Primer ministro chino tiene poco que temer ante el escándalo de enriquecimiento familiar




Esta semana pudo haber sido un gran triunfo para Wen Jiabao. Cuando el gobernante Comité Central del partido Comunista Chino, del cual el primer ministro es un miembro líder, se reúna por última vez este jueves, apoyaría la decisión de despojar a Bo Xilai, el purgado líder y antiguo adversario de Wen, de todos sus cargos, echarlo del partido y procesarlo.

Pero ahora, Wen no está de humor para atesorar este momento. La publicación del New York Times de la riqueza acumulada por su familia durante los últimos diez años desde que Wen llegó al poder lo ha puesto bajo ataque. Esto ha generado ansiedad de que el descrédito del primer ministro pueda significar un golpe a la perspectiva de reforma política apoyada por Wen.

Sina Weibo, equivalente al Twitter de China, se ha llenado de reclamos de que el Times fue usado por la facción de Bo para atacar a Wen y la familia del primer ministro ha intentado responder al ataque con una declaración muy inusual a través de los abogados y refutaciones anónimas entregadas en medios de Hong Kong.

Pero nada de esto significa que la transición de liderazgo chino se verá impactada. El drama es el efecto, no la causa, de cambios en las elites políticas chinas.

En otras ocasiones, el congreso del partido que se celebra cada cinco años y que cambia la administración, ha sido opaco y planeado. Pero la transición de 2012 ha sido distinta. El partido ha visto debates enérgicos e incluso ruidosos sobre la próxima dirección del país, con los liberales y conservadores enfrentándose en medios oficiales a través del contraste editorial.

Bo fue percibido como una amenaza por la mayoría de los otros líderes y por eso fue derribado. Pero Wen dejó claro que había una batalla de diferentes direcciones políticas en camino. Un día antes del anuncio de la detención de Bo este año, advirtió que vio al secretario del partido en Chongqing como una fuerza peligrosa que podría traer de vuelta a China a los días de la Revolución Cultural.

Muchos de los hombres de confianza del partido Comunista, algunos seguidores de Bo, ven a Wen como el enemigo. La riqueza de sus cercanos ha sido uno de los temas del descontento.

A diferencia de Bo, Wen tiene poco que temer. En un poco más de dos semanas, él, junto con los ocho hombres más poderosos de China entregarán el poder a un nuevo grupo de líderes, y en marzo se retirará del gobierno también.

El enriquecimeinto ilícito ha sido siempre una herramienta para hacer caer a políticos que ya están en problemas por otros motivos, como Bo. Pero hay pocos precedentes en China para líderes retirados juzgados por cargos de corrupción.

Esto podría estar cambiando en la medida en que los medios sociales chinos exponen incluso más ejemplos de malas conductas del oficialismo, pero hasta el momento el partido sigue una lucha firme respecto de tal información cuando se trata de los líderes máximos.

A diferencia de Hu Jintao, el presidente saliente, y Jiang Zemin, el predecesor de Hu, Wen no encabeza una facción. Él no utiliza su influencia para poner a sus protegidos en puestos claves en el próximo liderazgo.

La salida del primer ministro podrá ser amarga, pero está en línea con la mayor transparencia que Wen ha buscado.

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© The Financial Times Ltd, 2011.

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