reforma tributaria, y otra al resto del gobierno, fundamentalmente en lo que se refiere al tema educacional y a los obstáculos a la aprobación y ejecución de proyectos. Ya teníamos una deuda grande ahí previo al Covid, y ahora es mucho mayor. Además, hay varias ideas de este gobierno que no me gustan, como la de experimentar con políticas industriales y su reticencia a los acuerdos comerciales. Hemos aprendido en los últimos 50 años en Chile, la región y el mundo de la importancia de la apertura y de los problemas de las políticas industriales.
Con todo, ¿cuál es su visión del período que le resta al gobierno?
-Menos pesimista. Creo que han ido aprendiendo, aumentando la preocupación por las demandas en seguridad, inmigración, educación, salud, pensiones y crecimiento. Lo más probable ahora es que estos años que vienen se crezca en torno al producto potencial, del orden de 2% anual. Antes el riesgo era que incluso fuera menos que eso.
¿Y qué puede amenazar esa ruta?
-El principal riesgo para Chile en estos años es que nos encandilemos con soluciones populistas que desordenen las cuentas fiscales o que se siga destruyendo el mercado de capitales con políticas como los retiros de los fondos de pensiones. En todo caso, veo firme a Marcel en eso, pero más importante aún, veo firme al Presidente Boric en lo que le corresponde y en el respaldo a Marcel.P
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