Manifiesto de Constanza Santa María, periodista: "Ricardo Lagos me dejó llorando"

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Fue para un 19 de septiembre. Yo era chica y quería hacer una entrevista diferente. Fui súper dura en mis preguntas. Lagos me contestó mal y me trató pésimo. Me sentí mirada en menos: por ser mujer, chica e ignorante. Hice una pataleta afuera de La Moneda, me sentí ninguneada.


Me gustaría algún día volver a subirme a un escenario a cantar. No sé si lo voy a poder hacer, pero me encantaría. Cuando tenía 15 años era vocalista de una banda que tocaba temas de The Doors. Quiero retomar eso. Quiero tener un rato de ser una artista.

Cuando tenía 15 años me atropellaron y casi pierdo una pierna. Es un trauma en mi vida. Recuerdo perfectamente ese día. Crucé en medio de una calle y me atropelló un camión de helados de Chamonix. Quedé tirada en la calle, semiinconsciente, y un tipo me recogió y me llevó al hospital. Tenía principio de gangrena, me salvaron de amputarme y me dijeron que iba a usar muletas para toda la vida.

Ricardo Lagos me dejó llorando después de una entrevista. Fue para un 19 de septiembre. Yo era chica y quería hacer una entrevista diferente. Fui súper dura en mis preguntas. Lagos me contestó mal y me trató pésimo. Me sentí mirada en menos: por ser mujer, chica e ignorante. Hice una pataleta afuera de La Moneda, me sentí ninguneada.

Ya no me cuelgo del cuello del entrevistado. Me criticaban mucho de que no los dejaba hablar. Había un poco de machismo en esos comentarios. La mujer en televisión tiene que ser más dulce, mientras que el hombre puede ser más duro. No soportaba que no me contestaran las preguntas. Con los años entendí que el que pierde en una entrevista es el que se enoja.

De repente soy muy engrupida con el periodismo. Me fascina lo que hago y lo disfruto, creo firmemente en el rol del periodista como actor social. Ahora, eso sí, estoy mucho menos engrupida que antes.

Mi vida es un caos. Trato de arreglármelas con eso. Me pasan cosas que a nadie más le pasan. El otro día casi me quedo afuera de mi casa antes de viajar a Bolivia. No tenía llaves ni celular y debía entrar a buscar mis maletas. Abrí la puerta de una patada, entré y me fui corriendo al aeropuerto. Al otro día mi hermano me llamó para decirme que mis dos perros se habían dado cuenta de que la puerta estaba mal cerrada. Descuartizaron todos los osos de peluche y se acostaron en mi cama. Era como si unos okupas hubieran pasado.

En mi casa no se escucha reggaetón. Mis hijos me reclaman que son los únicos que no se saben las canciones de moda. Y les digo que tengan mucho orgullo. Aunque suene conservador, son canciones súper ordinarias, que denigran a la mujer y no corresponde que los niños chicos las canten. Bailo de todo, menos reggaetón.

Tengo un horario súper extremo y siempre me preguntan: ¿Con quién dejas a los niños? Te aseguro que aRamón Ulloa, que sale a la misma hora que yo, no le preguntan esas cosas. Mis hijos son lo más importante. Los fines de semana son para ellos. He tratado de educarlos en eso, que es importante que los dos trabajen y se dediquen a las labores domésticas, independiente de su género.

Sería injusto que me sintiera una víctima del machismo. Me ha pasado que he tenido todas las oportunidades y nunca me he sentido disminuida por ser mujer. Pero entiendo que es un privilegio y que hay mujeres a las que aún les cuesta mucho.

No sentí que fuéramos aduladores con el Papa Francisco. Le pedí que bendijera un rosario que me habían pasado y no vi problema en eso. No podíamos hacerle preguntas de contingencia en ese momento. Valía estar ahí, con las primeras imágenes de Papa. Después fuimos súper críticos. Fui la primera que entrevistó a Juan Barros en el Parque O'Higgins. Cada vez que pude fui cuestionadora. Me siento súper tranquila con la pega que hicimos.

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