Tifón Haiyan: una economía que crece no es de alivio para Filipinas
El tifón Haiyan, que arrasó con el centro de Filipinas, dejando a miles de muertos, debiera recordarnos de algo bastante básico. Filipinas sigue siendo una nación extremadamente pobre.
El país de cerca de 100 millones de personas ha ganado la atención de los inversionistas. Gradualmente ha alejado su imagen del basurero de Asia y ha atraído serios flujos de capital extranjero. Desde 2010, su presidente, Benigno "Noynoy" Aquino, ha puesto en marcha la administración más creíble en una generación.
Aquino ha hecho esfuerzos genuinos aunque imperfectos, por frenar la endémica corrupción, por mejorar la infraestructura y por reducir la evasión tributaria. La economía ha crecido rápido, expandiéndose por 58 trimestres consecutivos. En el primer semestre del año, creció 7,6%, saltándose una crisis que ha afectado a gran parte de la región y desafiando a China como la economía asiática de mayor crecimiento.
Los fundamentos macroeconómicos del país han mejorado mucho. Las reservas en moneda extranjera se han quintuplicado desde 2005, los niveles de deuda son fácilmente manejables, el déficit es de cerca de 2% del PIB y la inflación no está muy por sobre el 3%. El mes pasado, la agencia de calificación Moody's se convirtió en la tercera de las grandes en entregarle a Filipinas el grado de inversión.
El aumento de las remesas, uno de los pilares de la economía, ha desafiado las predicciones de que se verían golpeadas por la desaceleración en la economía global después de 2008. Este año se espera que alcancen los US$26 mil millones, representando cerca de 10% del PIB.
Pero el país sigue siendo un oligopolio para una pequeña minoría. Y el crecimiento no ha logrado hacer frente a una pobreza endémica.
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© The Financial Times Ltd, 2011.
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