Las tropas encubiertas de Israel surgen como un nuevo actor en el campo de batalla de Gaza
La misión de rescate de rehenes del mes pasado marcó un antes y un después en la larga historia del país de disfrazar a sus fuerzas de palestinos.
Los comandos israelíes que rescataron a cuatro rehenes en Gaza conducían un par de maltrechos camiones blancos: uno con un anuncio de jabón y el otro con un colchón y muebles en el techo. Iban armados, pero su principal arma era el disfraz, camuflándose en un bastión de Hamás hasta que las armas empezaron a disparar.
La misión de rescate de principios de junio se ha convertido en el ejemplo más sobresaliente de las famosas unidades encubiertas de Israel en el campo de batalla de la Franja de Gaza, una peligrosa incursión en un territorio que sus fuerzas encubiertas consideraban antes casi impenetrable. El subterfugio es una habilidad que los servicios de seguridad israelíes han perfeccionado durante décadas en Cisjordania, con operativos conocidos como “mista’arvim”, un apodo hebreo tomado de un término árabe que designa a las personas impregnadas de cultura árabe.
Ahora, la presencia de la unidad encubierta en Gaza añade un nuevo y volátil elemento a la zona de guerra, donde una unidad camuflada descubierta podría volverse un desastre y los disfraces de civiles a veces constituyen un crimen de guerra.
Los combatientes de Hamás también operan vestidos de civiles en Gaza.
Representados en la serie de Netflix Fauda, los mista’arvim son venerados como héroes en la sociedad israelí y odiados entre los palestinos, que los consideran escuadrones de asalto ilegales.
Avi Issacharoff, cocreador de Fauda y antiguo miembro de una unidad militar encubierta, dijo que el rescate de rehenes en Nuseirat no se parece a nada de lo que haya visto. La mayoría de las misiones tienen lugar en Cisjordania, donde Israel mantiene desde hace tiempo el control de la seguridad.
“Lo nuevo es que hagan operaciones encubiertas durante una guerra dentro de un territorio enemigo”, dijo. “Esto es lo más absurdo”.
El rescate del mes pasado en la ciudad de Nuseirat, en el centro de Gaza, se basó en semanas de recopilación de información, comandos que practicaron en réplicas de los edificios que albergaban a los rehenes y el posicionamiento de miles de soldados para prestar apoyo, dijeron oficiales militares israelíes. Los disfraces fueron vitales para la operación a plena luz del día. Los oficiales dijeron que temían que los guardias de Hamás mataran a sus cautivos en el momento en que detectaran a los comandos israelíes.
“No basta con encontrar el vehículo adecuado. Hay que disfrazarlo para que funcione en este territorio específico”, dijo Shir Peled, ex combatiente encubierto de la policía israelí.
En incursiones simultáneas en dos bloques de departamentos, los equipos mantuvieron el elemento sorpresa. Las fuerzas israelíes, según los oficiales militares, arrollaron a los captores, extrajeron sus objetivos y lucharon a través de calles abarrotadas para llevar a los rehenes a la playa y extraerlos en helicópteros.
Es probable que las tropas encubiertas estuvieran en el sector durante semanas antes del rescate y presentes cuando éste comenzó para tratar con los guardias de Hamás, dijo Tomer Tzaban, miembro de una pequeña unidad militar encubierta que operó en la Franja de Gaza en la década de 1990. Ahora es probable que la inteligencia israelí esté reclutando colaboradores locales dentro de Gaza mientras los mista’arvim también siguen operando allí, dijo Tzaban.
En la época de Tzaban, Gaza era un destino difícil. Incluso antes de que Israel y Egipto impusieran un embargo en 2006, no había muchos visitantes, por lo que había pocos disfraces entre los que elegir: un obrero de la construcción podría funcionar, dijo. Un turista, no.
Gaza es hoy muy diferente. La guerra ha dejado más de 38.000 muertos, según las autoridades sanitarias de Gaza, que no especifican cuántos eran combatientes. Las operaciones militares israelíes han destruido hileras de construcciones y desplazado a la mayoría de sus dos millones de habitantes.
Eso facilita las cosas a los operativos encubiertos. “Ahora mismo, es un gran lío”, dijo Tzaban. “Cualquier historia que cuentes puede ser cierta”.
En febrero, fuerzas especiales israelíes rescataron a dos rehenes varones de edad avanzada retenidos en Rafah, la ciudad más meridional de Gaza. Al igual que en la operación Nuseirat, las fuerzas israelíes se adentraron en territorio de Hamás sin ser descubiertas.
A medida que Israel vaya ganando control sobre Gaza, se espera que se parezca más a Cisjordania, con frecuentes incursiones israelíes para detener o matar militantes, o rescatar rehenes en ausencia de un acuerdo para su libertad. Esto significa que es probable que continúen las operaciones encubiertas en el interior del enclave.
“Si quieres encontrar rehenes o buscar a altos mandos de Hamás, tienes que tener gente sobre el terreno, y no pueden pasearse con una bandera israelí”, dijo una persona familiarizada con la estrategia de las operaciones especiales israelíes.
La táctica encubierta plantea riesgos legales para las fuerzas israelíes. En tiempos de guerra, los soldados disfrazados de civiles corren el riesgo de ser acusados de perfidia, es decir, de hacerse pasar por alguien protegido para llevar a cabo un ataque. La perfidia se estableció como crimen de guerra para proteger a personas como los trabajadores sanitarios de convertirse en objetivos.
Hamás, grupo etiquetado como terrorista por Estados Unidos, ha publicado videos de sus combatientes vestidos de civiles atacando a las fuerzas israelíes. El ala militar del grupo tiene uniformes. Operar vestidos de civil en Gaza les permite mezclarse con la población. Los soldados israelíes que combatieron en Gaza dicen que eso les hace sospechar de cualquier varón en edad de combatir.
Michael Schmitt, experto en leyes de los conflictos armados de la Academia Militar estadounidense de West Point, afirmó que la perfidia no prohíbe a los soldados utilizar vehículos civiles o vestirse como civiles. Sí restringe el hacerse pasar por civiles para acercarse lo suficiente como para matar o herir al enemigo, pero eso en sí es complicado. En Nuseirat, el uso de vehículos civiles puede haber evitado un tiroteo prematuro y salvado vidas, y la operación se hizo para rescatar rehenes, cuyo secuestro en sí fue, según él, un crimen de guerra.
“Creo que es muy importante recordar el contexto”, afirmó Schmitt.
Portavoces del ejército, la policía y el servicio de seguridad interior israelí, conocido como Shin Bet, declinaron responder a preguntas sobre la cuestión de la perfidia y sus operaciones encubiertas, incluido el uso del disfraz.
Toda operación encubierta entraña un riesgo peligroso, y en algunas el tiro sale por la culata o se cobran vidas inocentes.
En 2018, un equipo israelí entró en Gaza, algunos haciéndose pasar por trabajadores humanitarios, según Hamás. Después de que el personal de Hamás sospechara y detuviera su vehículo, se produjo un tiroteo en el que murió el comandante israelí, hablante nativo de árabe. Un helicóptero evacuó al resto del equipo fuera de Gaza.
En Nuseirat, las autoridades sanitarias palestinas dijeron que 274 personas murieron y casi 700 resultaron heridas en la batalla que estalló en torno a la misión de rescate de junio. El ejército israelí dijo que unas 100 personas murieron o resultaron heridas, entre militantes y civiles atrapados en el fuego cruzado. Un comando israelí resultó muerto.
En la ciudad cisjordana de Yenín, donde son frecuentes las incursiones israelíes, los militantes intentan contrarrestar a los infiltrados con medidas como puestos de control en el lugar, dijo un militante palestino de la zona. “La presencia de estas unidades encubiertas ha hecho que nuestra comunidad se sienta constantemente vulnerable”, afirmó el militante.
Los operativos encubiertos se convirtieron en un pilar de la seguridad nacional israelí hace unos 24 años, durante el levantamiento palestino conocido como la segunda Intifada, cuando surgieron grandes redes de militantes palestinos.
El Shin Bet, la policía y el ejército israelí tienen sus propias unidades mista’arvim. El rescate de Nuseirat fue dirigido por el equipo de la policía, el Yamam, y contó con la ayuda del Shin Bet, dijeron funcionarios de ambos organismos.
Las unidades encubiertas reclutan a personas de toda la sociedad israelí y emplean a agentes que pueden pasar por turistas, clérigos, médicos o judíos ultraortodoxos, según explican antiguos agentes. Más del 20% de la población israelí habla árabe como lengua materna.
La mayoría de los mista’arvim se dedican a recabar información y realizar detenciones para detener o impedir ataques de militantes palestinos contra Israel, según explicaron antiguos agentes. Las unidades buscan reclutas que mantengan la calma bajo presión, dijo Peled, que afirmó haber sido la primera mujer agente de Yamam.
Peled, que ya ha abandonado el Yamam, dijo que sus disfraces incluían ser una musulmana religiosa, una turista y una judía ultraortodoxa. Nunca aprendió a hablar árabe.
Durante su entrenamiento, su escolta la llevó a una panadería palestina de Jerusalén Este y le encomendó la sencilla misión de vigilar. Mientras ella esperaba en la cola, haciéndose pasar por colegiala, él empezó a gritarle que era una ladrona. Ella salió corriendo.
“Fue un fracaso”, dijo.
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