El ejemplo de Tompkins
Seguramente Douglas Tompkins —quien murió el martes pasado— compartirá un lugar en la historia junto al conservacionista estadounidense John Muir o el ministro Hugo Trivelli, responsable de la creación de la mayor cantidad de parques nacionales. Nuestra tarea, ahora, es tomar la posta.
Ha fallecido un gigante del medioambiente, Douglas Tompkins. Su legado e influencia son incuestionables, aportando a la conservación ecológica y a la discusión de la política energética. Tompkins fue de aquellas personas que vivieron más allá de su época y cuyas convicciones le permitieron forjar un destino distinto para sí mismo y nuestro planeta. Muestra de ello es que, como pocos en este mundo, decidió retirarse de un negocio lucrativo al llegar al convencimiento de que el consumismo era el principal motor de la degradación ambiental, para crear Foundation for Deep Ecology y así apoyar los movimientos medioambientales; y, posteriormente, Conservation Land Trust, para proteger el medioambiente a través de la creación de parques privados.
Su sueño se inició en los 60, cuando partió a explorar una Patagonia inconcebiblemente virgen, con su compañero eterno, Yvon Chouinard. No es de extrañar entonces, que Douglas haya decidido establecerse en Chile para dar forma a sus proyectos de conservación más ambiciosos y los chilenos tenemos que estar agradecidos de esto.
Al comienzo fue incomprendido por el establishment chileno que no entendía, y por tanto veía con recelo su proyecto estratégico de establecer una red de parques privados con conservación efectiva en la Patagonia. Por alguna razón, la desconfianza era mayor hacia sus actividades de conservación que hacia actividades económicas extractivas de otros. Sin embargo, la fuerza de los hechos fue más fuerte y a medida que se concretaba la creación de parque tras parque, fue acogido no sólo por los presidentes de Chile con los que se relacionó, sino por un país entero.
Douglas Tompkins creía que la protección del medioambiente es responsabilidad de todos y que está más allá de lo que una sola persona puede hacer. Creía en el rol del privado en la conservación, pero entendía que el Estado tiene una responsabilidad insustituible y que debe velar por la protección con una mirada de largo plazo. Es por ello que, de manera totalmente desinteresada, estaba traspasando sus parques hacia el Estado, con el compromiso de protegerlos por siempre.
El tiempo seguramente dirá que Douglas Tompkins estará en la historia parado al lado de John Muir, el conservacionista que ayudó a crear los parques emblemáticos de Estados Unidos, como el Yosemite. O como Hugo Trivelli, ministro de Agricultura de Frei Montalva que promovió la creación de la mayor cantidad de parques nacionales.
Escribiendo este homenaje sentado en la mesa de negociación de la Cumbre Climática de París, y con el ministro Badenier en camino a su funeral, me quedo pensando que es labor de Chile tomar la posta que nos deja Douglas Tompkins, asegurando que su legado perdure los siglos por venir, para el bien de las futuras generaciones.
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