Los horribles crímenes de “los psicópatas de Viña”: historia de la última ejecución por pena de muerte en Chile
Los excarabineros Jorge Sagredo Pizarro y Carlos Topp Collins fueron fusilados tras haber sido culpables de un total de diez asesinatos y cuatro violaciones.
Ocurrió la mañana del 29 de enero de 1985 en el penal de Quillota, en la Región de Valparaíso.
Las manillas del reloj estaban a solo ocho minutos de dar las 6:00, cuando un pelotón compuesto por agentes armados con metralletas tipo UZI empezaron a disparar.
Los objetivos a los que se dirigían eran dos: los excarabineros Jorge Sagredo Pizarro y Carlos Topp Collins.
Ambos habían sido declarados culpables de un total de diez asesinatos y cuatro violaciones, crímenes que ocurrieron desde inicios de la década del 80 en la Ciudad Jardín.
El temor provocado por tales delitos y la incertidumbre en torno a ellos llevó a que fuesen apodados como “los psicópatas de Viña del Mar”.
Una de las personas que presenció el episodio fue el periodista José Gai, quien relató lo que vio en una crónica para Las Últimas Noticias.
“Los fusileros entraron con uniforme y zapatillas. El piso estaba cubierto con lonas y frazadas para que Sagredo y Topp Collins no supieran el momento exacto del fusilamiento. A los dos hombres les colocaron un disco naranja en la zona del corazón para que allí apuntarán los tiradores”.
Cuando las manillas llegaron a las 6:00 en punto, el médico del centro penitenciario confirmó que el operativo había salido acorde a lo planeado: fueron declarados muertos.
Luego, sus cadáveres fueron llevados al cementerio de Playa Ancha.
Se trató de la última ejecución oficial por pena de muerte en el país.
Los crímenes de “los psicópatas de Viña”
El primero de los asesinatos fue la noche del 5 de agosto de 1980, cuando se informó sobre el hallazgo de un automóvil que había quedado colgando en la plaza Bellamar, en el cerro Esperanza.
Según informaciones rescatadas por Infobae, la posición en la que estaba el vehículo sugería que por poco podía caerse hacia la avenida España.
Sin embargo, no se sabía cómo había llegado ahí. Tampoco se sabía del paradero del dueño del auto, un hombre de 35 años llamado Enrique Gajardo.
Pasaron dos días hasta que se encontró el cadáver de este último, con rastros de haber recibido una bala en el pecho.
El cuerpo fue hallado en las cercanías del Jardín Botánico de Viña del Mar.
Al principio se creyó que pudo haber sido un caso de robo o incluso una venganza, debido a que no había datos suficientes sobre quién o quiénes habían sido los agresores.
No obstante, después de que el caso desatara preocupación en el país, una mujer fue a una comisaría y contó que dos hombres le dispararon a Gajardo y que ella había sido víctima de una violación por parte de los mismos sujetos.
Pese a que ella logró escapar, dijo que no había declarado antes porque pensó que la podían vincular con el delito, debido a que su encuentro con el fallecido fue puntual.
Junto con ello, describió cómo eran esos dos hombres, lo que más adelante fue crucial para descubrir su identidad.
Posteriormente, el 12 de noviembre de ese mismo año, las víctimas fueron el médico Alfredo Sánchez y su pareja.
Ambos estaban al interior de un vehículo en la cercanías de la Laguna Sausalito, cuando dos individuos lo sacaron a él del auto y le dispararon dos veces en el torso.
Después, abusaron sexualmente de la mujer, para luego dejarla con vida. Así, pudo escapar.
El 28 de febrero de 1981 pasó una situación similar. El empresario Fernando Laguna y una mujer fueron en un auto a las cercanías del estero Marga Marga.
Una vez ahí, ambos fueron asesinados a tiros. Más tarde, los peritajes revelaron que ella fue abusada.
A pesar de que no hubo testigos directos en el lugar, sí hubo personas que aseguraron que —tras oír un primer disparo a la distancia— escucharon a una mujer que vociferó la siguiente frase: “¡Eres carabinero! ¡Te conozco, paco!”.
Pasaron unos instantes para que se escuchara un segundo sonido del arma. No volvieron a oír sus gritos.
Así, continuaron los crímenes en la Ciudad Jardín.
Las autoridades seguían buscando a los llamados “psicópatas de Viña”, pero aunque tenían ciertas descripciones de testigos, todavía no se tenían certezas sobre quiénes eran.
Para el 1 de noviembre de 1981, ya contaban con diez asesinatos y cuatro violaciones en su historial.
Cómo los atraparon
Una de las personas que ocupó un rol clave en la investigación policial fue el cabo Juan Quijada, quien comenzó a sospechar de ellos tras escucharlos hablar con una sospechosa familiaridad sobre los asesinatos de Jaime Ventura y Roxana Venegas.
Estas últimas personas fueron las que asesinaron en noviembre de 1981.
Con ese presentimiento, hizo el cruce de los datos reunidos y se dio cuenta de que las características de Sagredo Pizarro y Topp Collins cuadraban con las entregadas por testigos.
“Una vez me topé con Jorge Sagredo a la salida de la Comisaría. Él venía de franco, saliendo de su día libre. Fue como un rayo. Pensé: ‘Chuta, es igual a la descripción del tipo’”, recordó Quijada años después en una entrevista.
Bajo esa línea, continuó: “Unos cinco días después me tocó patrullar con Sagredo en Caleta Abarca. Lo encaré y le dije: ‘¿¡Cómo pudiste haber matado a esos cabros!?’. Y ahí me lo contó todo. No solo ese asesinato, sino todos. Uno por uno. Estaba tiritando. Como que se estaba desahogando”.
Esa impactante confesión llevó a que le dijera a sus superiores, pero tuvo que hacer unos tres intentos de denuncia para que finalmente se detuviera a los dos sospechosos en marzo de 1982.
Entre medio, previo a dicho arresto, también se apuntó al entonces director del Banco Nacional, Luis Eugenio Gubler Díaz, quien aseguró que las fuerzas policiales lo obligaron bajo torturas a confesar crímenes que no había cometido.
A él lo apresaron el 2 de marzo y fue liberado seis días después, luego de que el cabo Quijada lograra poner la denuncia oficialmente.
El 8 de marzo de 1982, Sagredo Pizarro y Topp Collins fueron detenidos.
Y posteriormente, relataron cómo fueron los delitos que efectuaron en conjunto.
Ambos fueron condenados a pena de muerte durante el proceso judicial y el 29 de enero de 1985 fueron ejecutados.
Fue la última vez en que se dio un fusilamiento por tales motivos en Chile, ya que 17 años más tarde, en 2002, se oficializó la eliminación de dicha condena.
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