Descubren huellas de tortugas fósiles de hace más de 227 millones de años
Se trata de uno de los hallazgos más antiguos de huellas de tortuga conocidos, y también el más abundante en cuanto a registros de fósiles de este grupo en materiales del Triásico en el mundo.
Paleontólogos españoles han descubierto y estudiado varias huellas de tortugas fósiles de hace más de 227 millones de años de tres afloramientos localizados en la provincia de Valencia (España), un hallazgo que supone uno de los registros más antiguos del mundo de estos vertebrados.
El descubrimiento de las huellas de tortuga primitiva del Triásico Superior permite ampliar el conocimiento sobre la evolución y diversificación del grupo en relación con el medio acuático, según informó hoy la Universidad de Valencia (UV) en un comunicado.
El registro fósil de las primeras tortugas es muy escaso y fragmentario, lo que dificulta la correcta comprensión de su origen y evolución temprana y ha generado un debate sobre cómo eran y donde vivían las primeras tortugas y si su origen pudo darse en ambientes marinos o, por el contrario, en ambientes puramente terrestres.
El trabajo, recientemente publicado por la revista científica "Palaeogeography, Palaeoclimatology, Palaeoecology", ha arrojado datos muy interesantes sobre cuál pudo ser origen y modo de vida de estas primitivas tortugas.
Se han estudiado 46 huellas de tortuga del Carniense (Triásico Superior), de hace aproximadamente 227 millones de años, halladas en tres afloramientos localizados en los municipios de Domeño, Quesa y Cortes de Pallás, los tres en la provincia de Valencia.
Se trata de uno de los hallazgos más antiguos de huellas de tortuga conocidos, y también el más abundante en cuanto a registros de fósiles de este grupo en materiales del Triásico en el mundo.
La primera huella, encontrada en Domeño en 1995 por un estudiante de la universidad, está depositada en el Museo de la UV de Historia Natural (M(UV)HN) que se inaugurará al público el próximo 15 de febrero.
Dicha pieza fue la que motivó las siguientes excavaciones, prospecciones y estudios, según las fuentes.
Las huellas encontradas han aparecido en unas areniscas de poco espesor depositadas entre yesos versicolores (antiguos ambientes salinos) de la facies Keuper tan abundante en Valencia.
Estas areniscas (antiguas playas) se depositaron en ambientes fluviales durante el Triásico Superior favorecidos por un cambio climático puntual.
Según una de las investigadoras, Ana Márquez-Aliaga, el Triásico fue un periodo muy árido pero, dentro del Triásico Superior, se intercaló un episodio climático muy lluvioso, el Evento Húmedo Carniense, que favoreció la abundancia de depósitos fluviales. "Estas huellas de tortuga están relacionadas con este tipo de ambientes", explicó.
Esta interpretación ha llevado a los investigadores a incidir en la importancia que pudo tener este intervalo temporal y el área representada actualmente por la Cordillera Ibérica para la evolución y diversificación de las primeras tortugas en relación con el medio acuático.
En los tres afloramientos estudiados se han descrito, hasta el momento, dos tipos de huella, una de ellas la realizada por la tortuga emergida fuera del agua, pisando sobre el barro en la orilla, y la segunda, la producida cuando la tortuga estaba en seminatación, es decir, estaba nadando cerca del fondo o arañaba el fondo debido a la poca profundidad.
En ese caso, la tortuga produce unas huellas muy características, con forma alargada y en las que se perciben rasguños tridáctilos y tetradáctilos.
Los investigadores señalan que no se puede saber qué morfología tenía el caparazón o su musculatura dado que se carece de restos óseos fosilizados, pero a través del análisis de las huellas se puede concluir que "fueron producidas por poblaciones de abundantes ejemplares, ya que hay huellas de distintos tamaños".
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