Cómo se fraguó el regreso de Ruiz-Tagle a Colo Colo
Junto a Leonidas Vial -según cercanos desde hace cuatro semanas, según contrarios desde hace por lo menos seis meses-, el controvertido exministro del Deporte encabezó un plan para rastrear y encontrar a un grupo de accionistas minoritarios, dentro y fuera de Chile, dispuestos a sumar sus acciones en B&N y relevar, sin despertar sospechas, a Aníbal Mosa de la presidencia. Así se planeó el retorno del empresario, ocho años después.
Aníbal Mosa dedicó casi todos sus esfuerzos del lunes 15 y martes 16 a tratar de evitar -por segunda vez en un mes- la renuncia de Pablo Guede a la banca de Colo Colo. Con el triunfo del pasado fin de semana en el superclásico, el empresario creía que la crisis podía empezar a quedar atrás. Pero no. Ese mismo domingo en la tarde, el entrenador argentino llegó hasta la casa de Mosa, en Los Trapenses, para decirle que su renuncia era irrevocable, que salía con un saldo a favor de cuatro títulos y 11 clásicos ganados y que le comunicaría la noticia el martes 17 a primera hora al plantel. Mosa, según cercanos, le volvió a pedir tiempo para hacer una última gestión y tratar de desactivar la decisión de su director técnico.
De lo que Mosa nunca se percató es que mientras trataba de convencer a Guede de quedarse, en la oficina de inversiones de Gabriel Ruiz-Tagle, en el barrio San Damián, después de un mes de silenciosas gestiones, por fin sacaban cuentas alegres. El puerta a puerta entre accionistas minoritarios había funcionado y el grupo liderado por el ex ministro, junto a Leonidas Vial y Hernán Levy, había conseguido acumular los respaldos suficientes para sumar un asiento más en el directorio y desbancar de la presidencia de Blanco y Negro al controvertido empresario puertomontino. El golpe blanco estaba en curso.
El miércoles 18, cerca del 80% del total de acciones, representadas por sus dueños o a través de las corredoras y fondos que administran buena parte de los papeles de Blanco y Negro, llegaron a la Casa Alba para participar de la junta. Fue en ese momento que tanto el entorno de Mosa como el Club Social -con dos asientos en el directorio- se dieron cuenta de que algo inusual estaba pasando. La concurrencia -que nunca supera más del 60% del total de acciones-, con una altísima presencia de minoritarios, ponía en disputa una torta más grande que ya estaba distribuida previamente por el grupo de Ruiz-Tagle, Vial y Levy. El bloque repartió en partes iguales el 10,5% y obtuvo cinco puestos de los nueve disponibles en la mesa. Mosa ya no podía comprar más papeles, los accionistas menores ya estaban en manos de sus rivales, y una nueva alianza con el Club Social no le alcanzaba, como hace un año, para conseguir la mayoría.
Minutos después, Gabriel Ruiz-Tagle, que fue informado en todo momento por su círculo de lo que ocurría en la junta, tras ocho años de ausencia retornaba a Colo Colo.
Paso a paso
Si bien cercanos a Mosa sospechan que la planificación del golpe blanco se extiende desde, por lo menos, seis meses, en el entorno de Ruiz-Tagle aseguran que la idea se gestó hace recién un mes. Por tres motivos: la crisis deportiva del plantel de honor, la animadversión hacia la dupla Mosa-Guede y, especialmente, el balance del 2017, que arrojaba pérdidas por más de tres mil millones de pesos, el segundo peor balance en la historia de la concesionaria. Entre los gastos más altos, según el documento en manos de la CMF (ex SVS), aparecen $ 662 millones como costo de la planilla del primer equipo. Para el sector de Ruiz-Tagle y Vial, Colo Colo, de la mano con el eventual fracaso en Copa Libertadores, caminaba derecho al descalabro financiero, otra vez.
Vial y Ruiz-Tagle se reunieron en al menos tres ocasiones en sus respectivas oficinas, fuera del horario laboral y en estricta reserva, para no despertar las sospechas de Mosa y su entorno. Ambos acordaron que este era el momento para dar un golpe de timón, pero que había que mantener reserva. Más adelante, si el plan daba frutos, definirían quién encabezaría la ofensiva. El mecanismo fue simple: había que rastrear a la mayor cantidad de accionistas del club, en especial a medianos y chicos, y convocarlos a comprometer su respaldo -y su presencia física o a través de un poder- para nominar a una nueva directiva y sacar a Aníbal Mosa. La búsqueda se extendió en la capital, en varias regiones e incluso en el extranjero.
El grupo fue creciendo cada vez más rápido, de boca en boca, algunos adhiriendo voluntariamente, tanto así que en el entorno del exministro creían que era casi imposible que Mosa no se percatara de una maniobra, que se expandía cada vez más entre los accionistas. El riesgo era que si se enteraba saldría a comprar más acciones y la idea quedaría en nada.
De todos modos, a principios de abril, Ruiz-Tagle volvió a adquirir papeles (1,5%) de Blanco y Negro, que les compró a algunos minoritarios -en 2011 vendió su participación a Hernán Levy tras un dictamen de Contraloría-, una tarea que no fue fácil, porque en el club afirman que el mercado no se mueve mucho y que no es llegar y entrar a la propiedad de Blanco y Negro, a pesar de que su valor ha decaído.
Con Hernán Levy -expresidente de Blanco y Negro (entre 2011 y 2012) y accionista individual con asiento en el directorio- dentro de la ecuación, el grupo acudió una semana antes de la junta al estudio de abogados Vial Serrano, que históricamente ha trabajado con el exministro, para empezar a reunir los poderes de los accionistas minoritarios que llegaban de todas partes a las oficinas de Vial, Ruiz-Tagle o quedaban en manos de las corredoras, que también participaron de la operación. A cargo de comprobar que todo estaba en orden y en regla quedó el abogado Nicolás Tagle.
Recién el martes 16 los cálculos de Ruiz-Tagle y Vial fueron positivos, aunque siempre con el temor de que al día siguiente no llegaran todos los que tenían que llegar a la Casa Alba o que Mosa se diera cuenta a último minuto de la maniobra y tratara de revertirla. El resultado es conocido.
Según cercanos a Ruiz-Tagle, el exministro reflexionó varios días respecto de si retornaba o no a la presidencia de Colo Colo. Aun está en la memoria colectiva su rol en la colusión del papel tissue, que el TDLC destapó en 2015 y que involucró a CMPC y a Pisa, de la cual era su presidente. Sabe que él es la cara más reconocible de ese hecho y que su reaparición levanta críticas.
En el oficialismo dicen, de hecho, que esa es una de las razones para no incluir a Gabriel Ruiz-Tagle en las listas de candidatos a ocupar puestos en el gobierno. Esto, a pesar de la relación de amistad que mantiene con el Presidente Sebastián Piñera. En La Moneda aseguran que desconocieron en todo momento el golpe de Ruiz-Tagle y Vial, y que no tienen nada que ver con la salida de Aníbal Mosa.
También está en el expediente de Ruiz-Tagle su vínculo con la Garra Blanca, mientras estuvo al frente de la concesionaria, y las irregularidades detectadas por la Contraloría mientras era ministro del Deporte en la rendición de cuentas por la organización de los Juegos Odesur, en 2014, y la posterior judicialización llevada adelante por el IND para restituir más de $ 1.480 millones de fondos públicos, que en principio estaban destinados a financiar el evento.
En el círculo del empresario puertomontino creen que el exministro viene a Blanco y Negro a limpiar su imagen tras sus múltiples roces judiciales y que esta es la única forma que tiene de volver a la primera línea de la política. En el bloque aseguran que varios accionistas minoritarios no sabían que el poder que estaban entregando, en realidad, era un voto de confianza para el retorno de Gabriel Ruiz-Tagle.
Sobre Mosa -que no respondió a los llamados y mensajes de Reportajes- afirman que está sorprendido, pero, por sobre todo, muy triste. "Aníbal llegó a los seis años desde Siria, y su forma de socializar fue a través del cariño por el club. Colo Colo es su vida", relata un miembro de su equipo. Este fin de semana, el empresario se recluyó en Puerto Montt.
Guede y el fin de una era
Desde que selló su regreso a la presidencia de la concesionaria, Gabriel Ruiz-Tagle anunció cambios inmediatos en el futuro de la institución: un aumento de capital de US$ 10 millones para responder a las nuevas exigencias, hacer frente a una compleja situación económica y, además, financiar la llegada de un gerente deportivo. La principal incógnita, sin embargo, pasaba por el destino de Pablo Guede. Tras una reunión entre ambas partes, el ex subsecretario y ministro del Deporte aseguró no estar en condiciones de confirmar su permanencia.
Era el presagio de la salida definitiva del entrenador. En el bloque de Ruiz-Tagle y Vial sostienen que Mosa le había entregado un poder de decisión casi incontrarrestable al argentino, que en la última parte de su gestión tomaba decisiones sin consultar primero con otros estamentos del club. Todo, supuestamente, con la venia de Mosa.
Lo anterior, sin contar que para los accionistas que ahora detentan el poder en Colo Colo, el juego del equipo no se correspondía con ser, por lejos, la plantilla más cara del fútbol chileno.
Las últimas semanas de Guede al mando del plantel, al igual que durante el trámite de sus partidos, fueron de constantes idas y vueltas. Tras la derrota que sufrieron los albos el jueves 5 frente a Delfín de Ecuador por Copa Libertadores, presentó por primera vez su renuncia, pero a última hora los referentes en el camarín -Esteban Paredes, Jaime Valdés y Jorge Valdivia-, enterados de la situación, lo convencieron de dar marcha atrás.
El escenario, sin embargo, empeoró. El domingo 8, en el compromiso ante San Luis, los hinchas colocolinos llegaron hasta el Estadio Lucio Fariña con lienzos y cánticos que exigían la salida del DT. Incluso, lanzaron monedas al banco de suplentes, donde permanecía refugiado el argentino. En la cancha, los jugadores no fueron capaces de confirmar su respaldo: una derrota por la cuenta mínima asestó el golpe definitivo. Ese día, Guede tomó la decisión de partir.
El final del ciclo se materializaría tras el superclásico. Para el argentino, como expresó posteriormente en su adiós, era importante acompañar al plantel de cara al choque contra la "U". Pero ni siquiera la victoria por 3 a 1 frente a los azules logró cambiar su parecer. Mosa lo intentó retener, pero en tres días la dupla quedó fuera de la primera línea del club.
Tras el golpe que precipitó la salida del puertomontino de la presidencia de Blanco y Negro, Gabriel Ruiz-Tagle sostuvo tres reuniones con Pablo Guede para conocer su situación. El jueves 19 en la mañana llegaron finalmente a un acuerdo: el entrenador se iría con una indemnización cercana a los US$ 200 mil, correspondientes a dos meses de trabajo. "Pablo sale de Colo Colo por la puerta grande, y este club siempre le quedará agradecido, tanto a él como a su equipo", expresó en su despedida el ex ministro del Deporte.
Sin embargo, fuentes al interior de la nueva directiva creen que Guede se aprovechó del escenario para escapar: sostienen que un par de ofertas de Emiratos Árabes aceleraron la partida del DT. Además, están preocupados por un plantel al que notan "golpeado". Un accionista cercano a la dirigencia aseguró que los jugadores estaban muy comprometidos con el trabajo que realizaba el argentino, además de la buena relación que sostenían con Mosa. La elección del próximo entrenador, en esa línea, supone el primer gran desafío para Ruiz-Tagle, a menos de 48 horas de haber asumido.
El otro ítem pendiente es encontrar un gerente técnico. Se especuló con la opción de Pablo Contreras, a quien se lo vio en el Estadio Monumental el pasado jueves 19, pero el exmundialista negó la opción. "No hay nada, fui por el aniversario del club. Ojalá en algún momento existiera esa posibilidad", señaló.
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