Talentos de la Patagonia
El proyecto Patagonia Verde, de la Fundación ProCultura, busca rescatar los oficios ancestrales de la zona norte de este territorio austral, que se ha hecho famoso por actividades como la pesca con mosca y la escalada. Artesanías, gastronomía y diversas actividades del campo que reflejan la cultura local son ahora también emprendimientos turísticos que la gente puede visitar.
Muchos no saben que la Patagonia está sólo a dos horas de Puerto Montt. La llamada "Patagonia Norte", esa que empieza donde Chile se hace (aún) más delgado y se reparte entre archipiélagos e islas (la primera de ellas Chiloé), es popular por sus increíbles paisajes naturales, donde la escalada, el trekking y la pesca con mosca brillan.
Pero ahora la Iniciativa presidencial Plan Zonas Extremas Patagonia Verde busca poner en relieve otro de los grandes tesoros de la zona: su gente y su cultura. El proyecto "Patagonia Verde; cultura e identidad para el desarrollo del turismo territorial" fue desarrollado por la Fundación ProCultura con el financiamiento del Gobierno Regional de Los Lagos y el apoyo de Corfo, Sernatur y las municipalidades de Cochamó, Hualaihué, Chaitén, Palena y Futaleufú.
"La Patagonia Verde tiene mucho más que naturaleza para ofrecer", dice Alberto Larraín, presidente ejecutivo de la Fundación ProCultura. "Los habitantes de esta zona han desarrollado sus vidas en un territorio complejo y muchas veces hostil, convirtiendo su trabajo de sobrevivencia en un oficio de gran valor. Las personas que habitan este territorio reúnen experiencias a través del tiempo y cada una de ellas es un referente profundamente humano para nuestra sociedad".
Uno de los mayores desafíos que enfrentan hoy estas comunidades, ubicadas en zonas de difícil acceso, es evitar la migración de las generaciones más jóvenes hacia las ciudades por falta de oportunidades laborales. En ese contexto, el turismo emerge como una fuente de desarrollo sustentable que ofrece incentivos para que ellos quieran quedarse.
Revalorizar oficios propios de la zona, los que son desarrollados por las familias hace varias generaciones, fue una de las tareas claves del proyecto, teniendo como objetivo final mostrarles estas experiencias locales a los visitantes y ofrecerles la posibilidad de vivirlas personalmente. El primer paso para lograr esto fue reunir a las comunidades para recordar las tradiciones que por años los han guiado y conversar sobre los quehaceres que forjan su identidad.
En torno a un mate
"En este territorio, el mate es la bebida oficial", dice Constanza Gómez, directora en la Región de Los Lagos de la Fundación ProCultura, para explicar cómo reunieron a las comunidades para hablar sobre qué los identificaba como territorio. "A través del ritual del mate, del 'matear', la gente se encuentra y conversa. Así que organizamos mateadas para preguntarles sobre sus oficios tradicionales, su lenguaje, su ropa tradicional, a qué jugaban, qué comían, qué celebraban", explica Gómez.
De estos encuentros, que se realizaron en las cinco comunas, emergieron historias que determinaron los elementos identitarios de cada lugar. Posterior a esto, y con el apoyo de la Fundación Travolution, se seleccionaron las actividades locales que tenían potencial de transformarse en experiencias turísticas y se realizaron talleres con los habitantes y operadores turísticos locales para la creación de productos con identidad local.
Ahumadores de mariscos, carpinteros de ribera, apicultores, recolectores de morcella, artesanas de fibras naturales, lanas y cuero, tejueleros y otras actividades son parte de los oficios que hicieron la lista. De ellos se realizaron videos, una muestra en la Plaza de la Cultura de Santiago con fotografías del director de cine y televisión Guillermo Helo, y una recopilación de dos mil fotografías históricas, que datan de entre 1900 y 1980, y relatan las historias de las familias y el poblamiento del territorio. Todo este material, más las guías turísticas de cada zona, están disponibles en sitios web especialmente diseñados para cada comuna. Aquí, algunas de las "estrellas" detrás del proyecto.
[caption id="attachment_415521" align="aligncenter" width="900"]
Crédito: Globo Rojo.[/caption]
Ingrid Núñez (38): Cocinando la morcella
"La morcella es un tipo de hongo comestible. De mi mamá aprendí los lugares donde recolectarla, cómo conservarla y cocinarla. En esa época no había camino en esta zona y había que arreglárselas con lo que daba la naturaleza. Así aprendí que podía comerse, como el changle, que es similar al champiñón. Cuando era chica encontrábamos morcella en grandes cantidades sin problema, con un kilo o dos hacíamos una cena. Ahora hay que caminar mucho para juntar esa cantidad, nunca pensamos que se transformaría en un bien preciado que vendrían de afuera a comprar.
Sale a mediados de octubre y desde esa fecha salgo a las ocho de la mañana al campo, a recolectarla. Camino como una hora. La morcella crece en los bosques, aunque a veces se le encuentra en plena pampa. Ya no cortamos las más pequeñas, las dejamos crecer. Me devuelvo tipo tres de la tarde y si me va bien junto dos kilos. Ya en la casa, las colgamos de una pita para que se sequen a buen fuego.
Juntamos morcella y vendiéndola nos ganamos unos pesos. Antes de eso, aquí no había trabajo para las mujeres. Hace tres años, además, instalamos un quiosco que se llama "La picá de la morcella", que funciona de noviembre a marzo. Allí hago empanadas de pino, queso y, claro, con morcella. También vendo bolsitas de morcella seca de a gramo. Y en enero ofrezco clases de cocina a los turistas que quieran aprender a cocinarla en platos como pizzas, pastas y ensaladas. Si están interesados, también pueden acompañarme a recolectarlas".
Ubicación: Llanada Grande, en Cochamó / Contacto: +56987070643 / www.memoriafotograficacochamo.cl
[caption id="attachment_415526" align="aligncenter" width="501"]
Foto: Guillermo Helo.[/caption]
Ismael Araneda (53): Calzado con historia
"Los tamangos son un tipo de calzado rústico de bovino. Nuestros padres aprendieron este oficio que venía de Argentina. Todos los colonos venían de allá. Recuerdo que a los tres años mi padre ya me ponía tamangos. Cuando yo tenía siete, él falleció y nos quedamos solos con mi madre. Entonces era mi hermano, diez años mayor, quien me los ponía para ir a la escuela.
El proceso de hacerlos toma varios días. Después de carnear los animales dejamos los cueros secando en los galpones donde guardamos el forraje para los animales. Una vez seco el cuero, hay que ablandarlo, así que lo tiro a un arroyo por dos o tres días. Lo dejas orear, secar y cuando ya está blando se saca el molde. Yo me siento en alguna silla o tronco y pongo el pie sobre el cuero, cortando el molde con un cuchillo. Siempre debe quedar más grande que el pie.
Luego se le hacen los ojales y una oreja por detrás, que se levanta hacia arriba para que no le entre agua al pie. Con el tamango listo se hacen los tientos, cordones largos hechos del mismo cuero que se cruzan por todo el zapato. De un pedazo de cuero pueden salir unos 20 tamangos.
Ya no mucha gente usa tamangos, pero fue un calzado muy popular en la zona, porque es lindo, liviano y cómodo. Es muy bueno para caminar en terreno seco, el pie no transpira. Para usarlos uno tiene que ponerse un retobo, una especie de trapos que se ponen después de las medias y que deben envolver los pies. Aquí en mi taller yo invito a las personas a ver el proceso de fabricación de los tamangos, los que también pueden mandar a hacer a pedido".
Ubicación: El Espolón, en Futaleufú / Contacto: +56998755123 / www.memoriafotograficafutaleufu.cl
[caption id="attachment_415528" align="aligncenter" width="534"]
Foto: Guillermo Helo.[/caption]
Roxana Tampier (28): Plantas para crear
"Mi mamá aprendió este oficio de mi abuela y yo lo aprendí de ella. Somos artesanas de fibras vegetales y con ellas hacemos distintos objetos. Tradicionalmente, se fabricaban redes y bolsas para el uso familiar. Por ejemplo el yole, que se usa para ir a mariscar, el chaigüe, que es un colador, y el balay, que se ocupa para sacar la pajilla o el polvillo de las habas, la arveja, etc.
Luego yo incorporé otros productos para venta como paneras, fruteras, individuales y portavasos. Ocupo plantas como la manila, el quiscal, el boqui, la cortadera, el junquillo y el ñapu. Para recoger las fibras salgo temprano y cruzo el río en bote. Luego camino por una playa para adentrarme en el bosque. No hay nadie más que yo y mi perro. Es un lugar lleno de calma, no hay nada más que naturaleza. Al volver a casa debo dejar que las fibras se sequen antes de utilizarlas.
Esto es algo que se está perdiendo. De hecho, aquí soy la única artesana en fibra vegetal. Lo hago porque quiero rescatar la labor de nuestros ancestros. Tengo un local pequeño donde vendo y doy clases. Para que una persona aprenda bien la técnica se necesitan unas cinco horas, pero para llevarse un recuerdo fácil, fabricado por uno, son suficiente dos. Los turistas lo encuentran muy lindo y se van muy contentos. Es gratificante para ellos poder hacer algo con sus propias manos".
Ubicación: Chana, en Chaitén / Contacto: +56982511749 o +56965142866 / www.memoriafotograficachaiten.cl
[caption id="attachment_415531" align="aligncenter" width="900"]
Foto: Globo Rojo.[/caption]
Jaime Gallardo (61): Hacedor de barcos
"Soy un carpintero de ribera. Eso quiere decir que me dedico a construir embarcaciones artesanales de madera. Mi oficio consiste en la confección de lanchas chilotas, que eran el único medio de transporte en la zona en la década de 1930 y 1940. Eran barcos a vela, sin motor, que conectaban a Chile continental con las islas. Con la llegada de la conectividad terrestre, estas lanchas empezaron a desaparecer, y en los años 90 había sólo unas cinco u ocho lanchas. Tengo fotografías antiguas de Angelmó, donde se pueden ver de 30 a 40 embarcaciones de este tipo.
Aprendí el oficio mirando a mi papá, que construyó su primera lancha cuando yo tenía seis años. Para la segunda, yo tenía 15; y cuando hizo la tercera, 25. Fue una escuela práctica y en la medida que fui aprendiendo también mejoramos las líneas de las embarcaciones. Mezclamos conocimientos náuticos de la cultura huilliche e hispana. La construcción puede demorar hasta un año y cada vez que lanzamos un nuevo barco al mar siento un enorme orgullo y alegría.
En mi taller, que los turistas pueden visitar, hay muestras de maquetas, de un metro y medio de alto, con las que les explico el proceso de construcción. También pueden comprar embarcaciones a escala. Al lado del taller está el astillero, donde siempre se pueden ver embarcaciones en tamaño real que estoy construyendo".
Ubicación: Mañihueico, en Huailahué / Contacto: +56989982438 / www.memoriafotograficahualihue.cl
[caption id="attachment_415540" align="aligncenter" width="900"]
Foto: Globo Rojo.[/caption]
Arturo Casanova (70): Arriero
"Nací en el mismo sector donde vivo. Mis papás fueron colonos, llegaron en 1916 al sector del Azul y se transformaron en los primeros pobladores de la zona. Somos campesinos y nuestro trabajo está relacionado con los animales, pero en 2004 empezamos, además, a planificar actividades para recibir turistas. La idea era que, además de alojamiento y gastronomía típica, el visitante pudiera tener la experiencia de lo que es vivir acá.
A nuestro emprendimiento le pusimos Rincón de la Nieve, que es el mismo nombre del predio donde vivimos. Se llama así porque, antiguamente, cuando nevaba por el sector, la nieve podía durar meses. Si nevaba en mayo, la nieve se derretía recién en octubre. Ofrecemos paseos, cabalgatas y experimentar la vida del campo. Los integramos a las actividades que nosotros hacemos: les enseño cómo ordeñar una vaca a mano, como se hacía antes, a hacer quesos, a cómo tomar un caballo y cómo ensillarlo.
Salimos a pasear por todos los lugares hermosos que hay en el sector. Ahí yo aprovecho de contarles las historias del lugar y nuestros colonos. Nuestro alojamiento es familiar, un hospedaje para 4 o 6 personas donde tratamos de que se sientan como parte de la familia, que compartan en la cocina mientras se prepara la comida, que tomemos mates amargos y café. Cenamos todos juntos y les cuento de mi familia. Lo más importante para nosotros es que el visitante se sienta cómodo, con confianza para conversar y hacer. Todos se van muy felices".
Ubicación: El Azul, en Palena / Contacto: +56981864942 / www.memoriafotograficapalena.cl
Comenta
Por favor, inicia sesión en La Tercera para acceder a los comentarios.