El íntimo balance de Salah

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Hace casi tres años asumió como presidente de la ANFP con el objetivo de sostener una institución muy lastimada tras el paso de Sergio Jadue. En el camino, alternó buenas y malas decisiones. Aquí, Arturo Salah analiza el cargo más complicado de su carrera.


"Fui jugador casi 15 años y después dirigí clubes importantes en el país. Dirigí también la selección chilena. Fui dirigente y presidente de club. Estudié Ingeniería Civil Industrial en la Universidad Católica. ¿Por qué te digo esto? Todas esas actividades están expuestas a una presión y a un estrés permanente. Si asumí es porque me sentía preparado..., porque me siento preparado para tener este desgaste".

El 4 de enero de 2016, alrededor de las 13.30 horas, Antonio Martínez, exdirector del organismo, fue el encargado de anunciar a Arturo Salah como el nuevo presidente de la Asociación Nacional de Fútbol Profesional (ANFP). Con 28 votos frente a los 16 de su contendor, Pablo Milad, y cuatro en blanco, el Consejo de Presidentes se inclinó por el exentrenador de La Roja para comandar un proyecto que buscaría recuperar con urgencia la "credibilidad" del ente rector del balompié nacional. "No es un momento de alegría, de celebración. Es un momento de pena. Es el momento de desafiarnos a hacer un nuevo fútbol profesional", expresó en aquel momento el dirigente tras su llegada a Quilín.

Han pasado casi dos años y ocho meses desde que asumió las riendas de la ANFP y, sentado en uno de los sillones de cuero de su oficina, ubicada en el segundo piso de la sede, Arturo Salah (68) reconoce: "Era un fierro más caliente de lo que todo el mundo creía y de lo que nosotros mismos creíamos".

De Sampaoli a Claudio Bravo

El primer gran desafío que debía enfrentar el nuevo timonel, a pocos días de su elección, tenía nombre y apellido: Jorge Sampaoli. El entrenador argentino, artífice de la obtención de la Copa América 2015, semanas antes había expresado que su continuidad iba a depender del apoyo que le manifestara la nueva dirigencia a su proyecto. Pero Salah se encontró con un escenario muy diferente: el oriundo de Casilda aducía que el proceso estaba desgastado y tenía decidido no continuar al frente del seleccionado nacional. Peor aún: el transandino no quería seguir, pero tampoco pensaba renunciar.

-Para nosotros fue traumática la decisión de Sampaoli. Queriendo su continuidad, no pudimos hacerle cambiar de opinión. Fue un proceso que muy rápido se nos vino encima y con la agravante de que en una semana teníamos compromisos importantes a nivel de clasificatorias. Él decía que no estaba en condiciones: estuvimos más de 25 días inmovilizados. Fue todo muy complicado -recuerda.

Pero si bien reconoce que la abrupta salida del argentino asestó un golpe tan fuerte como inesperado a su idea inicial de proyecto, sumándose a los dramas ejecutivos y financieros que acumulaba la máxima entidad, como a lo largo de toda la conversación Arturo Salah buscará sortear el momento apuntando a sus "victorias" y dirá que, sin embargo, Juan Antonio Pizzi fue capaz de encauzar el ámbito deportivo con la obtención de la Copa Centenario y el vicecampeonato en la Copa Confederaciones.

-Habló de Juan Antonio Pizzi..., ¿por qué considera usted que esta selección quedó fuera del Mundial?

-Nuestras clasificatorias son las más difíciles del mundo: en la última fecha había siete federaciones que estaban con posibilidades de clasificar y nosotros quedamos afuera por diferencia de gol. El período de receso en el que se jugó la Copa Confederaciones hizo que en el regreso, en los partidos, con Paraguay y Bolivia, los jugadores no llegaran en su plena forma futbolística, física, ni psicológica. Esos dos partidos nos significaron la eliminación, porque hasta ese momento todo el mundo daba por hecho que Chile estaba clasificado. Los jugadores no estaban en su nivel producto del largo receso, de vacaciones muy prolongadas, de que varios de ellos estaban cambiando de equipo. Hubo una serie de factores que provocaron que los jugadores no tuvieran el rendimiento acostumbrado.

-¿Considera que fue un error de Pizzi presentar un plantel estelar en la Copa Confederaciones pensando en lo que venía?

-Creo que no corresponde hablar de eso después de que están los resultados en la mesa. En la final de la Copa Confederaciones, contra Alemania, este país se paralizó y fue una gran fiesta. Lo que hizo la selección en esa copa nos dio un tremendo prestigio.

La eliminación de La Roja en la última fecha de las Clasificatorias, el 10 de octubre de 2017, tras caer 3 a 0 ante Brasil en São Paulo, marcó también el alejamiento de Pizzi. Pese a los cuestionamientos y al descontento de los hinchas, Salah se define como un defensor del proceso del argentino: le agradece haber asumido en ese momento, haber realizado un trabajo que, considera, no era fácil. Hoy, además, cree haber tomado la decisión correcta al haber fichado a Reinaldo Rueda para sucederlo, a quien considera "un entrenador de excelencia que nos tiene muy contentos".

En medio de este nuevo proceso deportivo que encara, sin embargo, Salah ha debido soportar nuevos embates. El pasado 15 de marzo, en conversación con radio La Clave, el capitán de la denominada generación dorada, Claudio Bravo, criticó su gestión e incluso lo comparó con Sergio Jadue: "Fuera de lo que pasó, con Jadue era todo muy positivo, hoy es todo lo contrario. Salah jamás desayuna ni come con nosotros. Está solo para las fotos. Los premios no los negociamos con él. Andrés Fazio es el que corta el queque ahí y no el presidente".

-No estoy de acuerdo con las declaraciones que hizo Claudio. Y menos que pueda hacer una comparación, que no corresponde, con una persona que ha tenido actos delictuales. El rol del presidente no es estar todo el día palmoteando a los jugadores. Está para apoyarlos, para darles todas las condiciones de trabajo más apropiadas y en eso hemos sido impecables -reflexiona Salah.

-¿Le gustaría hablar con Bravo?

-Si él tiene algo que decirme, me lo podrá decir y habrá oportunidad de aclarar los dichos y el porqué habló de esa forma. Tengo la conciencia tranquila. Y si se da, bien. Pero ahora lo único que quiero es que tenga la mejor de las recuperaciones, que se mejore de este difícil momento que está viviendo con una lesión bastante complicada.

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Una vida por el fútbol

Arturo Salah se define como un tipo "ordinario". Hijo de padre palestino y madre italiana, siente orgullo de pertenecer a la primera generación de profesionales de su familia. Ingeniero Civil Industrial de la Universidad Católica, define la carrera como "una escuela de estrés y hasta antipedagógica", pero, reconoce, le brindó las herramientas necesarias para forjar una secuencia lógica de pensamiento. Y también el perfil de tipo serio y planificador que le abrió las puertas para asumir como el primer subsecretario de Deportes durante el gobierno de Ricardo Lagos, entre 2001 y 2003, y por el que varios dirigentes fueron a buscarlo para presidir la ANFP tras la caída de Sergio Jadue.

Cuando reflexiona sobre los motivos que lo llevaron a aceptar la candidatura, Salah repasa su carrera. Dirá que, pese a sus 50 años involucrado en este mundo, no tenía pensado ser futbolista, que Fernando Riera le metió el "bichito" y pronto se transformó en una suerte de droga; que la profesión más privilegiada que existe es la del futbolista; que el fútbol, una herramienta transversal potente, debe cuidarse para que no se mezcle con la política, y que por ese cariño a la actividad, a estas alturas de su vida, sintió la obligación de tratar de recuperar la ANFP.

No esperaba, sin embargo, encontrar todo tan mal: "Había una absoluta falta de proceso y de control. No había ninguna gestión administrativa y la verdad es que todo era manejado entre cuatro paredes, de forma muy personal por un grupo de gente", sostiene. Lo sorprendió que no estaban los recursos para pagarles a los proveedores. Apenas había para pagarle al personal. La corporación estaba a punto de perder la personalidad jurídica y, además, estaba en aprietos con todos los organismos del Estado.

-¿Cómo define la gestión de Sergio Jadue al frente de la ANFP?

-Durante estos casi tres años me ha salido bastante el nombre del antiguo presidente. He tratado de evitar lo más posible referirme a él, pero en cada cosa que teníamos que hacer aparecían situaciones irregulares que nos obligaban permanentemente a estar refiriéndonos a su antigua administración. Eso está muy involucrado en la sociedad: está muy metido el daño que se hizo al fútbol. Espero que eso paulatinamente vaya desapareciendo. Lo que queremos es que en esto, que está en manos de la justicia, se castiguen a todos los responsables de lo que pasó aquí, que se aclare lo más posible todo el descalabro que nos encontramos acá. Fue un daño muy fuerte que se le hizo al fútbol.

-¿Ha habido algún tipo de contacto con él?

-No hablé con Jadue, porque se fue cuatro o cinco meses antes de que yo asumiera. Y nunca ha mostrado interés en acercarse.

Pese al desánimo y a la incertidumbre inicial, así como a los diferentes episodios negativos que debió enfrentar tanto desde el ámbito institucional como deportivo, Salah asegura que jamás pensó en dar un paso al costado. Dice preferir enfocarse en los logros que ha conseguido durante su gestión, a pesar de las dificultades previas: "Hubo momentos de reflexión, pero nunca pensé en una renuncia. Sabía que teníamos que cumplir el compromiso de enderezar este barco y creo que lo hemos logrado", apunta.

Uno de los escenarios más duros fue el "caso facturas", en el que la ANFP fue acusada de cancelar viajes a nombre de familiares del directorio. En ese minuto, el actual presidente fue tajante: "Se me puede decir que soy un mal entrenador, que he jugado a la defensiva, que soy parco, pero no voy a permitir que se dude de mi honorabilidad ni de mi honestidad". Hoy aclara que fue una desprolijidad que no tenía ninguna importancia, un tema superado y que no le duele.

-Las verdades siempre se imponen. Y si hay algo que ha pasado en mi carrera es que no he tenido la necesidad de andar voceando las cosas que uno hace, sino que las obras hablan por lo que uno es -sostiene.

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Las victorias de la era Salah

Durante la conversación, Arturo Salah confiesa que si bien todos los cargos que ha tenido durante su carrera en el mundo del fútbol han sido fuertes, ser el presidente de la ANFP ha sido una experiencia que particularmente le ha parecido interesante. Gobernar con el Consejo de Presidentes, aprender a tratar y convivir con los 32 clubes del fútbol profesional chileno, de quienes asegura "es como tener 32 hijos únicos" por su diversidad, problemáticas e intereses, asegura, lo han hecho crecer.

Sobre su cometido, es claro: "Estamos satisfechos y tranquilos, porque esta es una ANFP que no tiene nada que ver con la ANFP que recibimos hace casi tres años", aunque le gustaría que ese trabajo fuese más reconocido a nivel local. "A diferencia de lo que somos nosotros acá, tan autoflagelantes, afuera nos tienen un tremendo respeto", explica.

Para respaldar, enumera los que considera sus grandes logros: deportivamente, desde que asumió, La Roja consiguió la Copa Centenario en 2016 y el vicecampeonato de la Copa Confederaciones 2017; la Sub 20 logró la Medalla de Oro en los Juegos Odesur 2018 y la selección femenina obtuvo el segundo lugar de la Copa América, además de la clasificación al Mundial de Francia 2019. "Hemos funcionado de manera eficiente, con un hilo conductor que no existía", dice Salah.

Desde el punto de vista financiero, el presidente destaca que la ANFP actualmente es una corporación que está absolutamente saneada, "incluso con utilidades históricas". En esa línea, adquieren vital importancia los acuerdos comerciales que firmó la institución: la venta de los derechos de las clasificatorias y de la selección adulta por 120 millones de dólares y la venta del Canal del Fútbol (CDF) en una cifra de dos mil millones de dólares.

La inversión y reestructuración del fútbol joven, la elaboración de un modelo de transparencia con canales de denuncia para proteger probidad, el aumento del público en los estadios y la mejora en la seguridad son otros puntos que acentúa.

-¿Cuáles son los proyectos a futuro?

-Lo más importante es que se mantenga el proceso: se creó un plan estratégico a largo plazo, que comprende 10 años (2017-2027), con el objetivo de que nuestro campeonato se posicione entre los tres mejores a nivel sudamericano. También me gustaría dejar lanzado un nuevo Juan Pinto Durán, porque es una instalación que, por mucho que uno la quiera, quedó absolutamente insuficiente para el nivel de exigencia que tiene la selección nuestra. La idea es dejar eso durante este año: un Juan Pinto Durán para los próximos 50 años, con todos los requerimientos de infraestructura, técnicos y de espacio para nuestras selecciones. Estamos trabajando duro en eso.

-Ha analizado su gestión y sus proyectos, y ha afirmado que es necesario seguir por este camino… ¿Ha evaluado una posible reelección?

-Quedan todavía cuatro meses. Creo que todavía tenemos muchas cosas que concluir, mucho por hacer, y no he querido desenfocarme en ese tema. Ya llegará el momento para adoptar una decisión al respecto.

-¿Han intentado sus cercanos o algún dirigente convencerlo para que continúe en el cargo?

-Bueno, uno conversa coloquialmente con muchos presidentes y se dan cuenta de que están dentro de una corporación sana, estable, que no es la misma que antes. Lo importante es que ahora nadie va a agarrar aquí un fierro caliente: al contrario, es una corporación que tiene todas las condiciones para seguir creciendo.

Antes de marcharse, Arturo Salah se apresta para sacarse una foto en la cancha principal de la sede. Mientras camina por uno de los pasillos, le avisan que seguramente hará mucho frío, que llovió fuerte hasta hace unos minutos.

-No hay problema: viejo roble. Yo me voy a morir de una. A mi padre nunca lo vi enfermo, ni en cama, nunca. Y un día se murió. Yo voy a morir igual. Pero el próximo año, después de que Chile sea tricampeón de América.

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