¿De dónde viene nuestra percepción de las brujas y la brujería?
El cambio en la imagen de la bruja durante la historia “fue, sobre todo, fruto de la necesidad de dar respuestas a una población angustiada ante sucesos inexplicables”, aseguró un historiador.
Una mujer vieja, sola, malvada, con una vestimenta oscura y rota, y capaz de hacer pócimas para matar a cualquiera. Esa suele ser la imagen de una bruja que compartimos en la actualidad, a partir de cómo se la suele representar en libros y películas.
Y cómo olvidar los poderes mágicos: puede tomar cualquier forma, o quizás cambiar el clima, volar sobre una escoba o reunirse con sus iguales para adorar a los demonios.
Pero no es la única imagen que manejamos sobre la brujería. Jesús M. Usunáriz, catedrático de Historia Moderna de la Universidad de Navarra en España, aseguró a The Conversation que hoy la bruja también puede ser “una mujer sabia, conocedora de los secretos de la naturaleza, curandera experimentada (...) y, por esa razón, perseguida y reprimida por las autoridades eclesiásticas y civiles”.
Es decir, la bruja pasó de ser un personaje temible a un símbolo de rebeldía y resistencia, y cada percepción responde a épocas de la historia distintas.
La historia detrás de la bruja malvada
Según el historiador, los juicios contra las brujas comenzaron en el siglo XIV en las zonas alpinas de Francia, Suiza e Italia. En ese momento, ya se comenzó a hablar de reuniones secretas, vuelos nocturnos, transformaciones en animales, maleficios mágicos y sacrificios de niños.
De hecho, en 1486 se publicó uno de los tratados más importantes sobre la caza de brujas: el Malleus Maleficarum, escrito por dos monjes dominicos alemanes, que “evidencia” que la brujería sí existe, cómo se practica y qué métodos se ocupan para “detectarla”, enjuiciar y destruir a las brujas.
Así, se interiorizó en la sociedad que las brujas eran perversas y que tenían costumbres y acciones malvadas, por lo que había que exterminarlas.
La historia detrás de la bruja que critica a la iglesia
Después de un largo tiempo de caza de brujas en Europa, a finales del siglo XVIII las élites europeas comenzaron a sentir atracción hacia el mundo de la magia.
Por ejemplo, en España, escritores como Francisco de Goya y Leandro Fernández de Moratín revitalizaron la imagen tradicional de la bruja para criticar a la superstición popular y a las iglesias.
Además, se comenzó a reconstruir el “espíritu nacional” y a recuperar los cuentos y leyendas de las brujas, cuentos de magia y encantos fantásticos. Y, aunque todavía predominaba la referencia de la bruja malvada, también sirvió para crear y reivindicar mitos locales.
La historia detrás de la bruja rebelde
En el libro La Bruja de Jules Michelet, publicado en 1862, la figura de la mujer malvada se convierte en el símbolo de lucha de los oprimidos, donde la bruja es una sabia sanadora.
Así, en el mundo literario, la influencia del autor y de esta nueva imagen de la brujería se comenzó a notar, a través de distintos trabajos que incluso asociaban a las brujas con la perduración de viejos cultos de fertilidad.
Para Usunáriz, el cambio en la imagen de la bruja “fue, sobre todo, fruto de la necesidad de dar respuestas a una población angustiada ante sucesos inexplicables” y que se vio enriquecida por la imaginación de inquisidores, jueces y escritores.
Lo que perdura es que gran parte de la población se siente atraída por lo mágico y misterioso. Sin duda, en todas las noches de brujas o Halloween, habrá quien le rinda homenaje a esta figura, quizás la malvada, o quizás la rebelde.
Comenta
Por favor, inicia sesión en La Tercera para acceder a los comentarios.